LA VIRGEN DEL CONSUELO DE ALMERÍA

Rafael Rodríguez Puente


 

 

El próximo sábado 22 de septiembre, Nuestra Madre María Santísima del Consuelo será una vez más la protagonista de un magno acontecimiento que se desarrollará en Almería. Si en 1992 y en 1996 la Dolorosa de la Parroquia de San Agustín salió en procesión extraordinaria con motivo del quinto centenario de la restauración de la diócesis y por el 50º aniversario de la fundación de la corporación que le rinde culto, respectivamente; en esta ocasión el pretexto de su presencia en las calles almerienses en fechas fuera de la Semana Santa: la celebración del XX Encuentro Nacional de Cofradías Penitenciales.

Devoción, historia y calidad artística, tanto de la propia imagen como de su ajuar y andas procesionales, unido a la proximidad de su onomástica, han propiciado que la Agrupación de Hermandades y Cofradías, con la aprobación del obispo de la diócesis, Adolfo González Montes, se haya decantado por esta exquisita efigie, ejemplo indiscutible del procesionismo de la ciudad del extremo oriental andaluz.

 

 

Evolución y relectura del tema de la Soledad de María

Para la inmensa mayoría, la Semana Santa almeriense y el patrimonio histórico-artístico de sus cofradías pasa por ser desconocido. No obstante, lejos de lo que pudiera pensarse y en comparación con otros centros de la geografía nacional, Almería poseyó y aún conserva una serie de interesantes esculturas procesionales que se integran en su bagaje artístico del pasado remoto y del más reciente.

En este sentido, y cada vez con más insistencia, por parte de los historiadores, una de esas obras es, precisamente, la Virgen del Consuelo, titular de la Franciscana Hermandad del Silencio, la cual viene siendo unánimemente reconocida como una de las creaciones señeras de la producción del prolífico artista sevillano Antonio Castillo Lastrucci (1882-1967), y por extensión, de las mejores interpretaciones de Dolorosas de Andalucía, de ahí que se planteara a nivel interno, en el año 2001, su posible coronación canónica, pues el valor artístico que le atesora, unido al devocional, permite llevar a cabo dicho ceremonial, si bien tal iniciativa ha quedado aparcada por el momento, siendo el Ordinario diocesano el que corresponde decidir acerca de la oportunidad y conveniencia de verificarlo, una vez dado el visto bueno del cabildo general de hermanos.

En la escultura procesional objeto del presente artículo se da cita con brillantez un proceso de creación artística difícilmente alcanzable, por cuanto la referencia anterior de la que el escultor debe partir y que, teóricamente, condiciona la estética de la obra, sirve de punto de partida para una feliz reinterpretación de la que acaba naciendo, para satisfacción de todos, uno de los más hermosos exponentes de la iconografía mariana en el catálogo de imaginero hispalense.

Como es sabido por el gran público, Castillo Lastrucci introdujo en sus producciones, a lo largo de su intensa trayectoria escultórica, unas renovadas líneas estéticas y una impronta característica de las imágenes de Vírgenes Dolorosas, lo que la hacen identificarlas con suma facilidad, al definirlas como jóvenes de bellas y delicadas facciones, penetrantes ojos negros, de nariz recta y perfiladas cejas, realzando el rostro gracias a las brunas carnaciones que aplica en cada una de las piezas, evidenciando los arquetipos de la mujer andaluza. Sin embargo, cualquiera que se precie a estudiar la obra del escultor se preguntará qué pudo motivarle a modificar tales matices en la efigie de la Virgen del Consuelo. Llegados a este punto, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la respuesta la encontramos en Zamora (1). Concretamente en la devota Virgen de la Soledad, titular de la Sección de Damas que lleva el mismo nombre, corporación filial de la Cofradía de Jesús Nazareno (vulgo Congregación), fundada en 1946, si bien no obtuvo su oficialidad hasta el 22 de febrero de 1948, y con residencia canónica en la parroquia de San Juan (2).

