UNA ESTAMPA DE MATEO GONZÁLEZ PARA LA ARCHICOFRADÍA DEL PILAR DE CÁDIZ

José María Collantes González (07/09/2015)


 

 

INTRODUCCIÓN

Dentro de la iconografía mariana, una de las más representadas es la de su venida en carne mortal a Zaragoza, teniendo por protagonistas a la Virgen del Pilar y al apóstol Santiago.

La Archicofradía de Nuestra Señora del Pilar de Cádiz no es ajena a este hecho y cuenta con importantes representaciones de aquel momento, tanto es escultura como en pintura.

En este trabajo estudiaremos una estampa encargada por un hermano de la Archicofradía a uno de los calcógrafos más importantes de España en la segunda mitad del siglo XVIII; Mateo González.

 

 

LA APARICIÓN DE LA VIRGEN DEL PILAR A SANTIAGO

El relato que funda el culto al Pilar se sitúa a orillas del río Ebro en torno al año 40 d. C. siendo la aparición de la Virgen un revulsivo para la labor evangelizadora del apóstol Santiago, además de consignarle la tarea de edificar un templo en su honor. Es fundamental el hecho de que fuera trasladada en carne mortal desde Tierra Santa por un coro de ángeles, convirtiéndose en la única aparición -más bien venida o traslación- de María antes de su ascensión a los cielos (Ramón Solans, 2014: 51-52).

La predicación de Santiago en España está documentada por primera vez en los siglos VII-VIII, desarrollándose estas tradiciones en el XI y extendiéndose ampliamente a partir de esta fecha. La figura del apóstol Santiago tenía una gran importancia política y religiosa en la configuración de nuestra nación y el suceso milagroso de la aparición de la Virgen al apóstol: combinaba y asociaba la veneración de Santiago y la de María (1).

El testimonio más antiguo que se conoce referente a la venida de la Virgen del Pilar a Zaragoza, se conserva recogida en el apéndice de una copia de finales del siglo XIII de los Moralia in Job de san Gregorio Magno, custodiándose en La Seo zaragozana. Es la principal y única fuente canónica para establecer esta iconografía mariana, que aparece mayoritariamente a finales del siglo XV, influyendo en gran medida en su desarrollo el grabado y la imprenta. Relata la aparición de la Virgen en carne mortal a Santiago y sitúa el hecho en la ribera del río Ebro. Portada por ángeles sobre un pilar marmóreo, conforta en la fe tanto a Santiago como a los primeros cristianos que había convertido, con la intención de que el apóstol edificara una iglesia en aquel lugar y que colocara la columna junto al altar. De ahí el nombre que se le puso al templo que se edificó: Santa María del Pilar, el primero del mundo en estar dedicado a la Virgen (Centellas Salamero, 1995: 133).

La devoción a esta advocación se fue incrementando, hasta llegar al siglo XVII donde se producen numerosos milagros atribuidos a la Virgen, siendo quizás el más conocido el milagro de Calanda, en 1640, lo que llevaría posteriormente, en ese mismo siglo, a ser nombrada patrona de Zaragoza y del Reino de Aragón.

 

 

LA ESTAMPA

La estampa objeto de nuestro estudio reproduce el suceso antes descrito, pero con una variante iconográfica proporcionada por el relato de sor María de Agreda en su obra Mística Ciudad de Dios (Roy Sinusía, 2006: 70) publicada en 1670, concretamente en el libro VII, capítulo XVII. Detalla el hecho situándolo en el margen del río Ebro, encontrándose Santiago con un grupo de discípulos que acompañaban al apóstol en la oración mientras otros dormían. De pronto oyeron música y un gran resplandor, pudiendo observar cómo los ángeles pusieron el trono, en forma de nubes, de su Reina y Señora a la vista del apóstol, mientras otros ángeles traían consigo una pequeña columna de mármol o jaspe con una imagen pequeña de la Reina del cielo. El apóstol se postró en tierra mientras veía la columna o pilar que traían aquellos ángeles.

