EL CRISTO DE LA MISERICORDIA. OBRA DE GIRALDO DE MERLO

Raimundo Cobos Fuentes (03/03/2021)


 

 

El 27 de agosto de 1619 el escultor Giraldo de Merlo firma en Toledo ante notario un documento con el presbítero Pedro Abarca en el que "se obliga y encarga de hacer un Cristo crucificado" que deberá entregar para carnaval del año siguiente. Esta notable talla de un autor de tanto mérito y poco estudiado como Giraldo de Merlo ha llegado hasta nosotros después de múltiples avatares.

Sabemos por Pilar Molina Chamizo que la Parroquia de Santa Ana de Castellar de Santiago atesoraba un rico patrimonio que costó muchos años y esfuerzo a sus vecinos. A falta de otros estudios que completen la información, la descripción más completa que tenemos la recoge dicha investigadora. En dicha descripción se detalla en el crucero, en el lado del evangelio, de los dos altares que había, "el primero custodiaba la imagen del Cristo de la Misericordia de Giraldo de Merlo, dispuesto sobre su cama, con dosel de damasco carmesí". No era la única imagen de Cristo crucificado ya que había otra en lienzo en el presbiterio y una más en el altar de las Ánimas. El cuatro de enero de 1821 se produjo la "rotura de la bóbeda de la Yglesia", causando ocho muertes entre los vecinos. Es probable que ese desgraciado derrumbe fuera el inicio de otros deterioros que llevaron a cerrar la iglesia por ruina desde el año 1862 hasta 1893, cuando es inaugurada por el Obispo Prior una vez acabadas las obras de reconstrucción. No sabemos el alcance de los daños producidos en la época en que estuvo en ruina y obras el templo. Durante ese tiempo fue el pósito el edificio destinado para las funciones pastorales. Unido a estas circunstancias, será durante la Guerra Civil cuando desaparezcan todas las esculturas, pinturas, retablos y ornamentos que quedaban a excepción de la imagen del Cristo de la Misericordia.

Giraldo de Merlo es belga; nació en Utrech posiblemente en 1574, su primo Juan de Aesten nació en Amberes, ambos se formarían artísticamente en esta última ciudad y que juntos se trasladarían a España. Concretamente es en Toledo donde nuestro autor desarrolla su actividad artística y ya se encuentra en 1602 como maestro. Se desconoce el lugar de su vivienda o taller, sus empleados, su parroquia o si pertenecía a alguna cofradía.

Cuando Pedro Abarca, presbítero de Castellar de Santiago de la Mata emprende la labor de encargar la imagen de un crucificado se encamina a Toledo, centro de su diócesis. Desde el traslado de la corte en 1561 a Madrid, en estos momentos Toledo es una ciudad en decadencia que deja de ser el rico foco de creación del siglo XVI frente a los nuevos centros de la pintura como Madrid, la nueva capital, Sevilla o Valencia. En escultura comparte poder e influencia con Valladolid y Sevilla. Los creadores locales son importantes, como El Greco, que morirá en 1614, así como otros muchos que quedan: Monegro, Muñoz, Maíno, Cotán (hasta 1603), Tristán o el propio Giraldo de Merlo, pero estos rescoldos poco a poco se irán apagando. La ciudad va perdiendo habitantes, la industria entra en franco declive, a la sombra del poder de la Iglesia. Especialmente durante la segunda mitad del siglo XVII esta decadencia se irá acrecentando.

Tal vez conociera Abarca la obra de Merlo por el retablo de Santa María del Prado en Ciudad Real, terminado en 1617, los grandes retablos del real Monasterio de Guadalupe (1618), el de la Catedral de Sigüenza (1615) o el de San Pedro Mártir de Toledo (1614). Puede que le fuera recomendado por algún cercano o se dejara llevar por la fama del escultor "que más nombre tiene en el reyno". Con dichas premisas, el día 27 de agosto de 1619 firman el contrato de ejecución del Cristo de la Misericordia en Toledo Pedro Abarca y Giraldo de Merlo ante el notario José de Herrera y los testigos Francisco de León, Diego López Ortiz y Alonso de Rojas.

