LOS EXVOTOS PICTÓRICOS MARINEROS DE SANTA CRUZ DE LA PALMA

Texto y fotografías de José Guillermo Rodríguez Escudero


 

 
 
Exvoto de 1704. Santuario de Nuestra Señora de las Nieves

 

El exvoto -del latín ex voto, a consecuencia del voto- se entiende como una ofrenda a la divinidad en señal de un beneficio recibido. La costumbre popular de dedicar a Dios -o dioses, etcétera- ofrendas que propicien su intervención favorable es practicada universalmente. Estas dádivas pueden ser muy variadas, desde las pequeñas piedras que los devotos amontonan frente a la imagen de la venerada divinidad, hasta la pintura que se reproduce fielmente la gracia obtenida. El catálogo de exvotos pintados es muy numeroso a lo largo y ancho de la geografía europea católica y también en Latinoamérica. El origen del exvoto -tal y como lo conocemos en la actualidad- puede remontarse perfectamente a la antigua tradición de la nobleza europea de regalar a las imágenes religiosas, a la que los artistas agregaban el retrato del donante. Es una costumbre que se encuentra en las manifestaciones más ancestrales. El historiador Pérez Morera nos recordaba que “es tan antigua como la propia humanidad” y pone como ejemplo las “pinturas de Altamira y Lascaux hasta manifestaciones más elaboradas como la Victoria de Samotracia, exvoto marino que conmemora la victoria de los griegos sobre los persas”.

Si bien no ha llegado a nuestros días toda la relación de piezas de la que hablan los archivos, el legado pictórico ejecutado como objeto votivo es aún muy importante y digno de ser rescatado, preservado y divulgado. Es probable que en esta paulatina desaparición de muchos de ellos tuvieron que ver: la desacralización de los recintos sacros, el reducido tamaño de las obras y su escasa calidad técnica, la desidia y la ignorancia de las gentes y de los cuidadores de los templos, los incendios y las humedades, etcétera. En referencia a esto, hay que decir que es precisamente la propia autoridad eclesiástica la que ha fomentado y propiciado su desaparición, puesto que en numerosas ocasiones fueron los prelados y párrocos los que llegaron a prohibir su colocación en los muros y altares de los templos los conocidos por “milagros”, ya que no estaban muchos de ellos declarados por la Iglesia como tales. Un ejemplo es que, el doctor Domingo Álvaro de Franchy, en su visita a la parroquia de San Mauro de Puntagorda, prohibió en 1778, según lo dispuesto en el Concilio de Trento, que se colocasen o “figen en los templos manos, pies, brazos, ojos de cera en señal de milagros” sin que antes los reconociese o aprobase el señor obispo.

Hemos comentado que, desde la antigüedad, eran muy frecuentes este tipo de donaciones, entendidas como un profundo agradecimiento a Dios, a la Virgen y a sus Santos por un favor recibido. Esta devota dádiva era acompañada de oraciones, sellando así el voto solemne con la Divinidad. Numerosos santuarios, ermitas, oratorios e iglesias se convirtieron desde tempranas épocas en magníficos y verdaderos expositores de estos objetos votivos de toda índole: los marinos salvados del naufragio ofrecen remos, o diminutas y pintorescas reproducciones de sus embarcaciones; los cojos, muletas; los enfermos llevan al templo reproducciones de cera, plata u oro de la parte enferma milagrosamente sanada (brazos, ojos, piernas); y así un largo etcétera.

Una de las formas de exvoto que con más ingenua sinceridad muestra el arte popular es la de una tablilla pintada en la que se plasma “la historia de milagro”. Es muy frecuente en los países latinos e iberoamericanos. En civilizaciones como la japonesa también aparecen con el nombre de emma. En este sentido, Pérez Morera recoge uno de los milagros de “ASIETA”, concretamente el número tres del listado de fray Diego Henríquez, donde se narra el milagro de la niña Margarita: “A otros muchos despeñados de los muchos y grandes despeñaderos de toda la isla, por ser muy alta, dem muy profundos valles y barrancos, y de muy peligrosos caminos, ha librado esta milagrosa reyna, cuyo auxilio han implorado en sus tribulaciones, como lo dicen las diferentes cuerdas, medidas de los despeñaderos, que se ven en las paredes del templo por signos y perpetuos testigos de los milagros”.

