EL DULCE NOMBRE DE JESÚS Y SU CULTO EN SANTA CRUZ DE LA PALMA

Texto y fotografías de José Guillermo Rodríguez Escudero


 

 
     
     
Niño Jesús de la Iglesia de la Encarnación

 

La ley mosaica prescribía dos ceremonias vinculadas con el nacimiento de un niño. Si era del sexo masculino, debía ser circuncidado, al tiempo que su madre, considerada impura después del parto, debía purificarse; esto es, presentar a su primogénito en el templo y recuperarlo del Señor por medio de una ofrenda. La circuncisión debía realizarse ocho días después del nacimiento, y la purificación, cuarenta días más tarde. La madre podía encargarse de la operación tanto como el padre: en el Libro de los Macabeos son las madres quienes circuncidaban a sus hijos recién nacidos y, según San Epifanio, Jesús habría sido circuncidado por la Virgen en la gruta de la Natividad.

Réau nos informaba que, entre los judíos, el acto de la ablación del prepucio “era el equivalente de lo que llegaría a ser el bautismo para los cristianos”. En suma, era una especie de sacramento, y a la vez un acto de registro en la comunidad familiar y religiosa a través de la imposición de un nombre: es ese día cuando el niño recibe su nombre de circuncisión, que entre los cristianos se llamaría nombre de pila (bautismal). Así se hizo con el hijo de María (Lucas, 2: 21): “Cuando se hubieron cumplido los ocho días para circuncidar al Niño, le dieron el nombre de Jesús, impuesto por el ángel antes de ser concebido en el seno”. De ahí la importancia que los teólogos atribuyen al acontecimiento: es en esta ocasión cuando Jesús recibe su nombre, y es entonces cuando, por primera vez, vierte su sangre, que correría más tarde en la Flagelación y en la Crucifixión para redimir los pecados de los hombres.

Desde la Baja Edad Media, comenzó a proliferar la representación de la infancia de Jesús, que alcanzó su apogeo durante el barroco español. Concretamente en Canarias, la figura del Niño Jesús gozó de una importante devoción en la religiosidad popular isleña durante el Antiguo Régimen. En este destacado culto al Hijo de María, jugó, según Santos Rodríguez,“un papel de primer orden los atributos con que se muestran al Niño Jesús, en el que se aunan sus poderes taumatúrgicos, de redención curativa, así como las funciones de enfermero y fecundador”. Tal vez por este motivo, para asegurar la salud familiar, proliferara en los domicilios particulares el culto al Sagrado Infante. Así, la piedad doméstica contribuiría a difundir esta devoción con su imagen entronizada en lugar preferente de alguna habitación, bien en el salón principal o incluso en los oratorios de las mansiones. Recordemos el altar del Niño Jesús presidido por su imagen en la antigua casona de Felipe Massieu y Tello de Eslava, en la actual Plaza de España de Santa Cruz de la Palma (Santa Cruz de Tenerife), capital de la Isla de La Palma. A la derecha estaba acompañado por una Inmaculada Concepción, y al otro por San José. Según Pérez García, “una composición que, vista en su conjunto, conformaba una estudiada versión de la Sagrada Familia”.

Según Hernández Correa, “del rico patrimonio folclórico que atesora Santa Cruz de La Palma en su plantel festivo de Navidad, las celebraciones de Año Nuevo se hallan vinculadas a una tradición que se remonta hasta el siglo XVI”. Según el calendario romano, la Iglesia fijó para el 1 de enero la Fiesta de la Circuncisión. El Papa Inocencio XIII, en el año 1721, fijó la Fiesta del Dulce Nombre de Jesús el Domingo comprendido entre la Circuncisión y la Epifanía, o en caso de no coincidir, el día 2 de enero. Bajo el pontificado de Juan Pablo II, en el nuevo misal romano de 2002, la fiesta se estableció el 3 de enero, cediéndose el puesto el día 1 a la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, si bien en la cual se conmemora también de modo principalísimo la imposición del nombre de Jesús. Hernández Correa nos informa también que “la antigüedad de su ordenamiento en el derecho canónico de la diócesis canariense data como mínimo de 1506”. Caballero Mújica incluye en su obra el listado de las fiestas de precepto de dicha diócesis: “En el mes de enero, el primero día, la çircunçisión de nuestro señor Ihesuxripto”.

