DESCUBRIENDO A GIL DE SILOÉ A TRAVÉS DEL
SANTO CRISTO DE SANTA TERESA DE JESÚS (ÁVILA)

Virtudes Jiménez Torrubia (27/02/2017)


 

 

La capilla del Cristo de las Angustias del Real Monasterio de Santo Tomás en Ávila, es un lugar teresiano de primera magnitud teniendo una gran importancia no solo religiosa sino también artística. En esta capilla ha existido una profunda devoción de religiosos y seglares hacia la imagen del Cristo Crucificado que ha presidido la estancia desde un principio, a finales del siglo XV.

En el transcurso de las últimas restauraciones realizadas en la capilla del Santo Cristo, llevadas a cabo por la empresa ÉDOLO Conservación Restauración SL (ver enlace), se estudia la autoría del Crucificado que preside la capilla, debido a la excelente calidad que se apreciaba no solo en la talla sino también en la policromía. La autoría de una obra de dichas características merecía ser encontrada. Lo que fue un presentimiento se hizo realidad, se descubre la autoría y resultó ser del insigne maestro Gil de Siloé y su extraordinario policromador, Diego de la Cruz. Pudo ser el último Crucificado que realizó Gil de Siloé.

Escribía el P. Cienfuegos en el siglo XIX, que el Santo Cristo de las Angustias es un Cristo de gran devoción, pero de poco nivel artístico. Efectivamente, siempre fue un Cristo de mucha devoción, pero nada más lejos de la realidad cuando se refiere a la calidad de esta imagen.

Esta imagen del Santo Cristo presenta unas calidades técnicas y de materiales extraordinarias. Tanto el escultor, el insigne maestro Gil de Siloé, como el policromador, Diego de la Cruz, hicieron uso no solamente de técnicas realizadas únicamente por grandes precursores, sino que tuvieron la capacidad de imprimir en la obra la expresión de unos sentimientos que solamente pueden ser apreciados al tacto o viéndose muy de cerca, distancia para la que no fue creada la obra por sus grandes dimensiones (mide 221 cm de altura, 195 cm de ancho en los brazos). Ello lo consiguen a través de unas bien desarrolladas técnicas y un gran conocimiento de una anatomía tras el sufrimiento infligido; por ejemplo, la hinchazón que producen los latigazos en la carne, las finas fisuras por donde escapa la sangre con el rasgado de la piel, etcétera.

Se utiliza para la talla madera de nogal, madera que por aquel entonces, y a pesar de estar tan cerca del descubrimiento del Nuevo Mundo, ya importaban de allí. A pesar de su gran tamaño, se ha tallado el Cristo en una sola pieza, menos los brazos y el nudo del perizoma.

 

 

La corona de espinas del Crucificado está asimismo tallada también en el mismo bloque de nogal, quedando fijada maciza en relieve en la parte posterior y tallada separada de la cabeza y solamente fijada a esta por las espinas que quedan clavadas.

Respecto al brocado que presenta el paño de pureza o perizoma, dorado con oro fino, solamente se realizaba por encargo de grandes personajes influyentes.

Realmente los materiales eran excelentes. La utilización de estos materiales utilizados por grandes maestros garantizaba una gran obra. Pero en este caso, ese refinamiento técnico que poseían lo utilizaron para ir más allá, al mundo de las sensaciones que desprenden al tocar la obra. No es necesario mirarla para comprender la grandeza que posee, solo basta tocarla.

Efectivamente, me resultó sorprendente el hecho de que al cerrar los ojos y pasar la mano iba sintiendo cada músculo, cada hueso, cada detalle de la anatomía, pero lo más sorprendente es que sentía perfectamente cada herida, cada latigazo, como se hinchaba la carne, como se rasgaba la piel dejando fluir la sangre.

Y todas estas sensaciones no se pueden apreciar con la mirada, no se pueden percibir con las cámaras. Es necesario cerrar los ojos y pasar la mano para sentir el sobrecogimiento de un ser herido. Lo más sorprendente es que sentía perfectamente cada herida, cada latigazo, como se hinchaba la carne, como se rasgaba la piel dejando fluir la sangre. Y todas estas sensaciones no se pueden apreciar con la mirada.

Realmente, este Santo Cristo no es solo para verlo y admirarlo, es para sentirlo. Una verdadera joya de la escultura española, concretamente de la escultura desarrollada a finales del siglo XV del arte castellano.

 

 

El Santo Cristo alcanzó una enorme importancia como lugar de peregrinación, cuando en 1501, apenas unos años después de colocarse la imagen, ya se ofrecían indulgencias a todo aquel que visitara el Crucifijo de esta capilla. Estas indulgencias siguen vigentes al día de hoy.

Santa Teresa de Jesús buscaba el recogimiento ante el Santo Cristo de esta capilla y en ella recibía consejo y se confesaba con los padres predicadores. En un manuscrito del siglo XVIII, conservado en el archivo del monasterio abulense de Santo Tomás, se afirma lo siguiente:

 

"La capilla inmediata al cruzero de la capilla mayor que es la primera de el costado de la Epistola, es la que llaman de el Santo Cristo, por aver en ella un crucifijo muy deboto. En esta capilla se confesaba y tenía su acostumbrada oración la gloriosa Santa Teresa de Jesús y consultaba con el maestro Fray Domingo Bañez ... y la piedra donde la Santa se ponía de rodillas a orar y confesarse regularmente está oy erigida en un altarito en su nombre con un cuadro que representa el caso maravilloso que estando el dia de la Asunpcion de Nuestra Señora del año de 1561 pidiendo a Dios la Santa delante del Cruzifijo la perdonase todas sus culpas pasadas:" ... vínome un arrobamiento tan grande, que casi me sacó de mi. Senteme, y aun parezeme que no pude ver alzar, ni oir misa, que después quedé con escrúpulo de esto. Parecióme estando así, que me veía vestir una ropa de mucha blancura y claridad; y al principio no veía quien me la vestía; después vi a Nuestra Señora al lado derecho y a mi padre san Joseph al izquierdo, que me vestían aquella ropa; dióseme a entender que estaba ya limpia de mis pecados".

"Ademas de aver recibido Santa Teresa tan singular favor de Dios en esta capilla por la intercesión de su gloriosa Madre y del glorioso Patriarca san Joseph; es tradición común la hablo dicho Santo Crucifijo muchas veces a la Santa".

 

Nota de La Hornacina: Virtudes Jiménez Torrubia es restauradora y directora-gerente de Édolo Conservación-Restauración.

 

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