 

 
 
Exvoto de 1639. Santuario de Nuestra Señora de las Nieves

 

Afortunadamente se está produciendo en los últimos tiempos un aumento del interés social por estas piezas devocionales y numerosos historiadores y artistas han abogado por su rescate urgente, su estudio y su difusión. Es cierto que, a pesar de que, como pieza artística -como vimos- no es importante, sí lo es como documento veraz y auténtico para el estudio de las antiguas sociedades y sus tradiciones, su escritura y sentimientos, su vestiduras y su habla, su cultura y la gama de colores en uso, su forma de actuar, de pensar, de reaccionar, de vivir, de creer...

En La Palma, es impresionante el inventario de pinturas votivas que aún existe en el interior de sus templos:

 

Real Santuario de Las Nieves: siete piezas fechadas en 1639, 1704, 1722, 1723, 1757, 1768 y 1867; se trata de la serie de exvotos marineros pictóricos más completa del Archipiélago, y el fechado en el año 1639 es el segundo más antiguo de España.

Ermita del Cristo de El Planto: cuatro piezas fechadas en 1715, 1722, 1751 y 1757.

Iglesia de Santo Domingo de Guzmán: tan sólo uno, pero se trata del más antiguo conservado en España, fechado en el año 1621.

 

Asciende a un total de 12 los catalogados en todos estos templos pertenecientes al término municipal de Santa Cruz de La Palma. Habría un decimotercero que se encontraba en la mencionada iglesia dominica hasta la primera década del siglo XX. En la actualidad se conserva en la parroquia lanzaroteña de Nuestra Señora de Guadalupe, en Teguise. Aparte de los mencionados, tan sólo existe otro cuadro -fechado en el año 1783-, el número catorce, en el santuario de la Patrona de Fuerteventura, Nuestra Señora de la Peña, en Vega del Río Palmas. En algunos inventarios parroquiales constan otras pinturas, que hoy han desaparecido.

En cuanto a la dimensión de estas pinturas -de marcado carácter popular-, se observa que las siete -de formato apaisado- custodiadas en el Santuario -a pesar de que la diferencia de la más antigua y la más moderna es de 230 años- son todas iguales (aproximadamente 50 x 70 cm); dos de la Ermita de El Planto -datados en 1712 y 1722- de 31 x 47 cm; la existente en la Iglesia de Santo Domingo, 49 x 67,5 cm, etcétera. Concepción Rodríguez, en su completo estudio sobre los exvotos pintados en Canarias, nos informa que no existe constancia documental que aporte datos sobre su autoría. Todos son anónimos. En cuanto a este asunto, Pérez Morera indica lo siguiente: “Sus autores son anónimos, unas veces profesionales y otras los beneficiarios mismos del milagro”.

En cuanto a la estructura temática del exvoto, sí hay coincidencia en cuanto a su esquema. En la composición tradicional, el espacio del exvoto se divide en tres bandas horizontales: texto, tierra/mar y cielo. En la parte inferior aparece una leyenda en la que se describe el milagro. Según lo estudiado, no hay pretensión alguna en que esta descripción fuera magistral; tan sólo se trataba de plasmar de forma clara, el accidente, incidente, enfermedad, etcétera, de cuyas fatídicas consecuencias se han salvado. El hecho o motivo del exvoto es representado en el centro y parte superior. En ésta última, surge la aparición de la Virgen (en el caso de los milagros marianos como en Las Nieves y en Santo Domingo: Virgen del Rosario) o el Señor (el Crucificado de El Planto), etcétera. La aparición divina suele ser plasmada en la parte superior izquierda, rodeada de nubes y separada del resto del cuadro, efecto conocido como “rompimiento de gloria”. Sin embargo, siempre hay excepciones. En dos de los cuadros de Las Nieves, hay carencia de la aparición celestial. En la pintura de 1722 aparece una estrella (Stella Maris -Estrella de los Mares- de la Letanía Lauretana) y en la de 1704, la imagen mariana es sustituida por la silueta de la ermita de Nuestra Señora de Las Nieves de Taganana (Tenerife), en el lado derecho del lienzo.

 

 
 
Exvoto de 1723. Santuario de Nuestra Señora de las Nieves

 

En el Santuario se encuentra un atril informativo en el que se lee: “Abogada en sequías, plagas y volcanes, el patronazgo de Nuestra Señora de Las Nieves sobre todos los órdenes de la vida insular tiene documentado reflejo en las paredes del Real Santuario donde cuelgan exvotos que recuerdan su intersección en tormentas y calamidades ocurridas en aguas de Canarias y de la América Española en 1639, 1704, 1722, 1723, 1753 y 1768”. En el mismo recinto mariano hay constancia, por ejemplo, de la existencia de un lienzo que representaba la sanación del doctor Natur y otro en el que se plasmaba otro milagro de la Morenita “de la que es partícipe el doctor don Juan Méndez”.