 

 
     
     
Niño Jesús de la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán

 

En la iglesia del antiguo cenobio de San Miguel de Las Victorias -templo dedicado a la advocación de Santo Domingo de Guzmán-, se hallaba establecida la Cofradía del Niño Jesús. Uno de sus cometidos era el de organizar la fiesta de la Circuncisión todos los primeros de enero de cada año. Se ignora cuándo fue fundada. Sobre esto nos informa el alcalde constitucional Lorenzo Rodríguez en sus crónicas locales; nos dice que esta circunstancia es debida a “que, no estando sujeta al ordinario, los libros correspondientes deben hallarse entre los papeles del Convento”. Se sabe, eso sí, que existió hasta mediados del siglo XIX. Existen referencias desde antiguo sobre el altar del Niño Jesús. Así, Miguel de Monteverde, hijo de Jácome de Monteverde, obtuvo data del Prior y frailes del monasterio dominico para hacer un oratorio en la iglesia de este convento hacia la parte del claustro y junto al púlpito, con dos sepulturas al pie del mismo, juntas una y otra, y peana de madera en la que pudieran sentarse su esposa e hijas; Pérez García sigue informando de que su dotación se recogía en el instrumento público otorgado por ambas partes, el 10 de marzo del año 1558, ante el escribano Domingo Pérez. El patronato del altar del Buen Jesús, como así se llamaba, quedó en la descendencia que tuvo de su matrimonio con Isabel Pascua de Virués. También doña Catalina y doña Esperanza de Olivares Solano poseyeron dos sepulturas con asiento en esta iglesia. Una de ellas, “en el cuerpo de la misma junto a la pared del lado del Evangelio, entre el altar del Dulce Nombre de Jesús y la puerta de gracias que salía al claustro” (A.P.N. Antonio Ximénez, 1697). El 1 de enero de 1733, los frailes dominicos intentaron hacer una procesión con la imagen del Niño Jesús por las calles de la capital palmera, “sin asitencia del Beneficio, fundados en la Bula Pretiosus, a la que se opuso éste, y no se les permitió”.

El 5 de octubre de 1729 se inició la procesión de la Naval con la imagen de la Virgen del Rosario desde dicho templo dominico hasta la Cruz del Tercero, situada en La Alameda de la ciudad. También se había producido algún que otro pleito entre el Beneficio y el Convento, “porque los frailes se excedieron, saliendo del círculo acostumbrado”. Finalmente, el Provisor y Gobernador del Obispado don Luis Manrique de Lara, “mandó que unos frailes eligiesen las calles y que, elegidas, quedasen demarcadas para siempre, y los frailes señalaron las que se han venido siguiendo, que son las mismas de cualquier procesión general”. Actualmente, la única procesión que mantiene la piadosa costumbre de visitar la mayoría de los templos de Santa Cruz de La Palma es la que tiene lugar el Miércoles Santo a partir de las 5 de la tarde. Precisamente sale del templo de Santo Domingo y entra en las iglesias de El Salvador y la del Hospital de Dolores, pasando al lado de la plaza de la de San Francisco. Cuando ésta se divisa desde la calle Baltasar Martín, los magníficos tronos con las bellas imágenes de San Juan Evangelista, el Nazareno y la Dolorosa, conocida como “La Magna”, giran hacia su pórtico en señal de saludo. Ya no se introducen en su interior, como sucedía antes. Cada cinco años, la Virgen de Las Nieves (Patrona de La Palma), acompañada por San Miguel Arcángel (Patrón de la Isla) y la Santa Cruz Gloriosa (Patrona de la Ciudad), durante la multitudinaria y larguísima Procesión General sí contemplan esta antigua tradición. En la edición de 2005, se decidió hacer en domingos consecutivos dos procesiones sectoriales en lugar de sólo una.