La estampa reproduce fielmente este relato, observándose en el dibujo una diagonal formada por la Virgen sobre el trono de nubes y Santiago arrodillado en la tierra, mientras el apóstol une los dos espacios en que está dividido el dibujo; la parte superior, celestial, donde se encuentra María entre nubes y querubines junto con un ángel que sostiene la columna con la imagen de la Virgen del Pilar, y la parte inferior, terrenal, donde se encuentran los discípulos y una referencia al lugar donde aconteció el suceso, con un pequeño espacio para el río en el que aparece una barcaza. A la derecha del apóstol aparecen cuatro discípulos en actitud arrobadora, mientras a la izquierda, tres de ellos aparecen ajenos al hecho que se está produciendo incluso alguno claramente entregado al sueño.

La Virgen que se halla sobre la columna coincide con la imagen prototipo de su iconografía; la conservada en la basílica del Pilar. Es una imagen del siglo XV, con corona, de pequeñas dimensiones y que presenta unos rasgos característicos como son su vestimenta, cuyo manto agarra con la mano derecha mientras con la izquierda sostiene al Niño, que a su vez se encuentra desnudo y que se agarra al manto de su madre con la mano derecha mientras con la izquierda sostiene un pajarito.

Tiene una cartela en la parte superior, a modo de marco decorado con guirnaldas, donde se relata brevemente el hecho representado:

 

A San-Tiago el mayor predicando en Zarag.a por los años de 38.de J.Crhto. se le apa/rece Maria Sma en carne mortal, y le deja su Imagen sobre una columna: el sâ/to Apostol con sus 9.discip.s, y otros fieles le edifica este primer Templo del Christtiamo.

 

Se observa cómo la fecha de la aparición ha ido cambiando hasta llegar a su establecimiento en el año 40 d.C., adelantándose en este caso dos años, mientras alguna publicación la ha situado dos años después (2).

Aparece el número de los discípulos que le acompañaban, fijándolo en nueve -número variable, generalmente siete u ocho, o indefinido en otros relatos-, mientras que en la estampa pueden contarse siete (3).

La leyenda de la parte inferior detalla las indulgencias que se ganan, el origen de la estampa -por encargo de un hermano de la Archicofradía gaditana-, el autor y la fecha:

 

Maria Santissima del Pilar de Zaragoza Titular de la Archi-cofradia del Ssmo Rosario,/sita en la parroquia auxiliar de S. Lorenzo de Cadiz. Rezando una Ave Maria quan=/do da el Relox, y diciendo: Alabada sea la hora en que Nrâ Señora vino en carne mortal/á Zarag.a, se ganan 1800.dias de Indulg.a, y fuera de la hora, siempre que se reze la mis/ma Oración, y Alabanza 1600.// Consta del Archivo de su Stâ Iglesia. Se gravó a dev.n de un Herm.no de dha Archi-cofr.a// Matheo Gonzalez lo dibujó y gravó en Zarag.a a 1791.

 

Uno de los datos que aparecen de la Archicofradía, además de que su titular es la Virgen del Pilar, es que radica en la parroquia auxiliar de San Lorenzo. Este templo fue erigido por el obispo Lorenzo Armengual de la Mota como ayuda de parroquia en 1725. Aunque en el texto la nombra como auxiliar, ya se había convertido en parroquia en el año 1787. Desde 1730 radica en San Lorenzo el rosario público que daría lugar a la Archicofradía del Pilar, en 1736, al agregarse a la Archicofradía de Nuestra Señora del Llanto en Roma.

Las hermandades contaron con la distribución de estampas como un instrumento eficaz para difundir su devoción. Algunas conservan las planchas o registros del pago de la impresión de ejemplares (4).

