BREVE HISTORIA DEL BELÉN EN ESPAÑA. LA FIGURA DE RAMÓN AMADEU

Juan Subias Galter


 

 

Respecto al origen de esta interesante muestra de lo que certeramente se ha llamado "escultura del paisaje animado", se ha indicado como probable que pueda remontarse a los siglos XIV y XV, época en que en ciertos pasos o procesiones navideñas se trató de reproducir animadamente escenas de la Natividad, la Epifanía y la Adoración de los Pastores.

En tales manifestaciones, se hubieron de substituir las figuras humanas -aún perdurables en algunas localidades, caso del municipio onubense de Higuera de la Sierra- por estatuas o estatuillas portátiles y de esta especie de "pasos" procesionales surgió, según el historiador J. SACS (L'Escultura Catalana Moderna, Editorial Barcino, Barcelona) el belén que luego pasó a adornar iglesias, conventos y casas particulares.

Desde luego dase por seguro que la afición a construirlos debió de existir en tierras españolas antes del siglo XVIII, pero no adquirió importancia hasta esa época, en que el barroquismo, luego de conquistadas las artes eruditas y suntuarias, triunfó también en la esfera de lo popular y doméstico.

En el siglo XVIII, en efecto, se cree que la creación plástica del belén, que estaba ya generalizado en el reino de Nápoles, debió cautivar al entonces soberano de aquellas tierras, el que fue luego nuestro monarca Carlos III, como también y de un modo análogo lo hiciera la fabricación de porcelana figurativa. Y así como se trasladó a Madrid, capital del reino, la manufactura de porcelanas de Capodimonte, también es bien posible que importara la moda de los belenes, de cuyo inmediato origen napolitano parece ser testimonio el hecho de que uno de los más importantes belenes conservados sea el de la napolitana Cartuja de San Martino.

Ya en España implantada la costumbre del belén, no tardaron en distinguirse en la ejecución de sus figuras los escultores valencianos, a algunos de los cuales se deben ejemplares tan fastuosos como el llamado "del Príncipe", que se ejecutó para el que luego había de ser Carlos IV.

Al principio, las figuras de los belenes, de acuerdo con la tradición napolitana, llevaban vestidos de auténtica ropa, e incluso se sabe que la esposa de Carlos III, la reina consorte María Amalia de Sajonia, había cosido trajes para las figuras de los belenes cuya dirección asumía su real marido.

 

 

Pero hacia fines del siglo XVIII, cuando la afición a los belenes, después de haberse propagado entre la aristocracia, cundió por las clases populares, las figuras empezaron a ser totalmente esculpidas.

Por entonces surge la figura de un escultor catalán, Ramón Amadeu i Grau (1745-1821), que con razón ha sido reputado uno de los mejores maestros en el arte popular de la escultura de figuras de belén, o, como se dice en Cataluña de "pessebre". Las figuras de Amadeu suelen ser de "terracota" con un núcleo de madera, cuando no de madera sola, y su policromía, generalmente de tonos neutros y poco definidos, es siempre discreta y realista.

De su arte, que alcanzó gran éxito, derivan todavía hoy los tipos más corrientes de la figura de belén popular, que pueden adquirirse en profusión durante los días que preceden a las fiestas navideñas.

 

FUENTES: SUBIAS GALTER, Juan. El Arte Popular en España, Barcelona, 1948.

 

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