Existe una noticia curiosa, también contada por el mismo cronista, en la que nos informa de que hubo que colocar una nueva imagen del Niño en 1790, puesto que un fraile loco quemó la primitiva, justo en la víspera de la Circuncisión, en la medianoche del 31 de diciembre de 1789. Se sabe que hubo un proceso encauzado por el Santo Oficio contra el dominico fray Antonio Rodríguez, natural de la capital palmera, por este sacrilegio. Se cuenta que otra monja “alocada” también quemó la preciosa talla de Santa Clara de Asís, de la iglesia del antiguo monasterio de Santa Águeda -Patrona de la Ciudad-, hoy ermita del Hospital de Dolores. Tuvo lugar, según dicen, en las cercanías del actual Real Aeroclub de La Palma, en la costa de Villa de Mazo. Se decía que la religiosa detestaba las imágenes de candelero para vestir. González de Chávez informaba, en su trabajo sobre el proceso inquisitorial al que fue sometido el mencionado religioso dominico, que, durante las festividades, la camarera del Niño arropaba la imagen con “telas primorosas y adornada de una gruesa cadena de perlas que su valor se regula en mil pesos corrientes, otras varias ôyas de exmeraldas y topacios […] y otras algunas piezas propias del mismo Niño, como corona de plata sobredorada, cruz de plata de filigrana y otras varias menudencias”.

Lorenzo Rodríguez nos informaba en sus apuntes históricos de cómo se preparaba la fiesta en la plaza del cenobio dominico. La noche del 31 de diciembre, los cofrades engalanaban los alrededores con rama fresca traída de los montes y ya a medianoche se tenía entronizado al Niño en la capilla mayor sobre sus andas que estaban coronadas de campanillas que sonaban alegremente durante el recorrido procesional. El sotabanco y el trono se adornaban con profusión de flores y velas.

 

 
     
     
Niño Jesús de Villa de Mazo

 

La actual imagen del Niño Jesús se custodia en un pequeño retablo neoclásico de una única hornacina que se erigió al fondo de la única nave del templo, al lado de la Epístola y a la entrada principal, bajo el coro. Se muestra de pie, con la mano derecha alzada en el gesto sacramental de la bendición, mientras que con la izquierda sostiene una larga cruz de plata que también usaba la anterior escultura. Se desconoce si esta talla era similar a la antigua, si bien no debía distanciarse demasiado de la actual. Según el investigador Fernández García, se trata de una obra del afamado escultor orotavense Fernando Estévez del Sacramento (1788-1854). Este artista fue también el autor de las mencionadas tallas neoclásicas del mismo templo: el Nazareno, la Magna y la Virgen del Rosario. A finales del siglo XVIII y principios del XIX fue su camarera Ana Tello de Eslava y Massieu, esposa de don Juan Massieu y Fierro, que ponía para su adorno una cadena de perlas granadas, con peso de 16 onzas, perteneciente al mayorazgo fundado por doña María Massieu y Monteverde; dicha pieza fue robada con otras más cuando se incendió dicha imagen, pero fue recuperada con pérdida de peso y valor al llegar a manos de don Felipe Massieu Tello de Eslava, según declara en su testamento otorgado ante el notario Pedro López Monteverde en 1842.

Existen otras imágenes del Niño Jesús en otros templos de la ciudad. En palabras de Hernández Correa, se tratan de “reproducciones de este icono de Jesús como Divino Pastor de las Almas”. Un ejemplo es la talla popular “de color loro” localizada en el segundo cuerpo del retablo mayor de Nuestra Señora de La Encarnación, en su parroquia homónima, extramuros de Santa Cruz de La Palma. Según el investigador Pérez Morera, había sido donado por disposición del año 1737 de la esclava liberta del señor de Lillot y Zuitland, Nicolás Vandale Massieu y Vélez, llamada Francisca del Rosario, previo encargo de su hijo José Luis del Rosario, nombre que viene inscrito en la peana. En una declaración otorgada antes de su muerte, acaecida el 14 de julio del año 1737, manifestó que éste, antes de embarcarse para Campeche, le había dejado un Niño Jesús con sus andas doradas. Su última voluntad fue que la imagen se entregase al mayordomo de la ermita de La Encarnación y que se le pagasen 17 pesos “que le tiene prestado del caudal de la Virgen sobre unas prendas que tiene en empeño”.

