GREGORIO VÁSQUEZ DE ARCE Y CEBALLOS


 

 
     
     
Trinidad Trifacial
 
Adoración de los Pastores

 

Pintor neogranadino (Santafé de Bogotá, 1638-1711) que, desde finales del siglo XIX es el más buscado y estudiado por los historiadores, artistas y peritos del tema en Colombia. Hablamos del artista más representativo de la historia del arte colombiano. Su obra supera los 800 óleos que, con el tiempo, se han distribuido en iglesias, conventos, oficinas públicas, casas particulares y museos de Colombia y de afuera del país.

Su original trazo y el excelente manejo de colores, extraídos de arcillas, y la utilización de algunos sistemas aprendidos de los indios para el manejo de la goma sobre sus cuadros, convirtieron a Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, también conocido como Vázquez de Arce, en el artista más solicitado del periodo colonial.

El Museo Colonial de Bogotá conserva la colección más grande del artista, con casi 200 piezas, entre las que se incluye la única colección de dibujos de su autoría y una gran cantidad de pinturas en todos los formatos y materiales. Otra población colombiana que preserva varias de las obras originales del pintor es Monguí.

La mayoría de sus obras incluyen la vida de Cristo, la Virgen y los santos, así como escenas del Nuevo Testamento. Su trabajo cumple estrictamente con las normas eclesiásticas de la época y está orientado a la propagación de la fe cristiana. Sin embargo, pese a su ubicación cronológica y a pertenecer a la estética de la Contrarreforma, fenómeno íntimamente relacionado con el Barroco, su pintura es más cercana al Renacimiento.

 

 
 
El Otoño

 

La relación de Vásquez con el arte renacentista se deduce, no tanto de sus métodos de trabajo, como de la armonía de sus composiciones, de la sobriedad en el tratamiento del color, y de la apariencia suave y dulce de sus personajes. Otro aspecto afín al Renacimiento que se ha destacado en la obra de Vásquez es la representación de escenas que evocan calma y serenidad, y que se evidencia en la poca verosimilitud que tienen sus representaciones de la violencia, aun cuando el tema de la obra lo exija.

Los personajes de sus obras transmiten devoción y mansedumbre, su expresión es bondadosa y noble; sus cuadros invitan a la contemplación de las cosas sagradas, respetan las disposiciones relacionadas con el decoro y la buena manera, y cumplen con el objetivo de mover el ánimo a la compostura y la devoción, lo que corrobora su relación con las maneras del andaluz Francisco Pacheco; no en vano, el propio Vásquez tenía raíces andaluzas.

Esta sobriedad de la representación es, por lo demás, un rasgo propio de la pintura santafereña de los siglos XVI y XVII, que lo diferencia del arte de otras capitales hispanoamericanas; hecho que se comprende fácilmente cuando se analizan las circunstancias históricas de la vieja Santafé de Bogotá.

Dicha población era muy pequeña y aislada, y en ella el poder de la Iglesia, sin un gran poder económico, pero también sin grandes conflictos ni amenazas exteriores, era indiscutible, de ahí que no se requería un arte exaltado o deslumbrante, propio del Barroco procedente de Europa, como se dio en otras regiones. La obra de Vásquez, dulce, sobria y serena, se corresponde perfectamente con las condiciones del ambiente en el que surgió y se desarrolló.

 

 
     
     
San Juan de Dios
 
Sagrada Familia y la Trinidad

 

FUENTES: MONTOYA LÓPEZ, Armando y Alba Cecilia GUTIÉRREZ GÓMEZ.
Vásquez Ceballos y la crítica de arte en Colombia, Universidad de Antioquía, 2008, pp. 29-31.

 

Nota de La Hornacina: nuestro agradecimiento al Museo de Arte Colonial de Bogotá.

 

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