LA PINTURA MANIERISTA EN EL NUEVO REINO DE GRANADA. ANGELINO MEDORO
Y SU INFLUENCIA EN EL NACIMIENTO DE LA PINTURA NEOGRANADINA

Jesús Andrés Aponte Pareja (11/06/2017)


 

 
 
Virgen con el Niño
(Museo Colonial de Bogotá)

 

Introducción

Muchos estudios han abordado la vida y obra de los pintores italianos Mateo Pérez de Alesio, Bernardo Bitti y Angelino Medoro en la ciudad de Lima y en la región de los Andes centrales, manifestándose en estas investigaciones lo determinante que estos tres personajes fueron en la creación de las distintas escuelas pictóricas que se dieron en esa parte del antiguo gran virreinato del Perú: la limeña, la cuzqueña y la no menos importante que se dio en el Collao.

Siempre se ha subrayado el que de estos tres pintores manieristas el menos importante por la calidad de su obra fue Medoro; no obstante, es claro que su arte tuvo una mayor difusión que sus paisanos puesto que, antes de llegar a Lima, donde pasó gran parte de su vida durante su aventura por tierras americanas, vivió este pintor por un tiempo en el Nuevo Reino de Granada, y aunque no se ha podido comprobar aún su presencia física en Quito, Potosí, Charcas y en Santiago de Chile, sí se conocen algunas obras suyas en esas ciudades.

Como tantos otros pintores, Medoro sale de Italia en búsqueda de nuevas oportunidades, viendo en las incipientes colonias americanas el éxito que se le había negado en su tierra; por lo que, como todos aquellos interesados en atravesar el Atlántico, se instala en la ciudad de Sevilla, gran puerta de entrada a las Indias. Medoro es luego de Alesio y Bitti el último en viajar a América, por lo que su llegada a la capital andaluza concuerda con los movimientos de mayor naturalismo que impregnaban la plástica local, siendo su estilo de fuerte manierismo italiano impactado por esos nuevos aires.

Llega Medoro en 1587 a tierras neogranadinas, instalándose en la floreciente ciudad de Tunja, por aquel tiempo una de las localidades más importantes de Sudamérica. De allí pasaría a Santa Fe de Bogotá y se tiene conocimiento de su estadía en Santiago de Cali, en donde dejaría una obra pictórica firmada y por lo menos las noticias de su intervención en una obra escultórica.

De la fascinante biografía de Medoro hay que resaltar el hecho de que, luego de su largo periplo por el norte del continente americano, logra insertarse en el mundo cultural de la fastuosa y poderosa ciudad de Lima, convirtiéndose en uno de los más prestigiosos pintores, teniendo como clientes a muchas de las grandes órdenes religiosas y a parte de la elite allí afincada, permitiéndose luego en 1624, después de 37 años, poner fin a su aventura por las Indias y regresar a la ciudad de Sevilla.

En Lima mantendría un activo taller en donde se formaron prestigiosos pintores como Pedro Loaiza y Luis de Riaño, quienes luego, al marcharse de la ciudad y asentarse en Cusco, difundirían allí la influencia del maestro, sembrando las bases, junto a Bernardo Bitti, de lo que sería la original escuela cusqueña de pintura.

En la actual Colombia se tiene conocimiento de algunas obras firmadas y otras que se le atribuyen a Medoro por sus grafismos y composiciones grandilocuentes que evidencian su paternidad; sin embargo, es mucho lo que falta por estudiar de su vida y obra mientras estuvo en este territorio y sobre todo de la notable influencia que ejerció en la evolución de la pintura local.

Si bien no es fácil, puesto que la producción de Medoro fue bastante irregular y dispar en sus calidades y su estilo varió considerablemente, en este primer escrito y algunos siguientes trataré de rastrear la influencia o la mano de nuestro artista en ciertas obras conservadas en Colombia y consideradas hasta ahora anónimas, en las que espero poder demostrar que fueron ejecutadas, si no por el mismo Medoro, sí por alguien muy cercano a él, tratando de paso de evidenciar su enorme influencia en la pintura neogranadina.

