Obras realizadas por la reconocida escultora e imaginera con destino al paso procesional del Santísimo Cristo de la Buena Muerte (Hermandad de los Gitanos) de su localidad natal. Son las dos primeras piezas de un proyecto que contemplan seis, y representan las escenas de la Encarnación y el Bautismo de Cristo, ambas talladas en madera de cedro, doradas en oro fino, estofadas al temple al huevo y encarnadas al óleo.

Los relieves muestran el barroquismo, la riqueza decorativa y de personajes, y el dinamismo que suelen caracterizar este tipo de piezas de la artista. La Encarnación, con Gabriel postrado ante María, incorpora la presencia de la Trinidad y tres querubines, mientras que el Bautismo no solo se ciñe a Jesús y a Juan, sino que agrega también al Espirítu Santo en forma de paloma, así como a dos ángeles y un cordero como preludio del sacrificio de Cristo.