CLARA PEETERS


 

 
 

Mesa con mantel, salero, taza dorada, pastel, jarra, plato de porcelana con aceitunas y aves asadas

Hacia 1611
Óleo sobre tabla
55 x 73 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Clara Peeters fue pionera en el campo de la naturaleza muerta y una de las pocas mujeres que trabajaron como pintoras en la Edad Moderna temprana. Desarrolló su actividad en Amberes y su primera obra fechada es de 1607. Se conocen hoy unas 40 obras de su mano. Los cuadros de Clara Peeters son elegantes y precisos. Son también enigmáticos: ¿qué significaba para alguien de en torno a 1610 una vasija de porcelana del tipo de las que vemos en estos bodegones? ¿Y una alcachofa o una concha?

Peeters cultivó el género del bodegón y un estilo que insiste en la apariencia real de las cosas, premisas que revelan un espíritu emprendedor y una mentalidad vanguardista, ya que, cuando comenzó a trabajar en este género, en la primera década del siglo XVII, solo unas cuantas obras de este tipo formaban parte de las colecciones de los Países Bajos Meridionales y el realismo se ofrecía como una alternativa al idealismo de la tradición renacentista. Sus bodegones incluyen aves y pescados listos para ser cocinados; alimentos ya preparados y dispuestos sobre la mesa; y vajillas y objetos diversos, la mayoría de lujo, que se caracterizan por la minuciosa descripción de las formas y las texturas, y por el elegante contraste entre objetos luminosos y fondos oscuros, que contribuyen a crear una impresión general de sobriedad. Estas obras revelan los gustos y costumbres de las clases más prósperas de los comienzos de la Edad Moderna, así se pueden observar productos importados como dulces, vinos, frutas o pescado -alimento este último que Peeters convirtió en protagonista de alguna de sus composiciones siendo la primera artista en hacerlo-; gavilanes o halcones peregrinos junto a aves muertas -los primeros bodegones dedicados al tema de la caza, actividad asociada a la vida aristocrática; y las mencionadas conchas, cuyo origen exótico y peculiar belleza las hacían valiosas. También aparecen otros muchos objetos que podrían asociarse a la riqueza, el buen gusto, la educación o la cultura; entre ellos, la porcelana; las copas y tazas de plata dorada; el vidrio soplado; y los contenedores de plata para la sal.

Clara Peeters a menudo incluyó, en sus cuadros, autorretratos reflejados en las superficies de jarras y copas. Estos retratos, apenas visibles, aparecen en al menos ocho de sus obras. En Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre los reflejos en la copa de plata y la jarra de peltre muestran a la artista con un tocado, un gran cuello y un vestido de hombros altos. Otros como Bodegón con pescado, vela, alcachofas, cangrejos y gambas, Bodegón con arenque, cerezas, alcachofa, jarra y plato de porcelana con mantequilla, Bodegón con quesos, almendras y panecillos, y Bodegón con quesos, gambas y cangrejos de río muestran tan solo la cabeza de la artista reflejada en las tapas de las jarras. Bodegón con flores, copas doras, monedas y conchas refleja, en la superficie de la copa de la derecha... Así, hasta ocho autorretratos de Peeters en los que se muestra con pinceles y paleta reafirmando su condición de mujer pintora y animando al espectador a reconocer su existencia. Estos autorretratos también descubren su calidad como artista, ya que, su diminuta escala es una demostración de su maestría.

 

 
 

Bodegón con pescado, vela, alcachofas, cangrejos y gambas

1611
Óleo sobre tabla
50 x 72 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

La escasez de referencias documentales sobre Clara Peeters convierte su obra en una fuente de información extraordinaria para descubrir a esta pintora, contemporánea de Jan Brueghel el Viejo, Rubens, Snyders y Van Dyck, formando parte de un período de apogeo en la historia del arte europeo.

Clara Peeters fue pionera en el campo de la naturaleza muerta y una de las pocas mujeres que se dedicaron a la pintura en Europa en la Edad Moderna. Diversos testimonios permiten suponer que desarrolló su trabajo en Amberes (Bélgica), aunque pudo realizar algún viaje a Holanda. Aunque no aparece inscrita en el gremio de pintores de la ciudad, es citada en un documento como pintora de Amberes y al menos seis de los soportes que empleó para sus cuadros tienen marcas que indican que las tablas fueron preparadas para esa ciudad. Además, en la hoja de tres de los cuchillos de plata, que se incluyen en sus obras y en los que aparece escrito su nombre, se puede ver una marca de la ciudad de Amberes. Estos cuchillos, que los comensales llevaban a los banquetes, se empleaban como regalo de boda y al contener su firma, podrían ser un recuerdo de su propio matrimonio que, en cualquier caso, no está documentado.

