ROMERO RESSENDI


 

 

Como pintor, Bartolomé Romero Contreras (Sevilla, 1922 - Madrid, 1977), de nombre artístico Romero Ressendi, tuvo una juventud triunfal. Formado en la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría y consagrado a los 24 años con un retrato del torero Antonio Bienvenida, no quiso ser en su madurez un pintor adusto y formal.

Durante toda su trayectoria se entregó con verdadero fruición a un costumbrismo castizo, con gitanas, payasos, máscaras y penitentes de Semana Santa, siempre con su Sevilla natal muy próxima. Hay incluso un irónico autorretrato, de aspecto quijotesco, dentro de una producción que engloba obras como El Chismoso, Patio Andaluz, El Pelele, Baile en la Cueva, La Buenaventura o Juerga Gitana.

 

 

Su especial idiosincrasia, su tremenda facilidad de oficio, la temática elegida, a tono con su propia bohemia... todo ello hizo de él un pintor en perpetua rebeldía, que se alejó paulatinamente de los cánones asumidos con anterioridad; no en vano, Romero Ressendi perteneció a una extravagante familia burguesa, cuya desenfadada actitud era muy contraria a la oficialidad de la época.

Cuenta Pilar Lebeña que, en una ocasión, fue tachado de inmoral, aunque Ressendi, una ráfaga de aire fresco para su época, ni se inmutó por ello. Sucedió al pintar Las Tentaciones de San Jerónimo (1946), obra de tono aquelárrico que recurría a indecorosos desnudos en posturas obscenas y poco edificantes en opinión de una amplia mayoría de la crítica sevillana; opinión compartida por la oficialidad académica y religiosa de su tiempo.

 

 

El Cardenal Segura, quien amenazó con excomulgarle, ordenó descolgar dicho cuadro por considerar que atentaba contra la moral y las buenas costumbres. El pecado del cuadro estaba en la mujer desnuda que se veía debajo del santo. El resultado: como hemos dicho, el pintor fue tachado de inmoral; sin embargo, la clase burguesa a la que pertenecía se volcó comprándole sus cuadros como rosquillas.

Arbide califica a Romero Ressendi de pintor osado e intuitivo que provocó con sus signos religiosos a la sociedad de la posguerra, cosa que no era difícil. Otra obra sacra suya de notable interés es La Flagelación de Cristo, una gran composición cuadrada, de acentuado dramatismo, que muestra un excelente estudio de caracterización en los sayones y una actitud doliente y resignada en la víctima.

 

 

Como dice Tomás Paredes, la obra de Romero Ressendi es desgarrada, tenebrista, estremecedora y, al mismo tiempo, desigual e impulsiva. No demasiado divulgadas, sus creaciones se han expuesto casi siempre parcial y accidentalmente, y casi todas están en manos de coleccionistas privados.

Considerado por algunos como el mejor pintor figurativo sevillano del siglo XX, en Romero Ressendi se intuye algo de su maestro, el gaditano Francisco Hohenleiter, y también hay atisbos del madrileño Leonardo Alenza y de otros maestros de una época en la que la pintura permanecía fiel a los dictados de la Academia.

 

FUENTES: COVELO LÓPEZ, Juan Manuel. Bartolomé Romero Ressendi, Sevilla, 2000;
MONTAÑÉS, Luis. "Un Maestro del Genero Chico", publicado en Antiquaria, nº 97, Madrid, 1992.

 

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