Haciendo un ejercicio de retrotraernos al pasado, nos situamos en la Almería de posguerra. Corría el año 1946, década brillante para el fenómeno procesionista, por cuanto las cofradías, una vez establecidas tras la Guerra Civil, se sintieron amparadas al nuevo sistema político. El encargo de la imagen sucedió por expreso deseo del entonces canónigo Magistral de la Catedral, asesor religioso de la Central Nacional de Sindicatos (CNS) y primer director espiritual de la fraternidad de la Parroquia de San Agustín, José Antón Ortiz (1889-1965), quien al parecer mostró su interés para que la Dolorosa, que próximamente sería titular de la recién creada hermandad popularmente conocida como El Silencio, siguiera los preceptos estéticos de la Virgen de la Soledad de Zamora, pues el sacerdote sentía un cariño especial por la citada efigie, no en vano se venera en la localidad donde cursó estudios eclesiásticos y ejerció el ministerio durante tres años (3).

De este modo, el delegado Provincial de Sindicatos y posterior secretario Nacional, Mario López Rodríguez, confió la realización de la imagen, el 11 de junio de 1946, a Castillo Lastrucci, distinguido escultor, con obrador en el número 52 de la calle San Vicente de Sevilla, que por entonces ya se encontraba labrando la talla de la Virgen del Amor y la Esperanza, de la Hermandad de los Estudiantes de Almería, al culto en la capilla del Carmen de la Santa y Apostólica Iglesia Catedral de Santa María de la Encarnación.

Gracias a la factura de compra, facilitada por el historiador jerezano Antonio de la Rosa Mateos, sabemos que el precio de la pieza quedó establecido en 3.000 pesetas, con un plazo de ejecución de dos meses, dándose a cuenta 1.000 pesetas (4). Anecdóticamente, el artista hispalense utilizó el mismo contrato que redactara para la Hermandad de Estudiantes, corrigiendo a mano los lógicos datos pertenecientes a la nueva imagen.

Siguiendo la iconografía de la Soledad de María, la imagen debería tener mirada entornada y baja, las cejas arqueadas hacia arriba, manos unidas con dedos entrelazados y los tonos marfileños y rosáceos, a semejanza de la Dolorosa zamorana (5). Sin embargo, Castillo imprimió en la Virgen del Consuelo de Almería algunas modificaciones con respecto a ésta (6), hecho inaudito a la vista de su catálogo imaginero, remitiéndonos en este caso a obras del círculo granadino del siglo XVII, por cuanto nos presenta a una Dolorosa de semblante delicado y manos unidas (7), muy en la línea del escultor granadino Pedro de Mena y Medrano (1628-1688). La efigie fue bendecida el 10 de noviembre de 1946, por el prelado de la diócesis, Enrique Delgado Gómez, en la parroquia de San Agustín (Padres Franciscanos).

Con relación a la zamorana Virgen de la Soledad, labrada en 1886 por el imaginero local Ramón Álvarez Prieto (1825-1889) (8) y donada por Joaquín Muñiz Arribas, se trata de una imagen de tamaño natural, realizada en madera de pino (9). Posee cuerpo de candelero, de serena belleza, definido realismo y cercana al prototipo de las Dolorosas granadinas, en contraposición con las Vírgenes zamoranas, cuya impronta presentan un acentuado dolor que, en ocasiones, rayan lo violento y el descomedido sentimiento de tragedia por la muerte del Redentor, si bien conserva el rostro y las manos más bajo de lo habitual. Es por ello, por lo que el imaginero utilizó, muy posiblemente, el modelo de la Virgen de la Soledad del Calvario, de Granada, perteneciente a la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad del Santo Sepulcro (parroquia de San Gil y Santa Ana), y obra cumbre de José de Mora (1642-1724), efigiada en el 1671, aunque en disimilitud con la anterior, la pieza granadina se muestra de rodillas y con las manos cruzadas sobre el pecho (10).

Es tan evidente la huella de la estética de la ciudad del Darro en la Soledad de Ramón Álvarez que, incluso, la peculiar caída de los brazos, en clara evocación del desfallecimiento por el dolor, se corresponde con la de una Dolorosa de José Risueño (1665-1732) que se halla en la misma parroquia de San Gil y Santa Ana.