Nació alrededor de 1588-1590. Once de sus obras conocidas están fechadas y las más tempranas fueron realizadas entre 1607 y 1608. Su momento de mayor actividad fue alrededor de 1611-1612, pero se desconoce si pintó después de 1621. La amplia distribución de su obra en colecciones de Róterdam, Ámsterdam o Madrid sugiere que aspiraba a obtener beneficios y que trabajaba de forma altamente profesional exportando mediante marchantes. Por otro lado, las diferentes calidades de su pintura sugieren que trabajaba con la ayuda de un taller.

 

 
 

Bodegón con flores, copa de plata dorada, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre

1611
Óleo sobre tabla
52 x 73 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Aunque la costumbre y la ley no favorecían la integración de la mujer en el mundo profesional, un reducido número de mujeres -como Peeters, Hemessen, Anguissola o Gentileschi- consiguieron salvar las limitaciones existentes y convertirse en pintoras. Pero condicionantes como la dificultad del aprendizaje del dibujo anatómico a partir de modelos vivos, normalmente masculinos que posaban desnudos, a los que las mujeres no tenían acceso, limitaban su producción al retrato o al género del bodegón, caso de Clara Peeters.

Catharina van Hemessen (hacia 1527/1528-1560) es la primera mujer artista documentada en Flandes y una de las primeras en Europa. Nació en Amberes y fue la profesión de su padre, el pintor Jan Sanders van Hemessen, lo que le permitió aprender en casa. La mayor parte de sus cuadros conocidos son retratos.

Para Sofonisba Anguissola (hacia 1532-1625) fue su condición social lo que le permitió ser artista. Trabajó como dama de honor de Isabel de Valois y de su hija la infanta Isabel Clara Eugenia. Su talento artístico hizo que le encargaran retratos por los que nunca recibió un salario, pero sí joyas y vestidos.

Artemisia Gentileschi fue una de las mujeres pintoras más reconocidas al inicio de la Edad Moderna. Hija del famoso pintor Orazio Gentileschi, nació en Roma en 1593. Cultivó el género del bodegón, un aspecto poco conocido de su carrera, pero también pudo aprender con su padre a pintar otro tipo de obras.

A diferencia de varias mujeres pintoras de los siglos XVI y XVII que fueron también hijas de pintores -entre ellas Lavinia Fontana, Fede Galizia, Isabel Sánchez Coello, Levinia Teerlinc y Elena Recco-, Claudia Peeters no tuvo antecedentes artísticos en su hogar. Su arte, precoz e infravalorado debido a su sexo, muestra influencias de Osias Beert -uno de los pioneros en el género del bodegón- y de los bodegonistas holandeses. Se conjetura con estancias formativas en Ámsterdam y La Haya -ciudad donde falleció en 1657- pero no existen documentos.

 

 
 

Bodegón con gavilán, aves, porcelana y conchas

1611
Óleo sobre tabla
52 x 71 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Exposición El arte de Clara Peeters en el Museo Nacional del Prado de Madrid (Paseo del Prado, s/n) desde el 25 de octubre al 19 de febrero de 2017. Se trata de la primera muestra del Prado que tiene a una mujer pintora como protagonista. Los quince bodegones expuestos, fechados entre 1611 y 1621, proceden de colecciones particulares (seis), instituciones del norte de Europa (tres), Inglaterra (uno), Estados Unidos (uno) y del propio Museo del Prado (cuatro). El responsable del catálogo, editado en castellano e inglés, es Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado, y comisario de esta exposición. Tras su exhibición en Amberes, la presencia de este grupo de quince obras relevantes de Clara Peeters en el Prado quiere destacar los logros de esta dotada y delicada artista, de la que se conocen apenas cuarenta obras de su mano. Tanto la exposición como el catálogo que la acompaña suponen el estudio más actualizado hasta la fecha sobre su vida y su obra situando a Clara Peeters en el contexto cultural y artístico de Amberes y poniendo también el foco de atención en la situación de las mujeres artistas a principios de la Europa Moderna, cuando los prejuicios generalizados les cerraban muchos caminos. Horario: lunes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas; domingos y festivos, de 10:00 a 19:00 horas; cerrado el 25 de diciembre y el 1 de enero.

 

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