El pino de Cuenca es el material elegido para la imagen del Cristo de la Misericordia, madera habitual en Giraldo de Merlo, tal vez por la facilidad de aprovisionamiento, por presupuesto o por la experiencia de su uso; sus cualidades son muy buenas, sobre todo si el acabado iba a ser policromado frente a otras como el nogal, cedro, ébano o caoba, más nobles -también más costosas- que se reservaban para acabados al natural.

El dorado al agua, con pan de oro y acabado bruñido, es el que tenemos en el paño de pureza de nuestro Cristo crucificado. Los panes de oro se aplicaron sobre la preparación de bol humedecido. Una vez seco el oro, se procedió a bruñirlo con la piedra de ágata.

La finalidad de la imagen del Cristo de la Misericordia no está clara. En las relaciones de Felipe II se dice "que está votado de guardar cada año tres días de fiesta, que son San Sebastián, San Benito y San Agustín", así se mantendrían a principios del siglo XVII, y consta que hay una cofradía del Santísimo Sacramento fundada en 1581. Si era para tener en el templo, se justifica el considerable tamaño de la imagen, "dos varas, antes más que menos" según el contrato, y que sea maciza, sin ahuecar, no facilita el transporte. Sin embargo, el acabado es completo, la parte de la espalda está terminada como la delantera y los costados, se puede ver sin faltas por todas partes. ¿Era para procesionar como se hace ahora?

 

 

Con el "embarnizado y encarnado", tal como dice el contrato, debió terminarse la imagen coronada de espinas y colocada en su cruz con los clavos y el rótulo. El comitente por lo general tenía derecho a ver cómo iban los trabajos de la obra contratada. Desconocemos si alguien se pasó a ver el avance de la talla o las circunstancias del pago restante el día de la entrega del Cristo acabado. No consta descontento por ninguna de las partes o retrasos en la entrega. Sin duda fue Pedro Abarca a recibir la obra avisado por el escultor o porque cumplía el plazo de las carnestolendas de 1620. Era mucha responsabilidad delegar el remate de la transacción en alguien ajeno. La entrega hubo de hacerse en tiempo y forma según el contrato o incluso antes.

A finales de 1619 y principios de 1620 Merlo contrata la realización de varias obras que no llegaría a realizar. Su mujer, ya viuda, el 14 de mayo suplicaba se le eximiera de la curaduría de sus hijos de la que luego en septiembre se hace cargo. Nuestro autor debió morir a finales de abril o primeros de mayo, ignoramos la causa y el lugar de su entierro. Contaba 46 años de edad. Tenía obras por cobrar, en el taller varias obras sin terminar y alguna para retirar. El Cristo de la Misericordia de Castellar de Santiago pudo ser la última obra que realizó y entregó. Conformes ambas partes, solo quedaba preparar el crucificado para el transporte por el medio descrito, carro de mulas. Si tratamos con trabajadores de la madera, suponemos que el embalaje fuera una caja preparada para la talla amortiguando posibles golpes del traslado con materiales habituales para la época como trapos, serrín, virutas del taller, paja y tal vez corcho, para que llegara intacta a su destino.

A lo largo de los 400 años que tiene el Cristo de la Misericordia se han producido diferentes cambios en la imagen. Sabemos dónde estaba colocada la escultura en 1719 pero no cuándo pasó a estar en el altar mayor y tampoco cuándo se considera el patrón de la parroquia. Por las fotografías conservadas de principios del siglo XX vemos que tiene un rótulo que no parece el original. La corona de espinas era un postizo que tampoco se conserva y los clavos de forma troncopiramidal que tiene ahora sustituyen a otros que aparecen en las fotos anteriores a 1936 con las cabezas conocidas como de "gota de cera". La cruz del contrato debía ser de madera en su color, sin duda de pino, y filetes dorados, de pan de oro.

