LUIS PARET Y ALCÁZAR

Con información de Alejandro Martínez


 

 
 
La tienda de antigüedades

 

Luis Paret y Alcázar (Madrid, 1746-1799) es una de las figuras más interesantes del arte español del siglo XVIII. Artista erudito de azarosa biografía, ha sido aislado del discurso teórico del arte español de su tiempo debido a un eslogan -el Watteau español- que se repite constantemente y le señala como el más genuino representante del rococó en España, y segundo pintor más importante del siglo XVIII, después de Goya.

Paret se caracteriza por su gran formación humanística y por una azarosa biografía, que ha condicionado su fortuna. Como ha sucedido con otros artistas de su generación, ha estado condicionado por la figura de Goya, que lo absorbe todo. Si hacemos una aproximación historiográfica, nos encontramos que habitualmente Paret es presentado en oposición al pintor aragonés, basándose exclusivamente en criterios estilísticos.

Lo anterior le ha circunscrito a una serie de etiquetas, como la de maestro del rococó que daba vida a una pintura amable y llena de insinuaciones, y que tendía a desvanecerse en modelados que asemejan porcelanas y en lienzos como miniaturas ampliadas. Sin embargo, Luis Paret y Alcázar es un artista plenamente neoclásico, centrado en modelos grecolatinos, y con muchísimas inquietudes.

 

 
 
Ensayo de una comedia

 

Su formación no tiene parangón entre los artistas de su generación. Gracias al análisis de su biblioteca y a través de sus dibujos conocemos a un artista que al menos leía y escribía en latín, griego, inglés y francés -el idioma de su padre, ya que Paret era hijo de francés y española-. Entendemos que también dominaba el italiano, puesto que estuvo viviendo allí tres años, y que tenía algunas nociones de árabe.

Paret empezó, como la mayoría de artistas de su generación, en la Real Academia de San Fernando, en la que ingresó con tan solo once años. Sin embargo, su principal maestro, es decir, aquel con el que amplió sus horizontes artísticos y estilísticos y sus inquietudes intelectuales, fue Charles de La Traverse, un pintor francés que acudió a Madrid de la mano del embajador de Francia en España, el marqués de Ossun.

En la capilla de San Juan del Ramo del templo de Santa María en Viana (Navarra), Paret llevó a cabo la empresa más ambiciosa de toda su trayectoria artística, en lo que respecta a la pintura pública, pero sus cuadros más representativos son, además de los pintados para el rey y el infante don Luis, los que realizó para particulares y que recogen instantáneas de la vida cortesana o burguesa.

 

 
 
Artemisa

 

Efectivamente, Paret fue pintor de cámara del infante don Luis de Borbón, hermano del monarca ilustrado Carlos III, quien costeó su viaje a Italia y le protegió en los inicios de su carrera. Para el infante, que además fue su principal valedor, Paret creó -entre otras piezas- un conjunto de aguadas basadas en los especímenes de su Gabinete de Historia Natural; sin duda, uno de los conjuntos más importantes en la trayectoria de Paret, en el que se combina la ilustración científica y el discurso anticuario. 

El episodio que le llevó al exilio, consecuencia directa de su relación con don Luis -Paret fue acusado de instigador en muchas de las correrías amorosas del infante-, ha servido como causa en las consideraciones de muchos historiadores sobre la distancia de Paret con respecto al arte español de su tiempo.

Paret fue desterrado en 1775 a Puerto Rico por un periodo inicial de seis años, a causa de su relación con el infante y de ciertos aspectos de la vida desordenada que por entonces llevaba. Pero después de tres años, gracias a las súplicas de su mujer, consiguió volver a la Península y que su destierro caribeño fuera conmutado, aunque con la condición de estar alejado cuarenta leguas de la Corte. Eso le obligó a establecerse en Bilbao, donde permaneció junto a su familia hasta la muerte del infante don Luis en 1785.

 

 
 
El Jardín Botánico desde el Paseo del Prado

 

Durante sus años en Bilbao, se convierte en un artista muy heterogéneo y polifacético, que tuvo que reciclarse y reinventarse para seguir viviendo de su profesión. La expulsión de la patria, y el consiguiente distanciamiento de la corte, justificarían la pérdida de la oportunidad de hacer carrera al servicio del rey y de triunfar en la Academia de San Fernando, donde se había formado. Sin embargo, su heterodoxia respecto a otros artistas contemporáneos se debe a lo diverso de su formación y cultura. La imagen, proyectada por Ceán Bermúdez, de un artista con una gran formación humanística ayudó a trazar ese halo de heterodoxia que le rodea.

La última parte de Paret corresponde con su retorno a la capital y sus diez últimos años de vida. En 1789, fue restablecido en la Corte y, gracias al reconocimiento público de sus méritos, dio un nuevo impulso a su carrera iniciando una intensa colaboración con las principales imprentas de la corte que abarcó la década de 1790.  En esta etapa son escasísimas sus pinturas, sin embargo, trabajó intensamente como ilustrador, haciendo viñetas para los principales impresores de la época, como Antonio Sancha y Benito Cano.

Su último proyecto, antes de su prematura muerte en 1799, fue una colección de estampas titulada Trages españoles usados en diferentes épocas, de la que se conservan algunos dibujos de trajes acomodados a los usos del teatro. Es un proyecto que se enmarca en un nuevo discurso sobre la historia nacional forjado en esos años por diversas personalidades de la cultura española de la Ilustración. Además, uno de los intereses fundamentales de Paret a lo largo de su trayectoria fue la indumentaria, como muestra identitaria.

 

 
 
La comida de Carlos III

 

Para comprender mejor su singularidad, conocer sus modelos y desentrañar cómo se fraguó su personalidad artística, con la exposición Dibujos de Luis Paret (1746-1799), la Biblioteca Nacional de España (BNE) y el Centro de Estudios Europa Hispánica se adentran, hasta el próximo 16 de septiembre, en el corpus de dibujos de Luis Paret y en el análisis del contenido de su biblioteca, con el fin de averiguar su distanciamiento del arte académico. La muestra, que tiene lugar en la Sala Hipóstila de la BNE bajo el comisariado de Alejandro Martínez, supone un repaso completo a la trayectoria de Paret a través de 118 piezas, entre dibujos y estampas, pinturas y libros, prestando atención a las múltiples facetas de dibujante, pintor, grabador, traductor, calígrafo, etcétera, en las que Luis Paret y Alcázar manifestó su creatividad e ingenio. Dirección y horarios: Paseo de Recoletos 20-22, Madrid. Martes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas; domingos y festivos, de 10:00 a 14:00 horas.

 

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