ELISABETTA SIRANI
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Alegoría de la pintura/¿Autorretrato? (Museo Pushkin de Moscú) |
Elisabetta Sirani (Bolonia, 1638-1665) fue una pintora boloñesa de fascinante personalidad artística, famosa por su increíble productividad y su prodigiosa velocidad ejecutiva, lo cual se tradujo en una destreza y seguridad no solo perceptibles en sus pinturas, sino también en sus dibujos y grabados. Fue también reconocida por su belleza, que los contemporáneos calificaron como un buen reflejo de las cualidades de su arte. La producción gráfica y pictórica de Elisabetta ha sido objeto de numerosos estudios, desde las contribuciones pioneras que se remontan a la década de 1970, hasta las numerosas publicaciones de los últimos años, incluidos estudios de género relacionados con el fenómeno peculiar de los artistas boloñeses. La Galería de los Uffizi le dedicó entre el 6 de marzo y el 10 de junio de 2018 una interesante exposición, formada por 33 obras procedentes de colecciones públicas y privadas, que contribuyó de forma decisiva al acercamiento a su figura. También se le han atribuido hace poco nuevas obras, como "Sagrada Familia con Santa Ana y San Joaquín" (hacia 1662), que hasta entonces estaba asignada a Domenico Maria Canuti. La atribución se basa en ser este cuadro una variante de uno anterior realizado para un joyero boloñés, centrándose principalmente la atención de la pintora en los gestos enfáticos y la actitud de los personajes. Las numerosas anécdotas y referencias que en torno a Elisabetta Sirani se pueden encontrar en las fuentes de sus contemporáneos -trabajos impresos en prosa y poesía, epistolarios y documentos de archivo- transmiten la imagen de una artista universal, hasta el punto de recibir en sus estancias a personalidades políticas e intelectuales procedentes de toda Europa. Especial atención merecen sus vínculos con algunos de los protagonistas de la escena cultural boloñesa, una clientela culta, atenta, exigente y refinada, gracias a la cual estableció relaciones con el franciscano Bonaventura Bisi y con los Médici de Florencia, especialmente con el cardenal Leopoldo de Médici, uno de los coleccionistas más importantes de su tiempo. |
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Anna Maria Ranuzzi como la Caridad (Fundación Cassa di Risparmio de Bolonia) |
Pocos años después de su prematura muerte, con tan solo 27 años de edad, fue elogiada por la "gracia sin dificultades y la gracia sin afectación" de sus creaciones, dotadas de una modernidad fuera de toda duda. Elisabetta rivalizó con los colegas masculinos mejor calificados y alcanzó a la clientela más culta, influyente e importante en una época en la que ser mujer artista no era nada fácil. Su estilo se caracterizó por un uso suelto y seguro del pincel y del grabado. De hecho, sea mediante la aguada o las piedras rojas y negras, sus líneas, a veces concisas y otras más elaboradas para recrear el efecto pictórico del claroscuro, fueron siempre expresivas y efectivas, consiguiendo la artista evocadores efectos atmosféricos en la técnica del grabado, presentes en obras como "Inmaculada Concepción", siguiendo un modelo previamente pintado por su padre para la iglesia boloñesa de San Paolo in Monte, o "Virgen de las Angustias", un tema de gran intensidad emocional que también llevó a la pintura, llamando la atención en ambas versiones el detalle del angelito que, arrodillado en el rincón derecho de la composición, llora frotándose un ojo con la mano. La coherencia de sus intenciones artísticas y la conciencia que tuvo de sus medios surgieron no solo en los temas y retratos sagrados, sino también en la capacidad que tuvo de enfrentar temas alegóricos e históricos, a veces representados con una iconografía poco convencional. Estos últimos también fueron el resultado del cuidadoso estudio de los textos literarios presentes en la biblioteca de su padre Giovanni Andrea, también pintor y primer maestro de Elisabetta, así como uno de los principales defensores de su fortuna. Otros detalles propios de Elisabetta fue la presencia de su firma en las zonas más inesperadas de sus pinturas y la creación de un ideal femenino que estuvo presente en casi todas sus composiciones, caracterizado por unos rasgos adolescentes y dulces y por unos cuerpos menudos pero elegante y gracioso, que denotan un orgullo joven mal encubierto con una mirada a medio camino entre la inocencia y la travesura. También redujo al mínimo los detalles truculentos de las escenas, si bien esto era un detalle típico del clasicismo boloñés. |
