Nació en Berna, en 1951. Diplomada en la Escuela de Artes Aplicadas, trabajó como ilustradora publicitaria en París y en Laussana. A partir de 1991 se consagra a la pintura. Maestra del estilo naif, expone desde hace muchos años en Suiza, Francia, Alemania, España y Portugal. Algunas de sus obras han abandonado Europa para formar parte de colecciones particulares en Japón, Oriente Medio, México y los Estados Unidos.

Para las pinturas de pequeño y medio formato, escogió pintar según una antigua técnica utilizada en el Quattrocento, la témpera; la misma que usaban los artistas rusos del siglo XV para dar color a los iconos religiosos bizantinos y que permite gran finura de detalles, aunque no tolera los degradados ni los tonos fundidos. Perret nos subyuga por la maestría de su realización. Para los grandes tamaños trabaja con óleos.

Aunque su pintura se clasifica dentro del Arte Naif, a veces roza el surrealismo con ciertos motivos. Diversos temas enriquecen sus obras, al tiempo que demuestran la pluralidad de su talento. Escenas ingenuas evocan el universo mágico de su infancia, el todo es posible, donde los juguetes se encarnan y los objetos toman vida.

Carole Perret declina en sus célebres monjas todas las extravagancias, pero sin herir la susceptibilidad del público. De estas devotas "un poco Ángeles, un poco Brujas", en palabras de la autora, sabemos también que hacen reír de buena gana. El vestido no hace a la monja, como podríamos decir.