Otro bello exponente es el conservado en el baptisterio del Real Santuario Insular de Nuestra Señora de Las Nieves, Patrona de La Palma. Se alza sobre la pila bautismal y se presenta de pie, desnudo, con la mano derecha bendiciendo y con la izquierda sujetando el cayado crucífero de plata. Sobre su delicada cabeza lleva corona imperial, también de plata en su color. Según el historiador Hernández Correa se trata de una talla “barroca que alude a una vieja concepción, tempranamente dogmatizada por el cristianismo histórico, según la cuala través de la purificación de las aguas bautismales el hombre comienza a formar parte del rebaño pastoreado por Jesucristo, a quien guía un único destino: la acción salvadora de la cruz”.

Sí tenemos noticias sobre la “Cofradía del Dulce Nombre de Jesús” en la parroquia de San Blas, del municipio palmero de Villa de Mazo. También era conocida, según Velázquez Ramos, como “Cofradía del Buen Jesús”. Fue la última hermandad creada en esta localidad de la Isla de La Palma en el siglo XVII -concretamente, en el año 1640- por el Vicario de La Palma, don Bartolomé de Abreu y Santa Cruz, a petición de los vecinos de la villa. En aquella época ya existía la preciosa imagen del Niño Jesús, una talla en madera policromada. Nos dice aquel autor que, ya en agosto del año 1650, se ordenaba a la cofradía “celebrar la fiesta del primero de año y hazer prosecion el Segundo Domingo de cada mes con el niño Jesus en andas...”.


BIBLIOGRAFÍA

Archivo de Protocolos Notariales de Santa Cruz de La Palma (A.P.N.) Antonio Ximénez, 1697; Pedro López Monteverde, 1842.

CABALLERO MÚJICA, Francisco. Canarias hacia Castilla: Datos de un Proceso Histórico, Las Palmas de Gran Canaria, 1992.

FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto-José. «Puntualización al Primer Catálogo de las Obras de Fernando Estévez», publicado en La Tarde, Santa Cruz de Tenerife, 18 de Enero de 1971.

GONZÁLEZ DE CHÁVEZ MÉNDEZ, Jesús. «Un Fraile Delincuente: Fr. Antonio Rodríguez, O. P., ante el Tribunal del S. O. de la Inquisición», publicado en I Encuentro de Geografía, Historia y Arte de la Ciudad de Santa Cruz de La Palma, Patronato de la Fundación de Santa Cruz de La Palma, 1993.

HERNÁNDEZ CORREA, Víctor J. «El Dulce Nombre: Fiestas del 1 de enero en Santa Cruz de La Palma (Siglos XVI-XVIII)», publicado en Programa de Actos. Navidad 2008/2009, Santa Cruz de La Palma, 2008.

LORENZO RODRÍGUEZ, Juan Bautista. Noticias para la Historia de La Palma, La Laguna-Santa Cruz de La Palma, tomo I, 1975.

PÉREZ GARCÍA, Jaime. Casas y Familias de una Ciudad Histórica. La Calle Real de Santa Cruz de La Palma, Madrid, 1995.

PÉREZ MORERA, Jesús. «Ermita de Nuestra Señora de La Encarnación», publicado en Magna Palmensis. Retrato de una Ciudad, CajaCanarias, 2000.

RÉAU, Louis. Iconographie de l’Art Chrétien, P.U.F., Paris, 1957.

SANTOS RODRÍGUEZ, José Manuel. «Niño Jesús», publicado en Res Gloriam Decorant. Arte Sacro en La Laguna, Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna, 1998.

VELÁZQUEZ RAMOS, Cirilo. Historia General de Villa de Mazo, Centro de la Cultura Popular Canaria, Ayuntamiento de Villa de Mazo, Santa Cruz de Tenerife, 1999.

 

 
 
Retablo del Buen Jesús de Tijarafe

 

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