CABEZA DEGOLLADA DEL BAUTISTA. OBRA INÉDITA DE JUAN DE MESA EN ALICANTE

24/06/2025


 

 
 
Estado posterior a la restauración
Foto: Daniel Salvador-Almeida

 

La cabeza degollada del Bautista sobre una bandeja constituye un motivo iconográfico por sí mismo dentro del martirio del santo. Sabido es que, en torno al año 30, el Precursor fue apresado y decapitado por orden de Herodes Antipas. Según las Sagradas Escrituras, el tetrarca celebró un banquete el día de su cumpleaños. La hija de Herodías entró en el festín y danzó a gusto de todos. El rey, seducido por la bailarina, juró darle cuanto quisiera. Ella, instigada por su madre, que aborrecía a Juan, pidió que le dieran la cabeza del Bautista en una bandeja. El monarca lo sintió, pero por el juramento, los invitados y por no querer desairar a la joven, ordenó que se la entregaran.

El tema fue muy común tras los años finales de la Edad Media. De hecho, era el emblema de las cofradías de la Misericordia y de los Penitentes negros, que asistían a los condenados a muerte. En el arte español prolifera durante el Barroco. Los ejemplos, que resultan tremendistas, estremecen por su crudeza y exacerbado realismo, sobre todo en la zona del cuello diseccionado. Pero, asimismo, la contemplación directa de dicha imagen sanguinolenta estimulaba entonces en los fieles la devoción por su fuerte contenido dramático.

La cabeza degollada del Bautista y, en general, el tema de las cabezas cortadas de santos, ejemplifican también la fama y el desprecio que ha merecido la imaginería policromada española del periodo barroco, pues a diferencia del ámbito hispánico, la crítica extranjera encuentra efectos macabros en la decapitación y utiliza el tema como tópico truculento contra el crudo naturalismo español.

A los escultores, el tema les ofrece enormes posibilidades para demostrar sus conocimientos. anatómicos. En la plástica española disponemos de representaciones de cabezas degolladas del Bautista de una altísima calidad: Juan de Juni, Gaspar Núñez Delgado, Juan Martínez Montañés, Juan de Mesa, Alonso Cano y Torcuato Ruiz del Peral, además de José de Ribera, Murillo o Valdés Leal en pintura. Estas obras pueden considerarse una alegoría eucarística en tanto en cuanto su función emblemática se apoya en su carácter de precedente del sacrificio de Cristo y son consecuencia de experiencias italianas, ya que es en el Renacimiento cuando se reinterpreta la estética del dolor de raíz gótica.

En la escuela sevillana presenta notorio interés la firmada y fechada en 1591 por Núñez Delgado, que se conserva en el museo hispalense de Bellas Artes. Dicha pieza, de gran detallismo incluso rozando lo escabroso, es modelo y prototipo de la amplia relación de ejemplares realizados por los imagineros del Barroco. Así, dos soberbias cabezas gubiadas por Martínez Montañés, entre 1621 y 1622, pueden contemplarse en el Retablo de san Juan Bautista para el convento de la Concepción de Lima (Perú), hoy en la Catedral; y en el retablo de idéntica advocación del convento de San Leandro de Sevilla, siendo la mejor pieza del mismo según Hernández Díaz.

Juan de Mesa es el autor de una Cabeza de san Juan Bautista que hoy se expone en la antigua cilla o pabellón de la Catedral sevillana. Fue adquirida por el Cabildo al convento de Santa Clara. Está tallada en madera y policromada (30 cm). Su estilo, morfología y rasgos iconográficos llevaron al profesor Hernández Díaz a atribuirla al imaginero cordobés. Posee, en efecto, los caracteres que definen el estilo de Mesa. Y los rasgos somáticos interpretados por el insigne maestro del dolor. Se data hacia 1625, año en que se cobró la orfebrería que enmarcaba la testa. A los aciertos anatómicos se suman, en esta magistral cabeza, la certeza del dibujo, la plasticidad del modelado, la enorme fuerza plástica y el realismo expresivo, de intenso dramatismo.

Dos ejemplos más tardíos pero igualmente elocuentes son el conservado en el convento sevillano de Santa Paula, ejecutado por Felipe de Ribas en 1637, donde se observa en el centro una pareja de ángeles tenantes con la bandeja que soporta la testa del Bautista. En segundo lugar, el interesante retablo de los santos Juanes, ejecutado originalmente para la iglesia sevillana de San Juan de la Palma aunque hoy se conserve en la iglesia de los Sagrados Corazones de San Juan de Aznalfarache, también en Sevilla. Encargado a Miguel Cano con esculturas de su hijo Alonso, el retablo se entrega en 1638 agregándose, sobre el camarín, un año más tarde, dos angelotes sosteniendo una bandeja con la cabeza del Bautista. Lo sugestivo de esta representación es que rehúye de todo naturalismo en la composición y la cabeza se yergue para que, en la altura de su ubicación, el espectador pueda contemplarla más claramente.

