FRANCISCO LEYGONIER
24/04/2025
Francisco Leygonier Aubert (Sevilla, 1808-1882) es el primero en el tiempo, el más precoz de la enorme lista de profesionales fotógrafos sevillanos del siglo XIX. La figura de Leygonier es también singular porque su temprana actividad fotográfica trasciende de la ciudad de Sevilla para convertirse en un auténtico pionero del uso del daguerrotipo y el calotipo en Andalucía y España. Tras la presentación del daguerrotipo en París en 1839, los primeros profesionales de la fotografía no se instalarían en las grandes capitales, como París o Londres, hasta 1842, el mismo año en que Leygonier anuncia su estudio en Burdeos, por lo que no resulta exagerado decir que estamos ante una de las primeras personas en abrir un estudio para dedicarse profesionalmente a la fotografía. Leygonier se instala en Sevilla en 1845 precedido de un cierto misterio dado su origen francés y su anterior profesión de marino. Practica la fotografía para sorpresa de sus paisanos y sus vistas de Sevilla surgen como las primeras imágenes fotográficas que los viajeros pudieron adquirir y suyos son los más primitivos calotipos que podemos contemplar de la ciudad. Asiduo de los Montpensier, de los que fue uno de sus principales proveedores, consiguió mantener abierto su estudio durante 35 años, hasta poco antes de su muerte. Nació Leygonier en 1808, en el seno de una familia francesa largamente afincada en Sevilla, y fue bautizado el 23 de mayo en la parroquia del Sagrario. Era el último de los ocho hermanos que crecieron en la calle Tintores, en la floreciente fábrica de sombreros, propiedad de sus padres, junto a las tapias del convento Casa Grande de San Francisco, en lo que hoy es parte de la Plaza Nueva. Su vida de niño sevillano cambia a sus once años cuando, al morir su padre, se traslada a Francia con su hermana mayor María Luisa, casada con un capitán del ejército napoleónico que, finalizadas las guerras, adquirió el castillo de Castelnoubel, próximo al río Garona, al sur de Burdeos. Allí, su tutor, Giraud des Echerolles, le enrola en la Marina Real francesa, y así desde la categoría de grumete, el joven Leygonier navega y aprende hasta convertirse en "capitan au long cours" a sus 26 años, un oficio que le llevará por los mares del mundo hasta que la fotografía le deslumbra en Burdeos a comienzos de la década de 1840. Y es allí, en octubre de 1842, cuando abre su primer estudio en la rue de la Course 109, un proyecto breve, porque enseguida emprende un viaje por España, del que tenemos noticias cuando el 3 de noviembre impacta al público zaragozano que contempla por primera vez la magia de los daguerrotipos que ofrece Leygonier. Nuestro fotógrafo presenta sus daguerrotipos en una gran exposición en Burdeos en 1844, pero en enero de 1845 toma la decisión de ser el primer fotógrafo de Sevilla y se embarca con sus cámaras a bordo de Le Barcend, rumbo a Cádiz. A partir de 1845 la vida de Leygonier transcurre en Sevilla, donde ejerce la profesión practicando la técnica del daguerrotipo, que simultanea, desde fechas muy tempranas, con el calotipo. Las noticias de estos primeros momentos son muy escasas, pero sabemos que ya en 1849 presentó varios daguerrotipos en la exposición de la Sociedad Económica de Amigos del País, y a partir de 1851 serán continuas las noticias en la prensa sobre sus actividades así como su oferta de servicios como fotógrafo profesional. |