Sabemos de la restauración integral que tuvo el crucificado en 1939, ensamblando de nuevo la imagen desmembrada y policromando. Agustín Clemente fecha dicha restauración en 1940 en Valencia realizada por Pío Mollar. Hubo otra coincidiendo con la restauración de la iglesia de Santa Ana terminada en 1972.

Se redactó un informe en mayo de 1988 elaborado por Ana Morrás Ruiz-Falcó y Luis García Muñiz. En el mismo describen fisuras en el cuerpo, desajustes del volumen original, degradación de adhesivos orgánicos del encolado; dicen también de la última restauración que al parecer se repintó totalmente la talla; y proponen un plan de tratamiento para mejorar su estado.

La última y mejor documentada restauración se llevó a cabo en el Museo Provincial de Ciudad Real por parte de Rocío Prieto Vallejo de octubre de 1990 a febrero de 1991. En el informe publicado, una vez terminado el trabajo, detalla el estado de conservación de cada una de las partes, primero del soporte y luego de la capa pictórica. A continuación describe el tratamiento seguido en el que destacamos: reajuste del brazo derecho, reposición de faltas en pie y cabello, y reposición del cuarto punto de anclaje en la espalda; en la capa pictórica se procede al asentamiento del color, limpieza eliminando repintes, barniz oxidado y suciedad; estucado y nivelación de faltas; por último se procedió a la integración en lagunas pequeñas con retoque mimético y en las de mayor tamaño por medio del "trattegio", terminando con un barnizado primero de retoques y un barniz final.

Transcurridos 28 años de esta intervención, ante los visibles deterioros observados en la imagen, se encarga un nuevo informe que recae en la misma restauradora, Rocío Prieto Vallejo, firmado el 5 de abril de 2018, en el que describe el estado actual y propone un nuevo tratamiento de intervención: no presenta graves problemas estructurales, el cuarto punto de anclaje repuesto ha dado resultado y la figura permanece estable en general apreciándose una pequeña fisura en el brazo derecho. La policromía ha sufrido más deterioro con acumulación de suciedad y deterioro del barniz. La parte más dañada son las piernas, muy accesibles a los feligreses en el besapiés de los viernes, por falta de protección dentro del camarín, "el roce de su superficie ha provocado el desgaste total de las reintegraciones anteriores y también de los pocos restos de la policromía original. La obra vuelve a estar descarnada quedando los pies con la madera al descubierto". La intervención propuesta comienza por el sentado de la policromía, limpieza superficial de la imagen, limpieza química y retirada del barniz en la parte inferior, estucado de grietas, faltas y lagunas, para terminar con el barnizado final. A la luz del citado informe, la restauración queda pendiente.

Desde su creación en la primavera de 1620 la imagen de este Cristo de Giraldo de Merlo ha sufrido diferentes intervenciones en la que destacan la más destructiva de 1936 y las sucesivas restauraciones del siglo XX. Es una imagen devocional integrada en la vida cotidiana de Castellar de Santiago. Celebra su patronazgo el 14 de septiembre en que es sacada en procesión por las calles de la localidad.

Sirva este trabajo como toma de conciencia de su valor artístico, de su delicado estado de conservación, de la sabiduría y buen hacer de todos los que hicieron posible que llegara hasta nosotros, recordando especialmente al prestigioso escultor Giraldo de Merlo, que acabó sus días al tiempo que entregaba esta excelente obra hace cuatrocientos años y a la espera de un amplio estudio sobre su vida y obra.

 


 

FUENTES

Licenciado en Bellas Artes por la Facultad San Carlos de la Universidad Politécnica de Valencia, Raimundo Cobos Fuentes ha desarrollado su labor docente como profesor de Dibujo y Artes Plásticas en diferentes centros educativos; en el IES El Greco desde 2017.

COBOS FUENTES, Raimundo. "Giraldo de Merlo y los oficios de la escultura policromada: el Cristo crucificado de Castellar de Santiago de la Mata", en Alminar, nº 13, Toledo, IES El Greco, 2021, pp. 148-170.

 

Fotos: Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia (Castellar de Santiago)

 

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