FRANCISCO CANO Y EL RETABLO MAYOR DE TORRE DE JUAN ABAD (CIUDAD REAL)

11/09/2022


 

 

La iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Olmos en Torre de Juan Abad (Ciudad Real) se erigió sobre una pequeña capilla de planta rectangular que ya existía en 1243. Creada por la Orden de Santiago, se puede apreciar su impronta en la cruz-espada característica de los caballeros santiaguistas en los frontones del templo. La traza actual data del siglo XV, su mayor parte es de los siglos XVI y XVII, con predominio de estructuras renacentistas. Sufrió varias reformas hasta el siglo XVIII. Visualmente en el exterior destaca la gran diferencia de altura entre el conjunto formado por el presbiterio-crucero y el cuerpo principal, y, también, la diferencia entre la fábrica de la iglesia y la de la mayor parte de la torre, que podría pertenecer a una construcción anterior, indicándonos la existencia de varias fases constructivas. En planta presenta una nave de salón de uno 24,50 metros de longitud, 8 metros de anchura interior y 10,70 metros al exterior, prácticamente orientada al este. Las capillas laterales parecen otorgarle un aspecto de cruz latina.

El presbiterio presenta planta pentagonal reforzada con seis enormes contrafuertes escalonados, rematados con pináculos piramidales, algunos coronados con esferas y otros con cruces de hierro. Tanto los paramentos de los muros como los estribos están íntegramente realizados en sillares de piedra, cortados y ensamblados regularmente. Los escasos vanos de luz aparecen rematados con decoración de cadenas de espejos, muy similar a la utilizada en Andalucía por la escuela de Alonso de Vandelvira. Al interior está cubierto por la misma bóveda de cañón nervada. En ella se emplaza el retablo mayor, manierista en clara transición del Renacimiento al Barroco, de madera dorada y policromada, obra del maestro Francisco Cano, a quien se le encargó en 1589. Tiene tres calles, tres cuerpos centrales y dos laterales, con alternancia de frontones curvos y triangulares. En su parte superior, a manera de sobrecubierta del retablo, hay un rico artesonado de madera tallada y decorada.

La traza barroca del templo exigió cerramiento con bóvedas de piedra que oculta la estructura de la techumbre de la cubierta proyectada de par y nudillo. Este interior se ilumina a través de lunetos que se abren entre los arcos de la bóveda a las dos fachadas principales, aligerando de esta manera también la bóveda. En alzado, el exterior presenta dos pórticos de entrada, uno principal de traza renacentista con dos cuerpos en el que destacan sus columnas de piedra arenisca roja en jaspeado que aparenta ser de mármol. En el otro extremo se ubica una portada más sobria, con remate de arco conopial sencillo.

Muy destacable en su interior es también su órgano histórico, uno de los tres órganos más antiguos de la Península Ibérica conocido mundialmente. Construido por Gaspar de la Redonda Zeballos en 1763, conserva prácticamente todo el material original. Nos encontramos ante un órgano de un teclado manual de 45 notas, octava corta, ocho pisas de contras de 13 palmos, tambor, pedal de expresión para el registro de violines y dos rodilleras para la activación de la trompetería horizontal o de batalla. La caja que lo alberga es un magnífico mueble dorado y policromado en tonos azules y rosas imitando mármoles, con rocallas doradas, guirnaldas en cascada y placas recortadas. Un fuelle grande, en cuña, con cinco pliegues, alimentado por dos bombas más pequeñas accionadas por un balancín en forma de T, produce el aire. Se conserva la totalidad del instrumento original del siglo XVIII. Posee la singularidad de que los tubos de madera aparecen revestidos con papeles, para dotarle de estanqueidad, que contienen cartas manuscritas del hijo del autor, hojas pertenecientes a la primera edición del "Libro de tientos y discursos de música práctica y teórica de órgano, intitulado Facultad orgánica" de Francisco Correa de Arauxo, publicado en Alcalá de Henares, en 1626, y páginas de música, con notación en sextagramas, en las que puede leerse el nombre del compositor inglés John Jenkins (1592-1678). Un instrumento vivo, maravilloso y sonoro, que fue restaurado, manteniendo y conservando físicamente y en su función sonora todas sus piezas originales, en el año 2001. Ilustres artistas de fama mundial viajan a la pequeña localidad de Torre de Juan Abad para poder admirar y tocar este instrumento legendario.