La Archicofradía conserva en su archivo el libro de cuentas donde están anotados, desde 1749, los gastos por la impresión de estampas de la titular (5). Esas primeras estampas fueron encargadas a Martín Ximenez Carreño, que tenía sus oficinas en la calle de la Carne. La imprenta que continuaron sus herederos, ya en la calle Ancha, tuvo un papel destacado en la tipografía gaditana de finales del XVIII (Cebrián García, 2003: 35).

Además de estas estampas individuales se ilustraban otros impresos, como constituciones, estatutos, cartas de hermandad, oraciones, novenarios o carteles que anunciaban la celebración de funciones litúrgicas (6).

En la estampa religiosa es muy importante la información que ofrece en ocasiones para aliviar las penas que conlleva el pecado, pudiendo obtener indulgencias siguiendo las indicaciones que figuran en la estampa (Carrete Parrondo, 1994: 412-415). En este caso se ganan indulgencias al rezar un Ave María y recitar "Alabada sea la hora en que Nuestra Señora vino en carne mortal a Zaragoza".

En el grabado de devoción realizado en Zaragoza predomina, lógicamente, la figura de la Virgen del Pilar. Se hace por encargo tanto del Cabildo Metropolitano como de cofradías, así como de particulares, cuyo nombre figura en el texto de la obra resaltando su devoción o de forma anónima (Roy Sinusía, 2006: 57-58). Con este último caso nos encontramos, ya que la obra que estudiamos se grabó a devoción de un hermano de la Archicofradía del Pilar de Cádiz, no aportando ningún dato acerca de su identidad.

Esta estampa de Mateo González, dibujada y grabada en Zaragoza en 1791, está realizada en talla dulce, aguafuerte y buril, y por su calidad aparece citada en varias obras. Roy la destaca calificándola como meritoria y resalta la majestuosa pose de la Virgen, señalando acertadamente que está inspirada en el lienzo de Pablo Rabiella y Díez de Aux, del siglo XVII, óleo que se conserva en la Real y Excelentísima Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País (Roy Sinusía, 2006: 82) (7).

La que mostramos en este trabajo se encuentra en una colección particular de Cádiz. Se encuentra muy bien conservada, presentando una huella de 236 x 160 mm. Coincide con la que Luis Roy tiene catalogada en su obra, con el número 175, procedente del Museo de Zaragoza. Con el título de Venida de Nuestra Señora del Pilar, anota que es un aguafuerte sobre papel verjurado cuya huella mide 236 x 160 mm y el soporte 267 x 186 mm (Roy Sinusía, 2006: 493).

En el catálogo de la exposición El Pilar es la Columna, celebrada en Zaragoza entre el 7 de octubre de 1995 y el 7 de enero de 1996, aparece reflejada esta obra con la particularidad de ser en esta ocasión su soporte, en vez de papel, seda. Titulada Aparición de la Virgen del Pilar a Santiago y los Convertidos, sus medidas son similares a la huella de la estampa en papel; 240 x 165 mm. Procede de una colección particular aragonesa (AA.VV., 1995: 231) (8).

La estampa la recoge Páez Ríos en su repertorio de grabados españoles y aparece reproducida en las láminas finales del tomo correspondiente. Las medidas que aporta son 230 x 155 mm. (Páez Ríos, 1981: 435) y está inventariada entre los grabados calcográficos que conserva la Biblioteca Nacional de España (BNE), titulada como Rezando a la Virgen del Pilar de Zaragoza (9).

 

 

EL GRABADOR MATEO GONZÁLEZ

Mateo González Labrador (Daroca, 1740 - Zaragoza, 1807) sobresale en la época de mayor esplendor dentro de la alta calidad artística que caracteriza a la producción gráfica zaragozana.

En su producción encontramos tanto obras religiosas como profanas, sobresaliendo en el retrato así como en los grabados científicos, emblemas y escudos. Grabó el emblema de la Real Sociedad Económica Aragonesa en 1777, el de la Real Sociedad Tudelana de los Deseosos del Bien Público en 1787 y el escudo del Cabildo Metropolitano de Zaragoza en 1788 (Roy Sinusía, 2006: 334-335).