 

 
 
Estado posterior a la restauración
Foto: Daniel Salvador-Almeida

 

La cabeza que aquí presentamos, tallada en madera y policromada hacia 1623, fue adquirida hace diez años en el mercado del arte por el escultor e imaginero Ramón Cuenca Santo para su interesante colección particular de arte sacro en Cox (Alicante). Fue entonces cuando el reconocido artista encargó un estudio de la pieza al historiador sevillano José Carlos Pérez Morales, quien concluyó que sus rasgos fisiológicos ofrecen una estética determinada e identificativa de unas formas personales y concretas que nos remiten a una autoría muy clara: la del escultor cordobés afincado en Sevilla, Juan de Mesa y Velasco (1583-1627), brillante discípulo del célebre Juan Martínez Montañés.

Se trata de una testa de varón que se encuentra seccionada del cuerpo. Presenta un punto de vista eminentemente frontal, con los ojos cerrados y boca entreabierta dentro de la cual se observa tanto dentadura como lengua. Con una expresividad que pivota entre el sosiego de lo inerte y la crueldad de lo imprevisto, el rostro muestra las cejas levantadas y levemente arqueadas en una sutil mueca de expiración, párpados abultados y pronunciada nariz aguileña con robusto tabique.

El individuo posee larga cabellera ondulada que se desarrolla más allá del fatal corte en forma de pequeñas guedejas. Similar trabajo, aunque de morfología más plana, apreciamos en la barba donde los golpes de gubia gradúan el nacimiento de la misma hasta mutarse en más profundos tanto en las culminaciones del bigote como en el despliegue de la barbilla.

Las carnaciones son las propias de un cadáver, con tonos de matices verdosos y amarillentos, dotando a la cabeza de un gran realismo. Éste se acentúa gracias al uso de la técnica denominada peleteado, es decir, dibujar a punta de pincel los límites entre el rostro y las zonas de cabello con el fin de disimular y romper esa especie de barrera cromática existente entre los dos ámbitos. Este aspecto puede constatarse en la frente, arranque del bigote y barba así como en zonas de claros bajo el labio inferior, el cual ostenta un tono blanquecino. Del mismo modo se utiliza en cejas y pestañas.

Finalmente, la zona del corte tanto en el plano descriptivo como en el de policromía presenta un acabado sumario donde se aprecian dos orificios sangrantes, el mayor de los cuales se identifica con la tráquea mientras el restante lateral no está tan claro pudiendo tratarse de una vena yugular interna o la arteria carótida aunque, por ubicación, se correspondería con uno de los músculos escalenos medio o posterior.

 

 
 
Examen con iluminación ultravioleta

 

La iconografía de San Juan, tanto Bautista como Evangelista, ocupa un lugar importante en la producción artística de Juan de Mesa, disponiendo de multitud de ejemplos que van desde la función procesional a la recogida devoción conventual. Es interesante apreciar cómo los tipos físicos generan unas estéticas concretas basándose en las particularidades iconográficas de la representación; esto es, comprobamos en las versiones del Evangelista un hombre maduro, de facciones duras y robusta expresión en contraposición de las más juveniles o de mediana edad que se observan en las del Bautista. Constituyen ilustrativos ejemplos de las primeras el simulacro de la iglesia de Santa María de Estepa (Sevilla) o el mutado iconográficamente a san Marcos de la iglesia homónima de Sevilla. En cuanto al Bautista destacar la imagen procedente del monasterio cartujo de Santa María de las Cuevas, ejecutada en 1623, así como el actualmente conservado en las dominicas de Santa María la Real de Bormujos (Sevilla). No obstante, esta interrelación estética no es del todo cerrada ya que la última imagen citada ofrece también rasgos maduros y, en el plano contrario, evangelistas como los de la hermandad del Gran Poder (1620) o el parcialmente perdido de la colección sevillana Lafita nos deleitan con rasgos más juveniles. Incluir la más actual adscripción que conserva la galería madrileña Coll y Cortés, un maravilloso Bautista que fue expuesto en la muestra de arte TEFAF 2015 en Maastricht.

Sin embargo, según Pérez Morales, disponemos de una pieza íntimamente relacionada con la que ahora estudiamos y que, a su vez, atestigua el citado "juego de edades" en las representaciones del Bautista. Nos referimos a la citada cabeza de la catedral hispalense. La obra nos muestra un hombre maduro, de imponentes rasgos y volumetría facial, muy en consonancia con las representaciones sedentes de los evangelistas de Estepa y San Marcos de Sevilla. Se encuentra ejecutada para mostrarse lateralmente sobre bandeja de plata relacionándose tanto por esto como por el detallismo anatómico del corte del cuello, con la citada de Núñez Delgado.