A ambos lados del ábside, encontramos dos retablillos neoclásicos, en madera dorada, y, en la nave dos retablos pequeños, renacentistas, procedentes de ermitas medievales. En el crucero se sitúan dos retablos medianos, barrocos, de madera dorada y policromada, dedicados a San Jerónimo penitente y a San Juan Bautista, construidos entre 1759 y 1762 por Cristóbal García Hidalgo, maestro tallista y vecino de Torre de Juan Abad, que también realizó la cajonería de la sacristía, en madera tallada con herrajes en las cerraduras de sumo interés. Por último son interesantes también las campanas, que son las originales, las pinturas murales de la bóveda del altar mayor y la pila bautismal colocada el 23 de julio de 1592.

La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha ha iniciado el procedimiento para la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), con la categoría de Monumento, de esta parroquia. La viceconsejera de Cultura y Deportes, Ana Muñoz, ha destacado que esta iglesia "merece este reconocimiento no solo por su exterior sino por los tesoros que alberga en su interior como un destacable retablo mayor de estilo manierista y un órgano barroco construido en el siglo XVIII". Como dato anecdótico reseñar que el 16 de febrero de 1575, Santa Teresa de Jesús, en trayecto hacia su fundación carmelita de Beas de Segura (Jaén), celebró la Eucaristía en esta iglesia. Muñoz ha anunciado también que la Junta de Comunidades financiará íntegramente la restauración de los dos retablos laterales de esta iglesia, para lo que va a destinar una inversión de cerca de 60.000 euros.

 

 

El retablo mayor se halla dedicado a la Coronación de la Virgen María con la advocación de Nuestra Señora de los Olmos, en referencia a la abundancia de estos árboles durante la antigüedad alrededor de la población. Restaurado por la Diputación de Ciudad Real durante el año 2021, ocupa la zona central del presbiterio.

Su estilo es Manierista de transición al Barroco, realizado en madera tallada, policromada y dorada. Sus laterales se adelantan, rompiendo el desarrollo lineal, en un intento de adaptarse al semicírculo del presbiterio. Fue contratado en abril de 1581 con el escultor y maestro entallador Francisco Cano. Sobre la predela o sotobanco se sitúan tres calles (división vertical) y tres cuerpos (horizontal). Las calles se separan entre sí por entrecalles con hornacinas entre columnas, que acogen magníficas esculturas de bulto redondo, también de madera policromada y dorada. Declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en enero de 2005, el retablo ha sido incluido en el Inventario General de Bienes Muebles del Patrimonio Histórico Español.

Las calles laterales del primer cuerpo se adornan con dos cuadros dedicados al Nacimiento de Cristo y al Nacimiento de la Virgen María, enmarcados con elementos arquitectónicos y rematados con frontón triangular, sobre los que se disponen dos bajorrelieves. En las entrecalles encontramos cuatro esculturas de gran tamaño que representan a San Juan, San Pedro, San Pablo y Santiago el Mayor.

El segundo cuerpo del retablo repite el anterior esquema, adornándose sus calles laterales con dos cuadros dedicados a la vida de la Virgen, rematados con frontón semicircular y bajorrelieves. En las entrecalles otras cuatro esculturas de San Andrés, Santiago el Menor, San Simón y San Judas Tadeo. La calle central del segundo cuerpo acoge una escultura representando la Coronación de la Virgen.

En el tercer cuerpo las entrecalles exteriores se rematan con las esculturas exentas de San Bartolomé y San Simón. Como remate de cada una de las dos calles laterales se dispone una gran mandorla, rematada con florero, en la que se incluyen sendas esculturas en relieve de San Miguel Arcángel y San Nicasio. La calle central enmarca la escena de un Calvario formado por las tres imágenes clásicas: Cristo Crucificado, Virgen Dolorosa y San Juan Evangelista, todo ello en escultura de bulto redondo.

Este conjunto retablístico de Francisco Cano se halla rematado por un arco de medio punto que acoge un relieve de Dios Padre con la bola del mundo en sus manos, representando así a Dios creador de todo y omnipotente, bajo arquitrabe y frontón triangular, simbolizando la sabiduría y la omnipresencia divina. En el ático, un coro de querubines sustenta un cuadro que representa la Coronación de la Virgen ante la Santísima Trinidad, rodeado de rayos, que reflejan la luz de María, figura divina que ilumina todo.

