JEAN GENET
El parisino Jean Genet (1910-1986) fue un brillante escritor, poeta y actor dramático francés. Con una escritura refinada y rica, exalta la perversión, el mal y el erotismo a través de personajes ambivalentes en el seno de mundos fraudulentos. En 2010 se cumple el Centenario de su nacimiento. De padre desconocido (se llamaba Blanc, según los archivos del Auxilio Social), abandonado al nacer por su madre, el joven Jean Genet fue enviado a una familia de acogida de Morvan; esta región, verdadera "lechería" de Francia a principios de siglo XX, reagrupaba entonces una gran proporción de las familias autorizadas por el Auxilio Social para recoger y educar a los niños abandonados de la III República. La familia adoptiva de Genet le ofrece una educación pública, una madre dulce y cariñosa, y un ambiente familiar protector. En su infancia es feliz, buen alumno y monaguillo, pero reservado y taciturno. A esta época se remontan las primeras emociones masculinas de Genet en la persona del pequeño Lou Culafroy -que se convertirá más tarde en Divino, héroe y heroína de Santa María de las Flores-, así como en hombres mayores, cazadores furtivos de paso y marginados perdidos. Genet obtiene la mejor nota de su municipio en el certificado de estudios primarios. Cometió su primer robo con tan sólo 10 años de edad. Ello se convirtió en el "acto fundador" de la mitología de Genet, que, fustigado por su fechoría, da un cambio muy existencialista a su vida, santificando su gesto y reivindicando así un profundo antisocialismo. La primera consecuencia es su fuga a los 13 años, separándose de su familia adoptiva para seguir una formación de tipógrafo. De nuevo se fuga y es encerrado en la penitenciaría de Mettray, donde se hace evidente su tendencia homosexual, así como toda una liturgia de dominación y sumisión. Bajo los ojos de Genet, de ello emana una jerarquía masculina y viril, así como una feudalidad brutal. Genet abandona Mettray a los 18 años de edad para alistarse en la legión extranjera. Descubre por primera vez África del Norte y Oriente Próximo, los cuales le dejan una muy fuerte impresión por las pasiones que reinan allí, así como por el carisma varonil y voluntario de sus habitantes. De vuelta a París, vive de la prostitución y de pequeños hurtos (roba, por ejemplo libros), por lo que frecuenta algunas prisiones, entre ellas la de Fresnes. Por aquellos años, escribe sus primeros poemas y bosquejos de novelas sin interrupciones continuadas, refundidas y rechazadas. Es un perfeccionista, un eterno insatisfecho y un obsesionado por la belleza de la palabra; sacrifica el gesto, el significado del acto, en aras de la viabilidad del verbo cuando éste es bello, poderoso y de raza. |
Sus primeras novelas aparecen censuradas, ya que son consideradas pornográficas, pero aún así logran distribuirse de forma clandestina: El Diario del Ladrón (1949) describe sus fechorías adolescentes fuera de Francia, El Milagro de la Rosa (1946) hace un paralelismo entre sus años en prisión y su fascinación por un asesino con sus años en la colonia penitenciaria de Mettray, Santa María de las Flores (1944) evoca la infancia y las criaturas ambiguas de la noche homosexual parisina antes de la guerra, y Pompas Fúnebres (1947) propone una visión homoerotizada de Hitler, así como una mirada poética sobre las relaciones entre la violencia nazi y la atracción sexual. Fascinado por el culto al cuerpo y la virilidad desarrollada por el Nazismo, hace en esta última obra, que causa gran escándalo, una apología de la milicia y una descripción de los placeres que experimenta en el ejercicio de la pedofilia. A este mal chico de la escena francesa, varios intelectuales lo consideran como el genio de todos los tiempos. Gracias a la intervención de varios artistas como Cocteau, Picasso o Sartre, Genet se salva de la cadena perpetua, pues pesaban ya diez condenas sobre él por obscenidad, conducta inmoral, robo, mendicidad y falsificación de documentos. El propio Sartre se pone a escribir una obra sobre él (San Genet: Comediante y Mártir, 1952) haciendo un ejemplo de su filosofía existencialista. Lejos de estimularle, este libro deprimirá profundamente a Genet. En la cumbre de su gloria parisina, Genet frecuenta a artistas de diversa índole como Simone de Beauvoir, Giacometti, Matisse, o Bassaï. Fue entonces cuando comienza su carrera de dramaturgo. Precedido por su reputación y por su amor al escándalo, sus piezas son un éxito de público, lo que contrasta con una crítica ambivalente y una difusión largamente marginal. Los más grandes maestros de la escena montan sus primeras obras: Roger Blin lo hace con Los Negros (1959) y después con Los Biombos (1961). El compromiso político de Genet se hace cada vez más patente en sus piezas. Alza la voz contra la tiranía blanca, la dominación occidental y el estado deplorable en el que Francia deja sus antiguas colonias. Llega, durante un tiempo, a abandonar la escritura y dedicarse exclusivamente a luchar por los marginados, a menudo de la extrema izquierda: el partido estadounidense de los Panteras Negras (que apoya desde 1970), los palestinos de la OLP (conoce a Yasser Arafat y a Leila Chahid en Septiembre de 1982, y es el primer occidental en entrar en Chatila después de las masacres perpetradas por las milicias cristianas aliadas del ejercito israelí, comandadas por Ariel Sharon; de ahí su gran escrito político Cuatro Horas en Chatila). También es conocido por sus teorías antisemitas. Todas esas intenciones políticas le suscitaron banales comentarios de Sartre y duras críticas por parte de números intelectuales, que acusan particularmente su antisemitismo y sus empatías hacia la figura de Hitler. Genet vuelve más tarde al teatro, y luego a la escritura novelesca. La muerte de su compañero Abdallah (que casi le lleva al suicidio y le inspira el bello poema El Funámbulo) y su adicción a los barbitúricos, ponen en un estado lastimoso su modo de vida errante. Hasta el final de sus días, vivió en sórdidas habitaciones de hotel, a menudo cerca de las estaciones de autobús, sólo con una pequeña maleta llena de cartas de amigos y manuscritos. Las luchas políticas en favor de los oprimidos, los débiles y los pobres olvidados por la riqueza mundial, lo ocupan hasta el fin de su vida. La noche del 15 de Abril de 1986, afectado ya por un cáncer de garganta, sufre una caída mortal en su habitación de un hotel parisino, que le causa un fatal traumatismo craneal. Genet termina muriendo como vivió: en el vagabundeo y la soledad. Es sepultado en el viejo cementerio español de Larache, en Marruecos. |
Nota de La Hornacina: Nuestro agradecimiento a
Paloma Lozano Trinidad por la realización de esta semblanza.
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