Fue nombrado académico de mérito de la Real Academia de San Luis de Zaragoza el 1 de mayo de 1796, grabando el escudo para sus estatutos y el sello. En ese mismo año interviene en la prestigiosa obra del Conde de Sástago, impresa en Zaragoza, Descripción de los Canales Imperiales de Aragón y Real de Tauste, con algunas láminas de planos y el medallón de la portada con los bustos de perfil de Carlos IV y María Luisa de Parma (Gallego Gallego, 1979: 313).

Para conocer la figura de este grabador es imprescindible acudir a la obra de Roy Sinusía, donde encontramos esta acertada crítica artística:

 

La mayor parte de su producción la realizó al aguafuerte, empleando una mordida muy suave al servicio de un claroscuro sutil y luminoso, de raigambre académica. Sus figuras, por lo general, presentan cuerpos blandos, rostros redondeados y carnosos, de expresión dulce y apacible, incluso abúlicos, enmarcados en cabelleras de espesos mechones, aunque en las obras más ambiciosas aparecen rostros individualizados (Roy Sinusía, 2006: 339).

 

Ya en el siglo XIX, Ossorio citaba a Mateo González calificándolo como muy reputado en la capital aragonesa de finales del setecientos (Ossorio y Bernard, 1868: 305) y para Gallego, es el único grabador de interés que produce para su ciudad a finales del siglo XVIII (Gallego Gallego, 1979: 313). Sus obras reúnen un dibujo -que en muchas de ellas es de su invención- de gran corrección, junto con una depurada técnica de grabado (Roy Sinusía, 2006: 31-36).

De los elogios recibidos sobre su arte, merece destacar el del Conde de la Viñaza que alaba su dibujo muy correcto y su buril muy limpio, transparente y brillante. Fue reconocido en su época, como así lo atestigua la necrológica del cronista Faustino Casamayor, acertado en su alabanza pero no en la edad de su fallecimiento, ya que no llegó a septuagenario: "Murió el famoso grabador Don Mateo González de más de 70 años, cuya memoria será eterna en las muchas, y excelentes obras de grabado que en tan dilatada carrera de vida han sacado a la luz" (Pano Gracia y Roy Sinusía, 1996-97: 461- 462).

Fue enterrado el 2 de enero del año 1808, precisamente el día en que se conmemora la Venida de la Virgen del Pilar a Zaragoza, un acontecimiento que plasmó en varias ocasiones en sus grabados y que es el tema de la estampa que hemos estudiado.

 

 

CONCLUSIONES

Las cofradías, desde hace siglos, generan la creación de importantes obras de arte. Así pues, gracias a la Archicofradía de Nuestra Señora del Pilar de Cádiz y, en concreto, a uno de sus hermanos, contamos con una de las mejores creaciones del grabador aragonés Mateo González.

El anonimato del hermano que la encarga nos deja sin saber, por el momento, si existía otro nexo de unión para llevar el encargo hasta Zaragoza, aparte del prestigio del artista.

 


 

NOTAS

(1) Para el estudio de la devoción a Santiago en la Península Ibérica, remito a Klaus Herbers (1999).

(2) De Miguel, Raimundo. Aparición de la Santísima Virgen del Pilar de Zaragoza al apóstol Santiago, patrón de las Españas (Año 42 de la era cristiana), Madrid, 1863.

(3) Sobre el relato de la predicación de Santiago en España y los siete Varones Apostólicos, remito a Barrios Aguilera y García-Arenal (2006).

(4) En la Fundación Federico Joly de Cádiz, se conserva la plancha de cobre de otro grabado del mismo autor, Mateo González, fechado tres años después, en 1794, con una composición más sencilla de la Aparición de la Virgen del Pilar a Santiago. Presenta una leyenda similar donde aparece igualmente que fue encargada por un hermano de la Archicofradía del Pilar de Cádiz. Es una obra de menor tamaño que la estampa que estudiamos. La plancha tiene unas medidas de 110 x 75 mm.