La imagen de la Virgen de Las Nieves representada en sus exvotos aparece como una vera efigie -retrato de la verdadera imagen- con el Niño Jesús en su brazo derecho y su conocido porte majestuoso y hierático, embutida en su percha textil triangular y barroca. Se trata de la imagen mariana más antigua de Canarias y la que suscita más devoción entre los palmeros. Generaciones de isleños la han venerado bajo este aspecto que aquí también se muestra. Tan sólo en el exvoto del año 1768 es representada con Jesús en su brazo izquierdo y el rompimiento de gloria se encuentra a la derecha del espectador. La representación de la Virgen no guarda relación con la representación iconográfica de la “Morenita”, aunque es mentada bajo su advocación palmera. Nuestra Señora de Las Nieves es la que más aparece representada en este tipo de exvotos. Queda así demostrada que, para el pueblo de La Isla de la Palma, la Virgen es la más importante intercesora ante el Creador; y su Patrona Inmemorial, la advocación mariana más reiterada, notable y efectiva ante la adversidad.

El viajero Charles Edwardes visitó La Palma en 1887. Tras su visita al Santuario de la “Señora” dejó escrito lo siguiente: “Es también en esta famosa capilla donde los hombres de la mar hacen sus promesas antes de embarcarse para La Habana. De sus paredes cuelgan viejas pinturas grotescas que representan milagros obrados en la mar por la Virgen misericordiosa. En 1704, por ejemplo, el capitán de una bricharca canaria, enfrentada a un barco pirata turco, invocó a la Virgen de las Nieves con tal éxito, que durante tres horas que duró la lucha no cayó ni un solo español, aunque sí numerosos turcos. Otra sencilla historia nos cuenta que la nave de Nicolás Marques, habiendo partido el 25 de febrero de este puerto rumbo a la isla de San Miguel, al llegar la noche del vigésimo sexto día de viaje, se vio envuelta enana feroz tormenta, y al divisar una estrella durante la confusión, los tripulantes invocaron a Nuestra Señora de Las Nieves y en unos instantes volvió la calma -el año 1702”. La nave está representada como una pequeña barca sacudida por las blancas olas, mientras una estrella del tamaño del sol brilla en el cielo azul sobre un banco de nubes violeta que se desvanecen. Por todas partes en la iglesia pilas de viejas velas e innumerables piernas, cabezas y brazos de cera dan prueba, como exvotos, del poder taumatúrgico del santuario”.

A lo largo de su historia, los navegantes palmeros han buscado el refugio de la Virgen de Las Nieves en los infortunios, calamidades e incidentes producidos durante la travesía marítima hasta puerto seguro. Yanes Carrillo nos recordaba la oración que las tripulaciones de buques y navíos hacían antes de partir: “Señores, recemos y digamos que buen viaje hagamos; una salve a la Virgen de Las Nieves, abogacía de esta embarcación: el Señor nos dé buen viaje y buen tiempo y nos lleve a puerto de salvamento”. Otra de las costumbres relacionadas con la Virgen y la mar era que las naves llevaran a bordo una imagen de la Señora de La Palma. Pérez Morera recogía en su obra que era a Ella a la que los marinos “imploraban y se encomendaban con fervorosa oración en momentos de peligro, diciendo: Madre mía de Las Nieves, ayúdanos”. Yanes Carrillo escribía también: “en las noches cerradas, en plena y dura tempestad, los marineros repetían aquella invocación, antes de subir a lo más alto de la jarcia, y esto, decían, les daba ánimos y alientos para luchar allá arriba. Cuando la más absoluta oscuridad los envolvía, suplicaban: Madre mía de las Nieves, manda un relámpago para ver dónde me agarro. De nuevo en tierra, iban siempre casi todos a visitar a esta Virgen de su devoción y a darle gracias por haber podido pisar nuevamente su tierra y si el viaje había sido malo y les había azotado alguna dura tempestad, al regreso le llevaban botijas de aceite para la lámpara y le hacían promesas, yendo unos desde el muelle desnudos, de la cintura para arriba; y otros mudos, sin hablar, hasta llegar al santuario, y otros descalzos, en cumplimiento de lo que habían prometido”.