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Porcia hiriéndose el muslo (Fundación Cassa di Risparmio de Bolonia) |
La corta vida de Elisabetta tuvo lugar enteramente en Bolonia. Como hemos dicho antes, su educación artística se debe a su padre Giovanni Andrea Sirani (Bolonia, 1610-1670), uno de los principales colaboradores de Guido Reni, quien, a la muerte del maestro en 1642, abrió un floreciente taller. Presidente de una "Academia de Desnudos", y gran conocedor de los dibujos y el peritaje, Giovanni Andrea formó parte de una élite de nobles y eruditos que desempeñaron un papel decisivo en la afirmación del pintor incluso fuera de Bolonia. Tanta es la proximidad artística entre padre e hija -si bien Elisabetta fue considerada por los expertos de su tiempo a la altura de los grandes maestros masculinos y muy por encima de Giovanni Andrea- que la atribución de obras como "Virgen con el Niño y San Juan Bautista" fluctúa entre ambos, tanto por su calidad y la tenue luminosidad, como por el cálido sentimentalismo y la afabilidad de los semblantes. La carrera de Elisabetta está contenida dentro de una década. Nacida el 8 de enero de 1638, nada más cumplir los 17 años de edad, en 1655, comenzó a registrar las pinturas que le encargaban en un cuaderno titulado "Nota delle Pitture fatte da me Elisabetta Sirani", publicada póstumamente por su primer biógrafo Carlo Cesare Malvasia. En 1662 se hizo cargo de la gestión de la tienda familiar cuando su padre cayó gravemente enfermo de gota. Tres años más tarde, el 28 de agosto de 1665, la joven artista murió repentinamente en su casa de la Via Urbana, en medio de rumores de envenenamiento dada la envidia que despertaba, pero, probablemente, tras una peritonitis causada por una úlcera perforante. Su padre le sobreviviría solo cinco años más. |
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La Virgen dolorosa con los símbolos de la Pasión (Galería de los Uffizi de Florencia) |
Pintora capaz de sorprender a sus contemporáneos gracias a un arte elegante y moderno, innovador y versátil, con felices resultados tanto en los temas profanos como en los sagrados, los retratos y las alegorías. Es natural preguntarse qué cimas habría llegado a tocar su pintura si no hubiera tenido una muerte prematura. Cuentan que con 22 años, asombró al príncipe Cosimo III de Médici pintando rápida y fácilmente uno de los niños de la alegoría de la Caridad que aparece en su lienzo "Justicia, Caridad y Prudencia", lo que fue suficiente para que el futuro Gran Duque le encargarle inmediatamente un cuadro de "La Virgen con el Niño". Más allá de las leyendas en torno a su figura, alimentadas por su talento, su alto nivel de educación, la dulzura de su carácter y la belleza de su apariencia, es necesario subrayar el papel de Sirani como directora del taller paterno, y sobre todo profesora en la Academia de San Lucas, ambos papeles insólitos para una mujer del siglo XVII y más todavía siendo tan joven. Además, promovió una de los primeros cenáculos artísticos formado solo por mujeres, que incluyó a sus hermanas Barbara y Anna Maria, también pintoras, y otras jóvenes artistas. Según Adelina Modesti, la principal contribución al respecto de Elisabetta fue profesionalizar la práctica artística femenina a través del desarrollo de un método que excluía el modelo tradicional del hombre mentor -las artistas aprendían por entonces su oficio solo a través de colegas masculinos, por lo general padres, esposos y hermanos- e incentivaba la producción cultural femenina y la transmisión de las enseñanzas entre las mujeres, estableciendo así un modelo educativo para las futuras generaciones de mujeres artistas. |
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Cupido triunfante en el mar/Cupido Médici (Colección particular de Bolonia) |