 

 

Otra versión

Otra versión al respecto sobre el modelo utilizado por Ramón Álvarez para labrar la hechura de la Soledad de Zamora es la apuntada por Jesús Francisco Hernández Pascual (11) -a nuestro entender, basado más en inferencias históricas que en realidades constatables, puesto que no muestra pruebas de su teoría-, quien sitúa a la obra como copia fidedigna de la Soledad de Madrid, imagen salida de las gubias del pintor, escultor y arquitecto Gaspar Becerra (1520-1570), tallada en 1565 para el convento de los Mínimos de la Victoria de la capital de España y desaparecida en las revueltas del año 1936, cuando se hallaba en la capilla de la Catedral Basílica de San Isidro, debido a la exclaustración de monjes, ocurrida en la centuria anterior. La efigie estuvo inspirada, a su vez, en una pintura que representaba una Virgen, propiedad de la reina Isabel de Valois -tercera esposa de Felipe II-, cuyo cuadro procedía de Francia.

Sea como fuere, lo cierto es que, al margen de leyendas y opiniones vertidas sobre su procedencia iconográfica, la Soledad de Zamora se aleja del modelo usual de Dolorosa castellana, recordando más bien ciertas relecturas que, como hemos apuntado anteriormente, nos remite a los modelos de la ciudad del Darro.

En cuanto a la Virgen del Consuelo de Almería -advocación propuesta por Miguel Vizcaíno Márquez, hermano fundador de la cofradía, y tomada de la Virgen de Consolación de Tices, de la localidad almeriense de Ohanes-, es una imagen de candelero o de vestir, efigiada en madera de pino de Flandes, policromada, de tamaño natural (1,60 metros de altura). Como hemos descrito anteriormente, conserva la mirada baja, con los ojos prácticamente cerrados y manos juntas con dedos entrelazados (12), aunque en este caso los miembros antes aludidos se encuentran en la actualidad elevados hasta el pecho y no a la altura de la cintura, como ocurre en la Virgen de la Soledad, si bien primitivamente se situaban en idéntica posición. Por el contrario, detenta labios finos, rostro de niña y una delicada expresión de dulzura que la hace diferir de la anterior.

Para concluir, no queremos dejar al margen un dato cuanto menos curioso, donde se demuestra una vez más el paralelismo existente entre la Virgen del Consuelo almeriense y la Soledad zamorana. Los más veteranos recordarán que desde el año 1951 a 1969, la Dolorosa de Castillo Lastrucci, además de realizar su habitual estación de penitencia en la noche del Jueves Santo, junto con el resto de imágenes de la cofradía (13), recorría cada Sábado Santo las calles de la feligresía de San Agustín, vestida de negro, con un sudario blanco sobre el brazo izquierdo y diadema sobre las sienes. Esta procesión, denominada "de la Soledad de la Virgen", estaba integrada única y exclusivamente por mujeres enlutadas, que durante todo el recorrido acompañaban a la Virgen. Ésta, en primera instancia, iba portada sobre unas sencillas andas -parihuela en donde cada Jueves Santo iba sobrepuesta una cruz de cristal tallado e iluminada en su interior- hasta que en 1953 comenzó a procesionar en su recién estrenado paso procesional, obra de José María Hervás Benet (1912-1996), tallista y escultor valenciano, eso sí, sin varales.

Algo similar a lo descrito ocurre en Castilla y León. La Soledad de Zamora sale a las calles de la localidad en la tarde del Sábado Santo (14). Viste túnica y manto de merino negro, toca y puños blancos con encaje, y diadema en las sienes. A la procesión asisten las damas de luto riguroso (15). Como se ha podido verificar tras lo narrado, la afinidad entre la almeriense Virgen del Consuelo y la Soledad de Zamora no es pura casualidad.

 


 

NOTAS

(1) RODRÍGUEZ PUENTE, R.: La Virgen del Consuelo y su afinidad a la Soledad de Zamora. Boletín Cruz de Guía. Hermandad del Silencio. Almería, 2000.