(5) Archivo Histórico de la Archicofradía del Pilar de Cádiz (AHAPC) Libro II, f.67 v.

(6) Las Ordenanzas de la Archicofradía, impresas en 1830, comienzan con un pequeño grabado de la Virgen del Pilar. Los Estatutos de 1879, en su reimpresión de 1907, son precedidos por la reproducción de un grabado de la Virgen del Pilar, realizado por el grabador gaditano José Grillo.

(7) Años más tarde realizó una versión casi idéntica de esta estampa, con alguna variación en el dibujo sobre todo de la Virgen e invirtiendo la composición de manera simétrica, para la obra del canónigo José Félix de Amada, Compendio de los Milagros de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, impresa en Zaragoza en 1796. De esta última versión, hemos encontrado una variante, con mínimas diferencias en el dibujo para el Espiritual Novenario a la Reina de los Ángeles María Santísima del Pilar de Zaragoza, compuesto por Fr. Antonio Arbiol, impreso en Zaragoza en 1816.

(8) Número 111 del catálogo. Se encuentra reproducido en la página 100.

(9) BNE. Material gráfico. Grabados calcográficos, Aguafuertes. España, s. XVIII INVENT/13936.

 

BIBLIOGRAFÍA

AA.VV. (1995), El Pilar es la Columna. Historia de una Devoción. Zaragoza, Gobierno de Aragón-Ayuntamiento de Zaragoza.

BARRIOS AGUILERA, Manuel y GARCÍA-ARENAL, Mercedes (2006). Los Plomos del Sacromonte. Invención y Tesoro, Publicacions de la Universitat de València (UV).

CARRETE PARRONDO, Juan (1994). "El Grabado en el siglo XVIII. Triunfo de la estampa ilustrada", en El Grabado en España (siglos XV-XVIII), vol. XXXI de Summa Artis, Madrid, Espasa-Calpe, pp. 395-644

CEBRIÁN GARCÍA, José (2003). Desde el Siglo Ilustrado: Sobre Periodismo y Crítica en el Siglo XVIII. Universidad de Sevilla (US), Secretariado de publicaciones; Universidad de Oviedo (UniOvi), Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII.

CENTELLAS SALAMERO, Ricardo (1995). "El Poder de la imagen: iconografía de la Virgen del Pilar", en El Pilar es la Columna, op. cit., pp. 133-151

GALLEGO GALLEGO, Antonio (1979). Historia del Grabado en España. Madrid, Cuadernos Arte Cátedra.

HERBERS, Klaus (1999). Política y veneración de santos en la península ibérica. Desarrollo del "Santiago Político", Fundación Cultural "Rutas del Románico".

OSSORIO Y BERNARD, Manuel (1868). Galería Biográfica de Artistas Españoles del Siglo XIX, tomo I, Madrid, Imprenta a cargo de Ramón Moreno.

PÁEZ RÍOS, Elena (1981). Repertorio de Grabados Españoles, tomo I, Madrid, Ministerio de Cultura.

PANO GRACIA, José Luis y ROY SINUSÍA, Luis (1996-1997). "La colección de grabados de los siglos XVIII y XIX de la Escuela de Artes de Zaragoza", en Artigrama, nº 12, pp. 453-490

RAMÓN SOLANS, Francisco Javier (2014) La Virgen del Pilar dice... Usos Políticos y Nacionales de un Culto Mariano en la España Contemporánea, Prensas de la Universidad de Zaragoza (UNIZAR).

ROY SINUSÍA, Luis (2006). El Arte del Grabado en Zaragoza durante los Siglos XVIII y XIX, Zaragoza, Institución "Fernando el Católico" (C.S.I.C.), Excelentísima Diputación de Zaragoza.

 

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