JUAN FERNÁNDEZ (EL LABRADOR)
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Bodegón con Cuatro Racimos de Uvas Hacia 1630 |
La documentación referente a Juan Fernández localizada hasta la actualidad se limita a los siete primeros años de la década de 1630. Era conocido como El Labrador por su origen campesino y, aunque se supone que nació en Extremadura, no se sabe nada de su nacimiento o primera formación artística. Fue criado de un importante noble italiano, Giovanni Battista Crescenzi, quien ejercía una importante influencia en los asuntos artísticos de los reinados de Felipe III y Felipe IV. Crescenzi fue uno de los promotores de la naturaleza muerta y todo indica que le incentivó a que se aplicara en la representación de frutas. El género estaba en pleno desarrollo y demanda en la corte madrileña y en toda Europa. El aspecto humilde de sus bodegones, tremendamente sencillos y a la vez asombrosamente realistas, debió causar gran impacto en un momento en el que estas representaciones se estaban haciendo más complicadas y barrocas. Hacia el año 1633 Juan Fernández dejó Madrid, y según sus primeros biógrafos se retiraría al campo donde se dedicaría a "retratar" los productos naturales, con los que tendría gran familiaridad. Se dice que acudía a la corte en Semana Santa a vender sus cuadros, que eran adquiridos para las colecciones más importantes de la nobleza. Ente sus clientes estaba el embajador británico, sir Arthur Hopton, quien envió cuadros del Labrador al rey Carlos I. También poseyó alguna de sus obras la reina de Francia, Ana de Austria, con lo que fue uno de los pocos artistas españoles que fue conocido fuera de la Península en el siglo XVII. |
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Bodegón con Uvas, Manzanas, Nueces y Jarra de Terracota Hacia 1633 |
Los racimos de uvas son un objeto preferente de representación en el género de las naturalezas muertas desde su origen, a finales del siglo XVI y principios del XVII. Con dicho elementos los artistas podían demostrar su maestría captando sus calidades, estructura o madurez. Pero, al mismo tiempo, les servían parar evocar al público culto un remoto episodio que reivindicaba la superioridad de la pintura. Según los textos clásicos, un afamado pintor griego llamado Zeuxis de Heraclea (activo en el siglo V antes de Cristo) llegó a realizar con tal fidelidad las uvas que los pájaros acudieron engañados a picotear un cuadro en el que pintó estas frutas. En sus primeras obras conocidas, Juan Fernández el Labrador solo utilizó uvas, presentadas de forma desconcertante. Los racimos, minuciosamente detallados, aparecen suspendidos en la oscuridad, violentamente iluminados y eliminada toda referencia espacial. El aspecto natural y de instantánea de estas creaciones reta al ojo del espectador de su época, evidenciando la extraordinaria capacidad mimética de su autor, suficiente para equipararlo a un Zeuxis moderno. |
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Florero 1635 - 1636 |
Como hemos apuntado antes, a partir de 1633 El Labrador comenzó a pintar composiciones más complejas en las que las uvas, su verdadera marca de autor, se combinan con otros elementos. Dichos bodegones reúnen siempre especies vegetales que fructifican en la misma estación, o que se conservan bien en meses posteriores. Generalmente son productos del final del verano o del otoño, que conviven con los racimos en pequeñas repisas vistas frontalmente y destacadas sobre fondos en sombra. En ellos reina un aparente desorden en el que El Labrador añade algún recipiente refinado, de materiales brillantes o coloridos, que marca un sutil contraste con la sencillez de las bellotas o de las castañas. Estos cuadros constituyen unas auténticas celebraciones otoñales, en las que la variedad de frutos supone una demostración de humilde abundancia. A este personal repertorio Juan Fernández el Labrador unió en el año 1635, por sugerencia quizás de sus clientes británicos, la representación de los ramos de flores. Con ellas adquirió fama, tanto por su frescura como por su sensación realista, incorporando así nuevos colores primaverales a su paleta. |
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Dos Racimos de Uvas colgando con Mosca Segundo tercio del siglo XVII |