JEAN-PAUL GAULTIER


 

 

Jean-Paul Gaultier nace en el año 1952 en Arcueil, una localidad perteneciente al extrarradio de París. En su adolescencia diseña dos colecciones al año inspirándose en las revistas de moda, las películas de entreguerras y los programas de televisión sobre moda de la década de 1960, como "Dim, Dam, Dom". Su abuela materna posee un televisor, algo poco común en Francia durante esa época, y le deja ver lo que él quiere. Jean-Paul Gaultier desarrolla un sentido crítico y analítico de la moda y un vocabulario propio.

Su fascinación por las parisinas singulares le lleva a crear una nueva silueta y a favorecer las bellezas atípicas. Siendo un niño, siempre le llamaban la atención las mujeres que no eran como las demás. De formación autodidacta, en la década de 1970 descubre la tradición y el arte de la alta costura en las casas de Pierre Cardin y Jean Patou. Se emancipa de la nueva generación de diseñadores y se lanza al "prêt-à-porter" para mujer en el año 1976 y al "prêt-à-porter" para hombre en el año 1983. Gaultier se mantiene fiel a su ideal de la elegancia perpetua y, veinte años después, abre su propia casa de alta costura, con la que desde entonces presenta dos colecciones al año, que entre 2004 y 1010 compagina con otras creaciones para Hermès.

Con sus pechos cónicos de fabricación casera, el osito Nana es el testigo vivo de los primeros pasos creativos de Gaultier, al que, ya de niño, le fascinaba el encanto trasnochado de los corsés. Su abuela materna, Marie, lo inicia desde muy joven en la moda femenina y le descubre "Falbalas" (1945), una película de Jacques Becker que narra el ascenso de un joven modisto. Gaultier, que ha sido criado por mujeres fuertes, no cree en el mito del sexo débil. Reinterpreta con humor los corsés, signo de reclusión del cuerpo femenino.

Aunque las mujeres encorsetadas de Gaultier podían parecer la negación de las luchas feministas, en realidad el corsé, lejos de ser un instrumento de tortura que aprisiona el cuerpo de la mujer, encarna el nuevo poderío de lo femenino y esculpe el contrapunto de la chaqueta masculina, derivado lejano de la armadura del caballero medieval. Muchas estrellas lucirán las versiones de sus corsés con pespuntes concéntricos: Madonna la primera, con los icónicos corsés de la gira "Blond Ambition World Tour" en el año 1990, pero también Catherine Ringer, Cindy Sherman, Grace Jones, Dita Von Teese y Kylie Minogue, entre otras.

 

 

La piel y el cuerpo son fuentes de inspiración inagotables para Jean-Paul Gaultier. En sus manos, los materiales se convierten en segundas pieles. A la dictadura de la delgadez opone la sensualidad de la talla XXL y lanza un mensaje formidable: ser uno mismo, cualesquiera que sean las características que la naturaleza y la cultura nos hayan proporcionado. Para sus desfiles, organiza los primeros castings abiertos que convoca a través de anuncios por palabras: "creador inconformista busca modelos atípicas: caras raras no abstenerse".

Desde el principio de la década de 1980, Gaultier propone la multiplicidad de géneros, ofreciendo al mundo la libertad de reivindicar el suyo propio: la hipermujer, el macho, la mujer objeto, el hombre objeto... En el verano del año 1985, el diseñador escribe una nueva página en la historia de la moda con su colección "Une garde-robe pour deux", en la que explora los códigos masculino, femenino, andrógino y alternativo. Con la falda para hombre, Gaultier recupera la nobleza del guardarropa exótico masculino.

Aunque nace en el extrarradio de París, el corazón de Gaultier late a la vez al ritmo del París canalla y de la "rock attitude" de Londres. Le fascinan el París de la Belle Époque y de entreguerras, el París de Toulouse-Lautrec y del Moulin Rouge, la muchedumbre colorida de Barbès y, por supuesto, la Torre Eiffel. Le gusta la capital de las postales, que reaviva el recuerdo de los personajes de Brassaï, de las parisinas de barrio y de los pícaros que frecuentan sus bistrós y cabarets. Todos esos París conforman el decorado del personaje multifacético al que Gaultier corteja incansablemente: la parisina. Mujeres como La Goulue, Arletty, Micheline Presle y Juliette Gréco son para él figuras emblemáticas de París. Reinterpreta sus señas de identidad: la boina, el "trench-coat", la boquilla y la pata de gallo, el cuadro vichy y la "baguette". Su parisina puede encarnar, según el momento, tanto a la existencialista de los años 40 o a la clienta de alta costura de los años 50.

