RAMÓN GAYA


 

 

Ramón Gaya (Murcia, 1910 - Valencia, 2005) fue hijo de un litógrafo de profesión, un obrero ilustrado, de credo anarquista, amante de Wagner y poseedor de una notable biblioteca. Así, Ramón se educó en un ambiente culto, rodeado de libros y en permanente contacto con los amigos artistas de su padre, por lo que venía predestinado a desarrollar una carrera creativa.

Tuvo temprano contacto con representantes de la llamada Generación del 27, lo que le llevó a compartir trabajo con Federico García Lorca, Rafael Alberti o Luis Cernuda, colaborando en revistas que aunaban lo literario con lo artístico, a través de la ilustración.

En esos años 20 comienza a exponer litografías y óleos, y a viajar a ciudades europeas de vanguardia, pero su carrera y su vida se verían trágicamente alteradas por el estallido de la Guerra Civil española, que le obligó a exiliarse, primero en Francia y después en México. Además, la Guerra Civil le arrebataría a su esposa, que murió en un bombardeo.

En los años 50 volvió a Europa, viviendo en Suiza e Italia hasta que, por fin, en los años 70 pudo regresar a España, residiendo en Barcelona, Valencia y Madrid hasta el final de sus días. Sus últimos trabajos están ya en la frontera del siglo XXI, pues estuvo activo y pintando hasta prácticamente el día de su muerte.

"Mi vida ha sido principalmente trabajo. El trabajo de una vocación, claro, no se un simple trabajo penoso y difícil, sino de una vocación irremediable, y que yo he sentido siempre, no como algo que hacía, sino como algo que era". Así se describía a sí mismo Ramón Gaya en una entrevista. Y continúa: "para el creador no hay término conocido ni lo habrá nunca. Se trata de terminar esta vida y esta vocación en algo vivo, es decir, en algo completamente original, naciente". Precisamente en esta voluntad de originalidad y de transformación sin fin radica una de las características más importantes de la obra de Gaya, siempre única a inclasificable, nunca adscrita a ninguna escuela, rama, moda o tendencia.

 

 

El pintor decidió su vocación a los 10 años, conoció el Museo del Prado con 17 años y, deslumbrado por los cuadros que encontró en sus paredes, renunció a las vanguardias en favor del clasicismo. Años después, cuando llegó a México y se encontró huérfano de pintura, comenzó sus famosos homenajes a los clásicos, pintando siempre en su casa y nunca en estudio.

Si por algo se caracterizan sus cuadros es por su acendrado intimismo, con la búsqueda del alma como uno de sus motivos recurrentes. A través una personal y sincera relectura de los grandes clásicos, como Tiziano, Murillo, Rembrandt o Velázquez, el artista da rienda suelta a su querencia por un cromatismo suave y muy suelto que le sirve para bucear en la esencia de los maestros y erigirse en artista eterno. Buen ejemplo de su forma de entender el arte son obras de 1951, como II Homenaje a Tiziano o El Felipe Próspero de Viena (F1), homenaje a Velázquez, uno de los múltiples que hace al genio sevillano.

También son significativas las obras que Gaya pinta en los países por los que transita durante su exilio, como El Embarcadero de Chapultepec (F2) mexicano, La Piazzeta veneciana o Atardecer Romano (F3), en las que el artista se va viendo influido e impregnado de todo lo que ve y todo lo que experimenta.

En prosa y en verso, ha dejado un acervo literario de primer orden que permite entender mejor qué buscaba como artista y como ser humano, cómo entendía la pintura, el arte, el acto de crear y cómo veía y sentía la existencia que le había tocado vivir.

Como escribe en México: "No, no venimos a ser felices ni desdichados, sino a cumplir con nuestro deber... Claro que un artista puede recibir en su vida golpes que lo hagan zozobrar de la vida; nada podrá salvarle entonces si no es, acaso, su deber. Ese deber que, por lo visto, es mayor que la vida misma".  

 

 

Exposición Ramón Gaya. Pintura, Verso y Prosa hasta el 8 de julio de 2012 en el Centro Cultural
Caja Granada Puerta Real (Acera del Casino, 7-9, Granada) Horarios: martes a viernes, de 18:00 a 21:00 horas;
los sábados, domingos y días festivos, de 12:00 a 14:00 y de 18:00 a 21:00 horas; los lunes, cerrado.

 

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