La primera técnica fotográfica de uso comercial fue el daguerrotipo, una imagen sobre una placa de cobre recubierta de plata, que debía protegerse de forma hermética, un producto único y bastante caro, pero de un efecto sorprendente, sobre todo en los retratos. El calotipo, en cambio, fue el primer procedimiento negativo/positivo que permitió múltiples reproducciones. Desarrollado paralelamente al daguerrotipo, presentaba en sus inicios algunas imperfecciones, dado que utilizaba papel como soporte del negativo y, si bien no podía competir con el daguerrotipo en los retratos, funcionaba muy bien para la toma de vistas y paisajes. Esta técnica tuvo una trayectoria temporal bastante efímera porque, aun incorporando sucesivos perfeccionamientos, muy pronto surgió el procedimiento del negativo de colodión húmedo sobre positivos a la albúmina, de una calidad muy superior. Aun así, Leygonier llegó a realizar una notable colección de calotipos de vistas sevillanas, muchos de ellos adquiridos por el Duque de Montpensier, de los que se conserva un número reducido pero muy estimable, y suficiente para convertirlo en el gran calotipista español. Leygonier se mantuvo siempre muy al tanto de las novedades que iban surgiendo en el mundo de la fotografía y las incorporaba rápidamente en su gabinete sevillano de la calle Cantimplora, así fue pionero en el uso de todas las técnicas descritas: daguerrotipos, calotipos, colodión húmedo, y también en el fenómeno estereoscópico y los retratos en tarjeta. La década de 1850 fue para Leygonier un periodo de gran actividad. A mediados de la misma incorpora la técnica del positivado en papel albuminado a partir de placas de vidrio de colodión húmedo, que en un principio simultanea con el calotipo, aunque finalmente opta por renovar todas sus vistas monumentales de Sevilla con el nuevo procedimiento. En estas fechas traslada su gabinete a la céntrica calle Ravetilla (actual Otumba) y mantiene su prestigio a pesar del notable incremento de profesionales que se instalan en Sevilla. Además de la adquisición de fotografías monumentales de Sevilla, el Duque de Montpensier le encarga reportajes esporádicos, como el de la ermita de la Virgen de Valme, en Dos Hermanas, su tienda en el recinto de la Feria, o reproducciones de pinturas de su colección en San Telmo. Quizás por ello, por su trabajo como profesor de fotografía, y por su dedicación preferente a la toma de vistas monumentales, que vendía a los incipientes turistas que acudían a Sevilla, los retratos no representaron una gran parte de su actividad, y ello a pesar de que con mucha frecuencia recurría a la publicidad. El hecho es que hoy apenas conocemos alguno de sus retratos, a diferencia de los realizados por muchos de sus competidores coetáneos. En los primeros años de la década de 1860 Leygonier amplía su oferta añadiendo algunas vistas de Córdoba y Granada, sin duda para responder a la demanda de su clientela, para la que elabora un catálogo que publica en 1866. En dicho catálogo enumera su serie de vistas sevillanas, cordobesas, granadinas y las reproducciones de pinturas, una parte muy importante, entre las obras de Murillo y las escenas costumbristas de pintores contemporáneos, sin olvidar algunas dedicadas a la Semana Santa de Sevilla. A partir de la segunda mitad de la década de 1870 su actividad como fotógrafo comienza a languidecer, hasta su fallecimiento en 1883. |
La exposición
Francisco Leygonier, primero de los fotógrafos sevillanos en el Museo de Bellas Artes de Sevilla (MBASE) pretende acercarnos al fotógrafo que enseñó la técnica a tantos otros profesionales, que recorrió las calles de Sevilla con su cámara y que introdujo en su estudio las más novedosas técnicas que la fotografía fue incorporando. También muestra parte de su desconocida obra, que contribuyó a difundir la monumental fisonomía de Sevilla y Andalucía a través de los numerosos viajeros que ya en el siglo XIX visitaban esta ciudad. Hasta el 8 de junio de 2025. Horarios:
martes a sábado de 09:00 a 21:00 horas; domingos y festivos de 09:00 a 15:00 horas. Lunes cerrado, excepto los lunes víspera de festivo que abre con horario de festivo. Abierto todos los festivos, incluso los locales. Cerrado también el 1 de mayo. |
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