En la mayoría de los casos (en todos excepto en uno), el tema sobre el que gira el exvoto en el Santuario de Las Nieves es el marino. Esto nos da una idea de la importancia de la mar en la vida del canario. Recordemos que el puerto de Santa Cruz de La Palma fue el tercero en importancia durante el Imperio de Carlos V tras Amberes y Sevilla. También que sus astilleros llegaron a ser considerados como los más importantes del Archipiélago, donde encontraban trabajo numerosas familias isleñas y que tanto prestigio internacional dieron a La Palma durante la navegación a América, la Carrera de Indias. No en vano, la importancia comercial y demográfica en las relaciones La Palma-América también están aquí muy presentes. Así, proliferan en estos cuadros los puntos de partida y destino a ambos lados del Atlántico: muelles de Canarias y de América (La Guaira, Campeche, Veracruz, La Habana...) Como excepción: la “galena que partió de la Martinica para Cádiz (1723) y la que dejó las islas de Furguillán con destino a Guarico (1768), así como el de 1715 del Planto, en el que se habla de una embarcación, salida de Caracas, que queda en situación de embarazo al ser afectado por un norte a la entrada de Veracruz”.

Es, precisamente, la Isla de San Miguel de La Palma la que ha tenido a través de los siglos una dilatada historia marinera, y los hombres de la mar, navegantes, mareantes, marinos, viajeros, náufragos, marineros, etcétera, tuvieron siempre por especial Protectora a la Santísima Virgen de Las Nieves, a la que imploraron en todas sus adversidades y vicisitudes. Muchísimos fueron los beneficios recibidos y estos exvotos que aún se conservan en su Real Santuario son una prueba de ello. Todos se refieren a hechos similares y son un vivo exponente del agradecimiento y de la fe de aquellas generaciones de palmeros por el favor recibido o la gracia alcanzada, siempre de forma milagrosa y sobrenatural. Pérez Morera nos decía que “se realizaban para dejar testimonio en el santuario correspondiente del milagro con que alguna Virgen, Santo o Cristo había favorecido a una o varias personas”.

 

 
 
Exvoto de 1867. Santuario de Nuestra Señora de las Nieves

 

Fray Diego Henríquez, en el año 1714, había relatado numerosos prodigios y milagros de la Virgen de Las Nieves. Recuerda como “las otras maravillas y beneficio desta prodigiosa ymagen, los tullidos, baldados y otras enfermedades que ha sanado; los despeñados y naufragios de que se han librado; los conflictos y necessidades que han remediado a los que han implorado su favor y auxilio, las dicen más bien las muletas, pedaços de maromas, cuerdas, pinturas y demas instrumentos que en su iglesia se miran para eterna memoria colocados en las paredes sin los muchos que se quedan en el olvido sepultados...” .

En la escena aparecen numerosos tipos de embarcaciones: galeras, goletas, fragatas, etc. Aparecen en la representación de un naufragio y en la batalla contra un buque infiel (exvoto de Las Nieves del año 1704). El del año 1867 plasma a un infante en una cuna junto a una ventana, a través de la cual se observa un paisaje escarpado y un faro. En estos lienzos, la mar y las olas están ingenuamente representadas. Otra de sus características es que esta representación es marcadamente primitiva, a pesar de que hay alguno de ellos que sobresale en cuanto al realismo y acabado de sus elementos. Es el del año 1722 en el que la imagen del mar está mejor plasmada, a pesar de que la embarcación es una de las más toscamente representadas. En el del año 1704 está mejor logrado el trazado de los acantilados de Anaga (Tenerife) así como su oratorio de Las Nieves. Otras de sus características mejor conseguidas por el anónimo autor son la calidad del velamen, el acierto y exactitud en los pequeños detalles (las figuras humanas, los navíos, el fuego de los cañones...) En referencia a este exvoto, Concepción Rodríguez precisa que estos pormenores “nos trae a la memoria la batalla naval retratada por Cristóbal Hernández de Quintana en el lienzo de San Pío V de la iglesia de Santo Domingo de la ciudad de La Laguna, obra posterior a la palmera en casi un cuarto de siglo e inferior en valores táctiles...” .

