JOSÉ RIVERA GARCÍA
Fue uno de los más famosos escultores sevillanos de la posguerra. Ingresó a los trece años en la Escuela de Artes y Oficios de Sevilla, y fue discípulo de artistas como José María Labrador o Francisco Marco Díaz-Pintado, entre otros.
A raíz del conflicto civil ocurrido en 1936, se convierte en figura primordial a la hora de restituir o restaurar el gran número de tallas desaparecidas o deterioradas, junto con
otros contemporáneos de la imaginería neobarroca como Castillo Lastrucci, Illanes, Bidón o Fernández-Andes.
Aunque nacido en Sevilla, la obra de Rivera (1905-1982) no se concentra mayoritariamente en la capital hispalense y su entorno, sino que se encuentra muy repartida por la mayoría de las provincias andaluzas, entre ellas Huelva, Cádiz, Jaén o Málaga. Los rasgos estilísticos de su producción beben directamente de los cánones impuestos por los grandes maestros de la escuela sevillana del siglo XVII, en especial, de las fórmulas empleadas por el cordobés Juan de Mesa, sin descartar la estética dieciochesca que otorga a sus imágenes marianas, especialmente a las Vírgenes de Gloria.
Consiguió gran celebridad y calidades desiguales con sus imágenes de Jesús con la Cruz a Cuestas, destacando los simulacros de Arahal (1942); Aracena (1941); Marbella (1939); el venerado Nazareno del Amor de Cádiz (1940); Jesús de la Pasión de Huelva (1938), probablemente realizado con la colaboración de su amigo y colega Antonio Infantes Reina, quien firmó -como sucedió en otras ocasiones- el contrato de ejecución; Villanueva del Arzobispo (1942) y La Puebla de Cazalla (1943), siendo ésta quizás la pieza más conseguida de entre todos ellos.
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