BALTASAR LOBO


 

 

Nacido en 1910, el escultor Baltasar Lobo es sin duda el artista zamorano más importante del siglo XX, cuya personalidad fue madurando desde el aprendizaje inicial, gracias a las pensiones concedidas por la Corporación Provincial, hasta su asentamiento definitivo en París a partir de 1939, como consecuencia del exilio tras la derrota de las tropas republicanas en la Guerra Civil, en uno de cuyos batallones anarquistas militó durante la contienda.

Lobo es conocido por sus obras que hacen de la mujer y la maternidad temas recurrentes, a partir de formas y figuras abstractas llenas de sensualidad. Tras iniciar su carrera en Valladolid, trabajando en un taller de imaginería en el año 1927, obtuvo una beca para la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. Después continúa asistiendo a clases nocturnas de dibujo y talla directa en madera y mármol en el Círculo de Bellas Artes. En el Museo Arqueológico descubrió el arte ibero, con sus formas simplificadas y ancestrales que se harán presentes en su lenguaje escultórico desde ese momento y que le fueron llevando hacia la síntesis formal. Durante esos años también estudiaría la tradición escultórica mediterránea, como se puede apreciar con la presencia de los centauros y los toros, originarios de la civilización minoica.

Instalado en Francia, frecuentó los círculos de exiliados españoles. En contacto con creadores como Picasso, y otros vanguardistas como el escultor Henri Laurens, a quien servirá de ayudante temporalmente, y alternando con oficios para ganarse la vida como marmolista o tallista de muebles, Lobo irá desarrollando en la capital francesa un peculiar estilo, con etapas de inspiración en las mencionadas formas antiguas mediterráneas o en el esquematismo de la escultura cicládica, transición desde la figuración hasta rozar el informalismo sin abandonar aquélla enteramente, centrando sus temas esencialmente en la figura femenina y, sobre todo, en las deliciosas Maternidades, lo más característico de su obra. Así, en su producción de los años 40, se aprecian ecos de Jacques Lipchitz en sus versiones del tema de la maternidad; la más monumental, la prevista para La Ciotat en 1947. Aunque menos directas también son apreciables las resonancias de Brâncuşi, en obras como Selene o El Pájaro, ambas de 1957.

A partir de los años 50 del siglo XX, Lobo alcanzará la madurez creativa, reconocida internacionalmente a partir de los años 60, y oficialmente celebrada en España, con la llegada de la democracia, en los años 80, con la concesión del Premio Nacional de Artes Plásticas o el de Castilla y León de las Artes. El aval como escultor también le llegó a través de otros premios y distinciones internacionales, como el Premio André Susse de Escultura (1958), el Premio Jacques Lenchener (1974), el Premio Oficial de las Artes y las Letras de Francia (1981), o la Orden Andrés Bello del Gobierno de Venezuela (1989). Falleció en París, en el año 1993.

 

 

Los rasgos más característicos de las obras de Baltasar Lobo son el riesgo y grandeza de lo simple; su tendencia a producir una obra que se podría llamar "de una sola pieza" define la simplicidad de las formas, caracterizada además por la escultórica de bulto, la concentración de la forma y la talla directa. También la naturaleza y la abstracción, no desapegándose del todo de la naturaleza como fuente primera de inspiración y modelaje. Lobo quiere mostrar con ella las facetas esenciales de su ser, de sus modos de comportarse, movilizarse y crecer.

Los procesos internos de su creación se pueden apreciar en los dibujos y guaches, la mayoría de ellos bocetos para futuras esculturas. En ellos domina el tema de la mujer y se pone en evidencia su talento escultórico. En sus experimentos con la línea en carboncillo, tinta china o pincel con la espontaneidad que permite el guache, destaca con vigor el volumen de los cuerpos, que anuncian las esculturas. Es posible observar la relación directa entre algunos dibujos y las esculturas, como el dibujo La Marchande de Poisson (La Vendedora de Pescado) y el guache sobre cartón Femme et Enfant (Mujer y Niño, 1948) y la escultura en mármol del mismo nombre del año 1958, donde la línea se hace tridimensional al materializarse en mármol y bronce.

Otra característica común es la ubicación de su obra en una dimensión intermedia entre la escultura naturalista y las formas abstractas. En sus igualmente famosos Torsos reúne tres aspectos del lenguaje: la anatomía de los cuerpos naturales, la manera en que el artista actúa para producir la formatividad escultórica, y la conversión de una cosa en otra. En su mayoría, los Torsos mantienen un vínculo con los dos primeros aspectos, en cambio otras piezas muestran más claramente al torso como zona de giro donde la figura fue dando paso a la abstracción.

La especial relación del artista con Venezuela, se inició a mediados de los 50 con su primera exposición de dibujos el Museo de Bellas Artes de Caracas, en el año 1955, donde volverá a exponer en 1958. El público venezolano apreciaría su trabajo y, poco después recibió el encargo de dos esculturas importantes para espacios públicos: Maternidad, que se encuentra en la Maternidad Concepción Palacios de Caracas, y Estela, ubicada en el Club Playa Azul, Estado Vargas, en las cercanías a la capital. A través del proyecto de integración a las artes de Carlos Raúl Villanueva en la construcción de la Universidad Central de Venezuela (UCV), como una de las esculturas más relevantes de Lobo queda en la casa de estudios más importante del país: Maternidad (1953), ubicada junto a otra de su maestro Henry Laurens; del mismo año es otra exquisita Maternidad de la colección del Museo de Bellas Artes. Expuso a finales de los 60 en la Fundación Mendoza de Caracas con gran éxito. En el año 1989, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber, organizó una muestra antológica a raíz de la cual adquirieron varias piezas del artista, algunas de las cuales son expuestas con regularidad en su Jardín de Esculturas.

 

 

La proyección internacional de la obra de Lobo ha conllevado su exhibición en ciudades como Caracas, Madrid, París, Amberes, Málaga, Tokio, Almería, Estocolmo, Huelva, Zurich o Valladolid. En Venezuela y otros países de Latinoamérica, su obra gozó, en palabras de su hermana Visitación, de una resonancia casi mayor que en España.

Como hemos apuntado anteriormente, la obra de Baltasar Lobo ha tenido un importante reconocimiento en España desde los años 60, cuando se celebra su primera exposición en Madrid en el Museo de Arte Moderno, hasta la inauguración en Diciembre de 1998 del Museo Baltasar Lobo, en la ciudad de Zamora, con dibujos, fotografías, útiles de trabajo y más de medio centenar de obras que el escultor realizó a lo largo de su trayectoria.

En el mes de Julio de 2009 se inauguró en Zamora, entre el Castillo medieval y la Catedral, el Centro de Arte Contemporáneo Baltasar Lobo. Allí se muestran 69 obras donadas por el artista y por sus descendientes, así como en los jardines del Castillo, reinaugurado ese mismo año. La obra de Baltasar Lobo ha sido estudiada en las academias y por la crítica internacional, como un modelo de influencia formativa y de voz propia.

 

Fotografías de Yoel Almaguer

 

Exposición hasta el 1 de Mayo de 2011 en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM)
(Guillem de Castro, nº 118, Valencia) Horario: martes a domingo, de 10:00 a 20:00 horas; lunes, cerrado.

 

FUENTES: Lobo. Catálogo de exposición. Zamora, Caja de Ahorros
Provincial de Zamora, 1984; Agencia EFE y www.mbaltasarlobo.com

 

Web del Fotógrafo en este

 

Volver         Principal

www.lahornacina.com