 

 

La Virgen del Sufragio

Comenzaré por un lienzo de grandes dimensiones, propiedad de la comunidad agustina de Bogotá, que fue considerado anónimo en la publicación "Arte y fe colección artística agustina, Colombia".

Es obra evidentemente deudora de las composiciones en las que Medoro recrea su tipo de Madonna sedente que le será muy solicitada en adelante. La Virgen, figura de gran empaque, representada con el Niño en brazos sobre una luna creciente con las puntas hacia arriba y un cúmulo de nubes, está acompañada por dos santos y dos ángeles que vienen en auxilio de las ánimas del Purgatorio.

En efecto esta composición es idéntica a la presentada en obras firmadas suyas como son la Virgen con el Niño, Santa Clara y San Francisco del Convento de Santa Clara la Antigua de Santiago de Chile, así como en aquellas que representan la Coronación de la Virgen del Museo Colonial de Bogotá y la Virgen con el Niño y Santos del Convento de la Concepción de Quito, estas últimas obras de segura atribución.

Si continuamos analizando el cuadro bogotano veremos más detalles propios de Medoro como los arquetipos italianizantes de los personajes, la forma del tocado de la Virgen, los pliegues de sus vestiduras, el Niño de cabello rizado y canon alargado, las actitudes y rasgos de los santos que auxilian las almas y, sobre todo, los escorzos de los ángeles.

Tanto la forma como la composición de las dos figuras angélicas se encuentran en varios de los cuadros seguros de Medoro en Lima, caso de la Virgen de los Ángeles del Museo del Convento de los Descalzos, presentando la misma forma en los cabellos como aplastada en la frente por el viento, y sobre todo con algunos de los niños del lienzo El milagro de la multiplicación de los panes del Monasterio de las Descalzas de San José, en especial con uno cargado en brazos por su madre que muestra un desenfadado movimiento, estirándose para jugar con otro niño, asemejándose en su escorzo con el ángel presente a la izquierda del lienzo bogotano. Es muy probable que este lienzo haya sido pintado por el propio artista italiano o en su defecto por algún seguidor muy cercano.

 

     
     
 

 

Santo anónimo

Los investigadores bolivianos Teresa Gisbert y José de Mesa atribuyen a Medoro un lienzo que procedente de Tunja se resguarda en el Museo Colonial de Bogotá. Representa a un santo desconocido orlado.

La atribución planteada por ambos estudiosos me lleva a atribuir de igual forma dos lienzos propiedad de la iglesia dominica de Tunja considerados anónimos a Medoro pues basta simplemente verlos para evidenciar en sus composiciones y ejecución que se trata de obras de una misma serie y del mismo pintor que aquella del museo bogotano.

 

 

Calvario

Otra gran pieza anónima de la quiero llamar atención en este primer capítulo dedicado a Angelino Medoro es aquella que representa un Calvario, de igual forma propiedad de la comunidad agustina de Bogotá.

Se trata de una composición muy replicada por diferentes artistas neogranadinos entre los que se incluyen a integrantes de la saga de los Figueroa y a Gregorio Vasquez de Arce y Ceballos, considerado como el máximo representante de la pintura colonial colombiana; sin embargo, la paternidad del gran lienzo agustino no pareciera ser de ninguno de los maestros antes citados. Lo que sí se puede advertir en este bello y gran cuadro manierista es su fuerte italianismo, muy cercano a Medoro en múltiples aspectos.

Medoro enfrenta este mismo tema durante su estancia en Colombia en un lienzo resguardado en la iglesia de San Francisco de Tunja con el que guarda grandes similitudes, si bien la concreción anatómica del crucificado y de los otros personajes del lienzo tunjano es muy diferente a los presentes en el bogotano, mostrando estos un mayor naturalismo. Debemos recordar una vez más lo dispar que fue la producción de este artista, quien en varias ocasiones realiza los mismos temas con diferente tratamiento. Pero si observamos bien el crucificado del calvario agustino, de canon anatómico alargado muy manierista, la forma de anudar su paño de pureza, el rostro y forma de la cabeza, encontraremos numerosos puntos de contacto entre esta figura y aquella que representa a Jesús en el lienzo de La negación de San Pedro de la misma iglesia franciscana de Tunja, obra segura de Medoro y del cual se hayan numerosas replicas en la misma ciudad, siendo una de las de mejor calidad la que posee la iglesia de Santa Clara. De igual forma guarda el crucificado del calvario agustino en su anatomía y detalles como son los rasgos de su rostro, gran cercanía con el Jesús penitente que se conserva en Cali y con el Ecce Homo de colección privada de Sucre, obras estas firmadas por nuestro artista.