A principios de la década de 1970, viaja a Londres y descubre la moda transgresora de los punks de Trafalgar Square. La política antimaterialista de este movimiento influirá en Gaultier y le permitirá explorar una moda inconformista, inspirada en la energía de la calle, la tienda Sex de Vivienne Westwood y Malcolm McLaren, y el movimiento del glam rock, liderado por un David Bowie transformado en su alter ego Ziggy Stardust. La escasez de medios lo obliga a ser creativo; le atraen la rebelión total, el aspecto trash y destroy.

 

 

A Jean-Paul Gaultier le fascinan las diferencias. Mediante transposiciones, desviaciones y combinaciones mezcla los mundos que han permanecido aislados por la estandarización de la moda, mundos e individuos separados por la barrera del idioma, de las costumbres o de la geografía. Y que se funden en el "Planeta Gaultier". A partir de la colección "Le retour de l'imprimé" (primavera-verano de 1984), Gaultier mezcla África y Europa drapeando minifaldas como si fueran bubús y tocando a sus modelos con chechias. Su siguiente colección Barbès (otoño-invierno de 1984-1985), expresa de manera aún más radical esta fusión.

Dentro del contexto de la globalización de los mercados, en el que se impone una moda genérica y en el que las minorías se encierran en guetos, Jean-Paul Gaultier reúne todas las partes para crear una sociedad multiétnica: imagina una sociedad cóctel, combinada, mezclada, especiada, multicolor y sin barreras. Cuando la multiplicidad se está poniendo en duda frente a los desafíos de la integración, el resultado que ofrece Gaultier es una fusión de mundos diversos declinada en singular: no se trata de grupos que coexisten en la indiferencia, sino de individuos que cuentan nuestra propia diversidad.

Desde finales de la década de 1970, Gaultier busca inspiración en el universo de la ciencia ficción y de los sonidos nuevos, como el new wave y la música house. Introduce materiales techno en el "prêt-à-porter", como el escay, la lycra y el neopreno. Innova creando mezclas de materiales, como cuero impregnado de neopreno, textiles en 3D e incluso tejidos hinchables. Así mismo, comercializa sus primeras joyas electrónicas, creadas por su compañero sentimental y colaborador, Francis Menuge. Esta visión futurista de la moda se refleja también en sus colaboraciones memorables con estrellas del pop-rock que lucen sus creaciones sobre el escenario o en sus videoclips: Tina Turner, Nirvana, Lady Gaga, Les Rita Mitsuoko, Red Hot Chili Peppers, Niagara, Neneh Cherry, Depeche Mode, Beyoncé, Yvette Horner, Mylène Farmer, Boy George, Cameo, Kylie Minogue y, por supuesto, Madonna. Entre los años 1983 y 1993 crea el vestuario de dieciséis ballets de la coreógrafa francesa Régine Chopinot. Lo que supone un verdadero laboratorio para el modisto: la estructura y los materiales de sus creaciones sugieren y, a veces, imponen los ritmos y la gestualidad a los bailarines. En este rico intercambio artístico, trabaja con Angelin Preljocaj, Karole Armitage, Maurice Béjart y Joaquín Cortés.

A Gaultier le apasiona el cine y los espectáculos de variedades desde la infancia. De hecho, tras presentar el programa "Eurotrash", se convierte en el primer modisto estrella de la televisión coincidiendo con el ascenso de la moda como expresión estelar de la sociedad de la imagen. Le encanta convertir la moda en espectáculo, y concibe sus desfiles como un happening, una invitación a viajar, con su banda sonora original, sus decorados y su casting singular. El vestuario que diseña para el cine, siempre fiel a su propio lenguaje, acrecienta la intensidad dramática de las películas. Gaultier colabora con Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro ("La ciudad de los niños perdidos", 1994), Peter Greenaway ("El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, 1989), Luc Besson (El quinto elemento, 1997) y, sobre todo, Pedro Almodóvar: Kika (1993), La mala educación (2004) y La piel que habito (2011) dan fe de una colaboración llena de complicidad. Gaultier tiene la capacidad de reflejar y dar vida, a través de cada prenda, al mapa emocional que Almodóvar presenta en sus personajes. Al mismo tiempo, el universo de Gaultier encaja a la perfección con la visión del mundo que Almodóvar expone en sus películas, logrando juntos una intensidad y comunicación difícilmente igualables.

 

 

Exposición Jean-Paul Gaultier. Universo de la Moda: De la Calle a las Estrellas hasta el 6 de enero de 2013 en la Sala Recoletos de la Fundación Mapfre (Paseo de Recoletos, nº 23, Madrid) Horario: los lunes, de 14:00 a 20:00 horas; martes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas; los domingos y los días festivos, de 11:00 a 19:00 horas. 

 

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