 

 

El escultor y arquitecto Francisco Cano fue uno de los artistas más significativos de La Mancha en el tránsito de los siglos XVI y XVII. En los primeros estudios sobre el artista Herrera Maldonado lo emparentaba con Alonso Cano al considerarlo familiar directo o indirecto de su padre Miguel Cano, natural de la villa manchega de Almodóvar del Campo (Ciudad Real), no solo en razón del apellido, sino también por la profesión de entallador o escultor que tenían ambos. Hoy la documentación consultada aclara un poco más su biografía, pero aunque se le cita en casi todos los documentos como vecino de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), su lugar de nacimiento aún resulta un tanto oscuro. Sabemos que fue hijo de Juan Cano y Juana de Cuenca y que debió nacer, aproximadamente, hacia el año 1556, ya que en un testimonio de 1600 declara tener 44 años más o menos y ser escultor y oficial de arquitectura, oficios que desempeñará durante toda su vida.

Muy pocos datos objetivos conocemos sobre su posible maestro escultor, pero pudo estar relacionado con los escultores Esteban Ruiz, Juan Ruiz de Elvira el Viejo y Luis de Vellorino, artistas que en esos momentos monopolizan el arte de la escultura y la retablística de La Mancha, ya que con ellos trabajó en los retablos de Manzanares (Ciudad Real) y Villanueva de los Infantes, entre otros. Esta relación le posibilitó el contacto directo con Juan Bautista Perolli, arquitecto y pintor del palacio del Marqués de Santa Cruz en Viso del Marqués (Ciudad Real), lo que supuso para Francisco Cano el conocer los nuevos lenguajes artísticos y leer los tratados de arquitectura italianos, fundamentalmente el del boloñés Serlio. En ese ambiente culto también pudo manejar los grabados que Pedro Perret hizo del Escorial por orden de Juan de Herrera.

En La Mancha Francisco Cano conoce al también escultor y arquitecto Sebastián de Solís, hombre de edad aproximada a la de nuestro artista y al que le une una gran afinidad, tanto formal como estilística. Con Solís colaborará en algunas obras como el desaparecido retablo de Villahermosa (Ciudad Real). Entre ambos artistas surgió una gran amistad y por ello Francisco Cano se trasladó al reino de Jaén, donde entró en contacto con el escultor Blas Bliñón y se casó con su hija Catalina Salvador en 1584, siendo los padrinos del enlace el propio Sebastián de Solís y su mujer Francisca de Villena.

Esto permite que Francisco Cano se relacione con los grandes artistas jiennenses, principalmente con el también manchego Alonso Barba, que en esos momentos ocupa la maestría mayor de la catedral. No obstante, nuestro artista volvería a La Mancha, donde realizará sus obras más importantes.

Estas relaciones son las bases de los fundamentos teóricos y prácticos de la obra tanto arquitectónica como escultórica de Francisco Cano, que quedan perfectamente reflejados en sus creaciones conservadas, el retablo mayor de la iglesia parroquial de Torre de Juan Abad y la sacristía (1600) y portada de la iglesia parroquial de Villanueva de los Infantes, una portada que significa su testamento artístico, ya que a punto de concluirse y en plena madurez artística le sorprende la muerte en marzo de 1614, siendo sustituido como maestro de obras por el cantero Juan Ruiz Hurtado, vecino también de la localidad de Villanueva de los Infantes, hasta que se concluyó en el año 1617. La portada del templo de San Andrés de Villanueva de los Infantes es morfológicamente muy similar a la de San Frutos de la catedral de Segovia, por más que esta fuera construida años más tarde. Responde a esquemas serlianos y su referente más próximo es la fachada principal de El Escorial.

 


 

 

Fotografías del Ayuntamiento de Torre de Juan Abad 

 

FUENTES

HERRERA MALDONADO, Enrique. "El influjo de la arquitectura escurialense en la Mancha: la portada de la iglesia parroquial de San Andrés, en Villanueva de los Infantes", en Actas del Simposium "El Monasterio del Escorial y la arquitectura", San Lorenzo de El Escorial, Real Centro Universitario Escorial - María Cristina (UCM), 2002, pp. 682-684.

HERRERA MALDONADO, Enrique. "El Arte en La Mancha en tiempos de Don Quijote", en La monarquía hispánica en tiempos del Quijote, Madrid, Sílex Ediciones, 2005, p. 380.

 

 

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