Además del evidente italianismo de los personajes presentes en el calvario bogotano existen otros detalles que comprometen en él la influencia de este artista, como son sus formas de gran empaque, macizas y triangulares, la forma en la que los paños de las vestiduras caen diagonalmente hacia los pies, el colorido ácido propio de sus primeras obras realizadas en estas tierras, y sobre todo la forma en que San Juan Evangelista gesticula sus grandes manos, dejando ver las palmas extendidas hacia afuera, rasgo muy común y característico en la obra de Medoro como podemos observarlo en pinturas ejecutadas para Tunja, caso de la Anunciación de la Iglesia de Santa Clara y el San Francisco que aparece en el lamentablemente robado cuadro de la Virgen de la Antigua de la Iglesia de San Ignacio, sólo por citar dos ejemplos.

Existen en Bogotá numerosas réplicas de este mismo lienzo del Calvario, siendo éste el de mayor interés y calidad. De igual forma existen varias pinturas que recrean al mismo crucificado en solitario, uno en la Iglesia de San Diego y otro de mayor de mayor dimensión y calidad en el Colegio Dominico Jordán de Sajonia, donde igualmente figura un lienzo de la Magdalena abrazada a la cruz muy similar a la del cuadro agustino, cuadros estos últimos que merecen un detallado análisis, puesto que está documentado el que Medoro realizara obras para esta comunidad en Santa Fe de Bogotá.

No he visto personalmente la obra agustina, solo he podido contemplarla en fotografías, por lo que no la puedo atribuir contundente al artista romano. De lo que sí puedo dar fe en ella es de su evidente influjo, el cual se prolongaría anacrónicamente por todo el siglo XVII y principios del XVIII a través de los maestros que continuaron copiando este tema en el cual como ya hemos visto se manifiestan sobradamente los postulados estéticos introducidos por Medoro en Sudamérica.

 

 
 
Negación de San Pedro
(Iglesia de San Francisco en Tunja)

 

Conclusiones

La pintura colonial colombiana, a diferencia de la de otras regiones de Hispanoamérica, está poco estudiada. Aquí no existe alguna monografía que hable de todos los periodos en los que se desarrolló este arte. Solo algunas publicaciones abordan algún pintor en específico o temas relacionados con iconografías. Al igual que en todos los acervos coloniales aún cientos de pinturas continúan escondidas, así como en conventos de clausura, casas parroquiales y propiedades de órdenes religiosas, algunas en pésimo estado de conservación.

Es mucho lo que se ha perdido por cuenta de los robos perpetrados por bandas criminales o porque simplemente han sido vendidas por sus propietarios, quienes amparados por nuestras deficientes leyes de protección al patrimonio y actuando egoístamente se deshacen de obras artísticas sin haber sido estudiadas, que si bien les pertenecen físicamente, son de igual forma representaciones del pasado común de todo un país.

Es en ese grupo de obras desconocidas que poco han llamado la atención de los estudiosos e historiadores del arte de este país y por lo tanto en grave peligro de desaparecer, en las que muy seguramente podremos seguir rastreando las huellas de la enorme influencia que nos dejara Medoro, un pintor trashumante que ha sido muy criticado porque algunos estudiosos consideraron su obra de escasa y desigual calidad artística, pero que sin duda fue determinante, junto a otros pintores poco estudiados, en dar origen a nuestra pintura colonial.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

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GALVEZ, María Victoria y Rodolfo VALLÍN MAGAÑA. Arte y Fe. Colección artística Agustina, Ediciones Proa Ltda., Bogotá, 1995. 

 

 
 
Virgen de los Ángeles
(Convento de los Descalzos de Lima)

 

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