(2) DELGADO DE CASTRO, L.F.: La Soledad, cien años. Cofradía de Jesús Nazareno. Zamora, 1986.

(3) El diario Yugo publicó en sus páginas una breve reseña de la trayectoria del sacerdote José Antón, tras su fallecimiento, confirmando su estancia en Zamora. Es por ello por lo que podemos creer que nuestra hipótesis sobre la afinidad entre la Dolorosa zamorana y la Virgen del Consuelo de Almería es verdadera. 

(4) ROSA MATEOS, A. de la: Castillo Lastrucci: su obra. Hermandad del Silencio. Almería, 2004.

(5) DELGADO DE CASTRO, L.F.: La Soledad...

(6) RODRÍGUEZ PUENTE, R.: Breve historia de la Semana Santa de Almería. Ed. Sarriá. Málaga, 2002.

(7) Las manos de la Dolorosa del Consuelo fueron restauradas en 1982 por Luis Álvarez Duarte, quien también intervino en la pieza en 2000 para colocar en ella unas nuevas pestañas.

(8) Ramón Álvarez Prieto nació el 22 de septiembre de 1825 en la localidad zamorana de Coreses. Es, por tanto, un destacado imaginero de la segunda mitad del siglo XIX al haber efigiado un importante número de piezas para el concierto procesionista de Zamora, caso del Descendimiento (1859), la Caída (1866-1878) o la Lanzada (1868), entre otras imágenes, si bien el resultado final de las mismas no es del todo satisfactorio, al tratarse de un artesano carente de formación en el arte de la gubia. No obstante, en la Virgen de la Soledad logró transmitir la devoción de los fieles, circunstancia que no siempre se consigue en hechuras de mayor calidad.

(9) DELGADO DE CASTRO, L.F.: La Soledad...

(10) La Soledad del Calvario de Granada llevaba en origen las manos juntas, con dedos entrelazados, aunque, debido a la pérdida de la visibilidad del rostro de la Dolorosa, fueron corregidas a la posición actual.

(11) HERNÁNDEZ PASCUAL, J.F.: Nuestra Virgen de la Soledad no es obra de don Ramón Álvarez. Se trata de una copia de la imagen madrileña del mismo nombre, labrada por Becerra en 1565. Publicado en el Correo de Zamora (23/02/1963).

(12) RODRÍGUEZ PUENTE, R.: La imaginería de Almería. Arte y Artesanía de la Semana Santa de Andalucía. Ediciones Tartessos, Sevilla, 2004, Dramaturgia procesional en Almería: arte, historia y escenografía devocional de la Semana Santa. Agrupación de Cofradías. Almería, 2007.

(13) En los años 60 se adhieren al cortejo de la Cofradía Silencio de Almería, formada hasta la fecha por los pasos del Descendimiento y la Virgen del Consuelo, tres congregaciones subsidiarias: la de Jesús en el Huerto, Jesús del Camino y el Cristo de la Columna, imágenes que van a procesionar de forma eventual, en un principio con salida desde sus respectivas sedes (Huerto, iglesia de San Isidro; Camino, iglesia de San Antonio; Columna, Instituto de Formación Profesional), hasta unirse al séquito del Silencio, formando una única procesión. Incluso en 1967 la corporación desfiló con un sexto paso, el Cristo de la Agonía, crucificado propiedad de la parroquia de escaso valor artístico, aunque de considerable valor devocional, si bien esta iniciativa no tuvo continuidad. En RODRÍGUEZ PUENTE, R.: Breve historia...

(14) La Soledad también procesiona el Viernes Santo de forma bien distinta a como lo hace el Sábado Santo, luciendo un artístico manto bordado en 1966 por las Marinas.

(15) AA.VV.: Sección de Damas de la Santísima Virgen de la Soledad. Junta Pro-Semana Santa. Zamora, 1998.

 

 

Fotografías a color de Rafael Rodríguez Puente y Fernando Salas Pineda

 

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