En el del año 1704 aparece la siguiente inscripción en la banda inferior: “El 30 de agosto de 1794 salio de la Habana el Capn Juan Estrella en el navio nombrado Nra Sra del Sagrario y San José Y navegando 56 dias hasta Naga dio con un navio argelino de turnos a la vista de una ermita de Ntra Sra de Las Nieves en Taganana y habiendosele abordado y guerreando tres horas luego qe invocaron esta Sra ceso el conbate quedandoles muchos muertos y de los ntrs no mas qe 3 heridos”. Precisamente, en ese mismo navío -pilotado por el agradecido Juan Fernández Estrella- llegó la preciosa y valiosa cruz de plata repujada del Santuario de Las Nieves. Pérez Morera recoge, en su trabajo sobre el exvoto pictórico, la escritura de donación “fechada el 18 de noviembre de 1704, es decir, semanas después del ataque argelino”. Añade que había sido “remitida de La Habana por el maestre de campo don Gaspar Mateo de Acosta con el citado capitán”. Fray Diego Henríquez, en su relación de milagros de la Virgen de Las Nieves, narra esta batalla en el número 14. Escribe: “son estos barbaros piratas muy frecuentes en estas islas, no sólo por lo indefenso que tienen conocido en las fragatas de su comercio, que apresan con facilidad, si también porque conocen que los navíos de Indias, empachados con la carga, no bien pueden safar la artillería para defenderse y que ellos vienen safos y prevenidos para la pelea, por lo qual se les arrojan también quando hallan la ocación como en estas y otras muchas ; reconociéronse los dos, presentaron la batalla midieron fuerzas y, temiendo el christiano en lo menos robusto de las suyas, lo avía de rendir el turno, acogióse al favor de Nuestra Señora de Las Nieves de su isla, imploró su auxilio y, saliendo valeroso de la riña, se entró en el puerto; Y para memoria deste beneficio, de orden del dicho capitán, se puso en la capilla mayor la pintura que lo representa”.

Los exvotos de 1639 y de 1704 se enviaron a México para participar en la exposición titulada Plata, forjando México, celebrada -desde el 6 de junio hasta el 30 de octubre de 2010- en el Museo Nacional del Virreinato (Tepotzotlán, Estado de México) y organizada con ocasión del II Centenario de la Independencia de aquel país.

El desaparecido artista e investigador Alberto José Fernández García (1928-1984) restauró en los años 70 del pasado siglo estas piezas. Se dice que había reconstruido las leyendas de todas ellas y, que por esta razón, ofrecen la misma grafía, a pesar de sus notables diferencias cronológicas (1639-1768). Pérez Morera confirma que, “sin embargo, concuerda -con algunas diferencias de transcripción- con el que reprodujo en 1953 Armando Yanes Carrillo en Cosas viejas de la mar”. El propio investigador palmero añadía que, tanto la antigüedad de las pinturas y del relato podían ser comprobadas por otras fuentes. Así, transcribía el inventario del santuario de 1718, donde figuran “un cuadro pequeño con Nuestra Señora y vn enfermo en cama y otro quadrito en que están pintados dos nauíos”. Esta escena es, sin duda, “se corresponde con el combate entre turcos y cristianos al que hemos hecho alusión”.

 

 
 
Exvoto de 1621, el más antiguo de España. Iglesia de Santo Domingo de Guzmán

 

En la iglesia del extinto convento dominico de San Miguel de Las Victorias -hoy de Santo Domingo de Guzmán- se venera la imagen de Nuestra Señora del Rosario, otra de las advocaciones marianas representadas en esta relación pictórica. Se trata del exvoto pictórico marinero más antiguo de España, fechado el 21 de septiembre de 1621. Curiosamente, esta Virgen era conocida como “La Galeona, Capitana en la Batalla de Lepanto”. La antigua imagen -anónima- fue trasladada en 1853 a la parroquial de San Blas Obispo de Villa de Mazo. La talla que actualmente se venera en su Real capilla de la iglesia de Santo Domingo sustituyó a la original en el año 1835 y salió de la gubia del artista orotavense Fernando Estévez del Sacramento. La importancia de varios exvotos en su capilla -como vimos, el de 1621 y el de 1730, trasladado a Teguise- “son pruebas fehacientes de sus favores”.

A principios del siglo XX existieron varios cuadros exvotos que perpetuaban las gracias y los favores que la Virgen concedía a sus devotos. Fernández García nos recordaba que existió uno “pintado en lienzo con el milagro obrado en el niño Antonio Vicente, el que nació con imperfección que hizo no pudiera andar”. El mismo investigador informaba de cómo su madre lo había ingresado a los siete años en la Esclavitud y Hermandad del Santísimo Rosario para pedir a Dios y a la Virgen su intersección milagrosa. Se consideró un prodigio divino el que, a los ocho días de su ingreso, mejoró sobremanera y, según dijo el menor, “había visto una cosa más linda que el cielo, la cara más blanca que la Luna vestida de blanco”. Ocurría en Enero de 1730 y rápidamente fue puesto en conocimiento del prelado de la diócesis. Fernández García continuaba: “De los referidos exvotos que representaban en su casi totalidad escenas de naufragios, se conserva el ocurrido al barco que mandaba Musiu Roso que tuvo lugar el 21 de septiembre de 1621, en la travesía de la Martinica a las Bermudas. Es el exvoto más antiguo que existe en la Isla”.

