BENJAMÍN PALENCIA
María Escribano
El poeta Rafael Alberti, en La arboleda perdida, recuerda a Benjamín Palencia como un muchacho pueblerino y un poco ingenuo, que pronunciaba mal algunas palabras y que trataba de "don" al escritor Juan Ramón Jiménez, quien actuaba en aquel momento como mentor de todo el grupo. Sin embargo, a pesar de sus ademanes, tanto la pintura de aquellos años, como los textos de Benjamín Palencia revelan a un artista conocedor de las últimas vanguardias y profundamente interesado por la renovación del arte. Casi autodidacta, traído a Madrid por un tío suyo desde el pueblo albaceteño de Barrax, Benjamín Palencia había llamado la atención de Juan Ramón Jiménez ya en la exposición del Salón de Otoño del año 1915. A través de Juan Ramón, Benjamín Palencia tomará contacto con la Residencia de Estudiantes, donde conocerá a artistas como Salvador Dalí, Rafael Alberti, Federico García Lorca y Luis Buñuel, y, en 1925, participa en la Exposición de Artistas Ibéricos. Pero es a raíz de su viaje a París, al año siguiente, cuando sus cualidades plásticas, su "instinto puro" y su "limpia mirada", que habían cautivado a Juan Ramón, van a quedar fermentadas por el contacto directo con el cubismo y, sobre todo, con el surrealismo. Desde 1928 hasta 1936, se desarrollará el período más fecundo e innovador de su pintura, pues a la influencia cada vez más predominante del surrealismo, Benjamín Palencia introducirá en su obra elementos de raíz popular para crear una vanguardia netamente española. Con el escultor Alberto, paseará por los alrededores de Madrid con los ojos atentos ante el paisaje desabrido y, a veces, insospechadamente hermoso de la meseta. Los dos fundarán la Escuela de Vallecas, y en sus paseos pronto les acompañarán también Rafael Alberti, Maruja Mallo y Juan Manuel Díaz-Caneja. Hacia 1934 y siguiendo una trayectoria semejante a la de otros artistas contemporáneos, Benjamín Palencia se siente atraído por el Grupo Constructivo, que había fundado Torres García en Madrid. Nuestro artista se encuentra en un momento de gran plenitud y en los dos años anteriores a la Guerra Civil, su versatilidad se refleja en una serie de collages de raigambre surrealista, junto a dibujos que muestran una búsqueda de clasicismo, una reflexión sobre la historia de la pintura, desde Durero al Quatrocento italiano. El Benjamín Palencia de los años 20 y 30 es un pintor profundamente atento a las últimas experiencias renovadoras y, sin embargo, consciente de que la vanguardia española debía llevar a cabo una reelaboración personal de ellas, una idea que compartía con muchos de los artistas que decidieron permanecer en nuestro país por aquellos años. La Guerra Civil supuso una brusca interrupción para esta prometedora aventura. |