Por el contrario, la cabeza que investigamos, compositivamente, se realiza para una visión frontal y un punto de vista bajo, dado que, por un lado, muestra unos apliques traseros para suspenderla y, por el otro, lo sumario de su representación en la sección nos lo hace conjeturar. Asimismo, podría optarse por una colocación erguida sobre una bandeja que indicaría que la superficie de apoyo nunca sería vista y de ahí lo abreviado de su plasmación. En lo referente a morfología facial se acude a unos rasgos propios de las representaciones cristíferas, observando concomitancias con el Cristo Yacente de la hermandad del Santo Entierro de Sevilla o el crucificado de la Misericordia de la iglesia colegial de Osuna. Igualmente puede relacionarse con un relieve recientemente atribuido al escultor que muestra un Santo Rostro con ciertas soluciones técnicas parangonables con nuestra pieza, conservado en el palacio de Medina Sidonia de la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda.

Asimismo, por la cercanía morfológica con nuestra pieza, ostenta especial relevancia el mencionado retablo del Bautista que realiza Martínez Montañés para la catedral de Lima. Dentro de su decoración escultórica, cuya ejecución se dilata entre los años 1608 y 1622, se encuentra una cabeza muy cercana a la que estudiamos, planteada con un punto de vista frontal, a pesar de mostrarse de lado.

 

 
 
Estudio con rayos X

 

Pérez Morales plantea algunas hipótesis de procedencia de la pieza ya que piensa que la filiación estética con Juan de Mesa es más que palpable. Las suposiciones acerca de ella pueden partir de considerarla como una obra autónoma o vinculada a algún encargo de mayor entidad como podría ser un retablo, tal y como hemos visto en algunas muestras del maestro de Mesa, Martínez Montañés.

Como hemos visto, en el catálogo del escultor cordobés existen simulacros de san Juan Bautista de gran empaque, talla completa y ricamente policromados. Podríamos considerar nuestra pieza como obra autónoma, una especie de "reliquia" que ostentara función devocional en torno al culto hacia el santo. Recordemos que, por ejemplo, los cartujos convierten la representación de la cabeza degollada del Bautista en un emblema de sus ideales eremíticos.

Sin embargo, la hipótesis de una supuesta inserción en un retablo tampoco es descabellada, más aún si tenemos en cuenta que Mesa presenta en su producción dos encargos de retablos dedicados a San Juan. En 1623 contrata uno dedicado al Evangelista para la iglesia conventual de las santas Justa y Rufina, que el vulgo conocía como de "las Vírgenes". Esta obra, cuyo pago se dilatará hasta tras la muerte del escultor, será culminada por Luis Ortiz de Vargas en 1630 aunque en este documento se cita un altar de san Juan Bautista. Podemos pensar que se trate bien de un error de advocación en el documento o, por el contrario, que existiera en el convento otro retablo dedicado a él, también concertado con Mesa.

Otro retablo es el mayor de la iglesia conventual de Santa Isabel en Sevilla, cuya advocación real es a San Juan Bautista. Contratado el 17 de septiembre de 1624 con Mesa y su cuñado Antonio de Santa Cruz, ostenta las efigies de santa Isabel y san Zacarías en las calles laterales del primer cuerpo, presidiendo el mismo la del Bautista que, actualmente, ocupa un retablo lateral. A pesar de haberse dudado de su paternidad en alguna ocasión, son claramente piezas salidas de su gubia aunque sí apreciamos una diferencia con la imagen titular, cuya estética se acerca a Juan de Remesal.

 

 
 
Estado anterior a la intervención
Foto: Santiago Rodríguez López

 

Finalmente, comentar que la restauración de la cabeza ha sido recientemente completada en Sevilla por Darío Ojeda Cordero, quien ha culminado una labor iniciada por el artista y restaurador murciano Santiago Rodríguez López años después de su adquisición, la cual quedó inconclusa.

Mediante los estudios radiológicos y el examen con iluminación ultravioleta, entre otros tratamientos previos a la intervención, se pudo comprobar la existencia de repintes en la pieza, lo que junto a la suciedad superficial distorsionaba el cromatismo original y alteraba la estética primitiva de la obra.

Las principales actuaciones llevadas a cabo han consistido en la remoción de los depósitos superficiales y los repintes en la película pictórica, fijando los estratos polícromos con materiales afines a los originales.

 


 

 
 
Estado anterior a la intervención
Foto: Santiago Rodríguez López

 

FUENTES

PÉREZ MORALES, José Carlos. Cabeza de San Juan Bautista (s/p), Sevilla, 2015, pp. 1-8.

ROJAS-MARCOS GONZÁLEZ, Jesús. "Iconografía barroca del Bautista en las artes plásticas de la catedral de Sevilla", en El Barroco: universo de experiencias, Córdoba, Asociación "Hurtado Izquierdo", 2017, pp. 136-138.

PALOMERO PÁRAMO, Jesús. "Cabeza degollada de San Juan Bautista", en AA.VV. Gregorio Fernández y Martínez Montañés: El arte nuevo de hacer imágenes (catálogo de exposición), Valladolid, Fundación "Las Edades del Hombre", 2024, p. 256. 

 

 
 
Estado anterior a la intervención
Foto: Santiago Rodríguez López

 

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