Recordemos que Amich Bert, en su obra sobre exvotos marineros, confirmaba que uno de los exvotos marineros más antiguos conservados en España databa de 1702, con lo que éste que nos ocupa de la Capilla Real del Rosario; es decir, ejecutado 81 años antes, es el que puede preciarse de presentar fecha más lejana.

La otra serie importante de exvotos pictóricos se encuentran en la Ermita de Nuestro Señor del Planto -o también del Llanto-, extramuros de la ciudad de Santa Cruz de La Palma. Su imagen había sido traída desde México en el siglo XVII y gozó de gran devoción entre marinos y navegantes. La talla había sido modelada por indígenas mexicanos en caña de maíz. Es una escultura excepcional, hueca en su interior y con un peso inferior a los diez kilos. Curiosamente, el Vizconde del Buen Paso, Cristóbal del Hoyo Sotomayor, decía que la imagen de este Cristo Muerto era la primera “que a mi memoria se presenta cuando las congojas de mi mala vida me acometen”. En su conocido tono irónico y sarcástico, añadía que sólo Él “sabe hacer milagros y que los demás no entienden de eso palabra”. Pérez Morera escribía que, bajo la protección de este milagroso Crucificado “surcaron el mar algunas naves isleñas, como la fragata nombrada Santo Cristo del Planto, que en octubre de 1684 se hallaba fondeada en el puerto de Santa Cruz de La Palma. No en vano, fue invocado en situaciones especialmente conflictivas, como prueban los exvotos fechados entre 1715 y 1757. Estas pinturas, de nítido acento popular, recuerdan las tempestades acaecidas durante las travesías entre la Guaira, Veracruz, La Habana y las Islas Canarias”.


BIBLIOGRAFÍA

AMICH BERT, Julián. Mascarones de Proa y Exvotos Marineros, Argos, Barcelona, Buenos Aires, 1949.

CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, José. «Exvotos pintados en Canarias», publicado en IX Coloquio de Historia Canario-Americana (1990), tomo II, Excelentísimo Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas, 1993.

GARCÍA ROMÁN, C., MARTÍN SORIA, M. T. La Religiosidad Popular, volumen III, Anthros, Barcelona, 1989.

EDWARDES, Edward. Excursiones y Estudios en las Islas Canarias, Excelentísimo Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1998.

FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto-José. «La Esclavitud y Hermandad del Santísimo Rosario. Fiesta de la Naval», publicado en Diario de Avisos, 26 de Octubre de 1963.

- Idem. «Exvotos Marineros», publicado en Diario de Avisos, 20 de Septiembre de 1974.

- Idem. «Historia de Las Nieves», publicado en Diario de Avisos, Extra de Junio de 1978.

- Idem. Real Santuario de Nuestra Señora de Las Nieves, Everest, León, 1980.

HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M. La Muerte en Canarias en el Siglo XVIII, Ayuntamiento de La Laguna, 1990.

PÉREZ MORERA, Jesús. «Batalla naval entre turnos y cristianos frente a la costa de Taganana (exvoto marinero)», en Arte en Canarias [Siglos XV-XIX] Una Mirada Retrospectiva, tomo II, Gobierno de Canarias, 2001.

- Idem. “De la Nieve de María. Los Milagros de la Virgen según fray Diego Henríquez (1714)”, en Festejos públicos que tuvieron lugar en la ciudad de La Palma, con motivo de la Bajada de Ntra. Sra. De las Nieves, verificada el 1º de febrero de 1845, Escuela Municipal de Teatro, Santa Cruz de La Palma, 2005.

- Idem. Magna Palmensis. Retrato de una Ciudad, CajaCanarias, 2000.

PINO PÉREZ, Antonio, “Tú lo sabes... Capitana. A la Santísima Virgen de Las Nieves. Patrona de la Isla”, publicado en Diario de Avisos, Febrero de 1950.

YANES CARRILLO, Armando. Cosas Viejas de la Mar, Santa Cruz de La Palma, 1953.

 

 
 
Exvoto de 1715. Ermita del Cristo del Planto

 

Artículo Relacionado en este


Noticia Relacionada en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com