FRIDA KAHLO

Óscar Medel


 

La poliomelitis y el grave accidente de tráfico que sufrió fueron los que empujaron a Frida Kahlo a la pintura. La muerte es una constante en su obra y la selva el escenario de muchas de sus composiciones, pese a que vivió la mayor parte de su vida en la Casa Azul de Coyoacán, muy cerca de México D.F.

Se casó con el muralista mexicano Diego Rivera en 1929 y con él viajó en repetidas ocasiones a Estados Unidos, donde entró en contacto con la élite cultural y artística mexicana y con destacados miembros del Partido Comunista, del que Rivera era miembro. La pareja sufrió numerosas crisis, por los escándalos amorosos de Rivera y los sucesivos abortos de Frida, quien se relacionó con el movimiento surrealista, al que en ocasiones se la ha suscrito, y entabló amistad con André Breton, su fundador.

En los numerosos lienzos en los que es protagonista, Frida clava sus ojos en los del espectador, entablando un diálogo sincero con éste. Esa mirada, el cuello y el rostro, ligeramente ladeados, son tres de las características esenciales de los autorretratos de la mexicana, que en muy pocas ocasiones se pintó de frente. La posición de la figura recuerda la influencia de la labor fotográfica de su padre, Guillermo Kahlo, y las imágenes de estudio de aquella época, que inmortalizan una figura en primer término sobre un decorado artificial.

Antes de coger el pincel, Frida solía maquillarse, recogerse el pelo y vestirse con el traje tradicional de las indígenas de Oaxaca; en parte para agradar a su marido, en parte para ocultar las secuelas físicas del grave accidente que sufrió cuando era niña y también para reivindicar las culturas mexica y azteca. Sus autorretratos reflejan la tradición de su país y recuerdan el manierismo europeo y los retratos de vírgenes y damas de los siglos XVI y XVII. Su imagen es hoy uno de los iconos mexicanos contemporáneos más populares.

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com