LUCIAN FREUD
María Escribano
"No hay un momento de felicidad en la creación de una obra de arte. Parece presentirse su llegada en el acto de la creación, pero desaparece antes de la conclusión de la obra. Es cuando el pintor se da cuenta de que lo que está haciendo no es más que un cuadro." |
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Autorretrato Óleo sobre lienzo. 53,3 x 50,8 cm |
Estas palabras, pronunciadas por el propio Lucien Freud, pueden servir muy bien para situar la actitud frente a la pintura de uno de los artistas sin duda más desasosegantes de los últimos tiempos. Ni la serenidad ni el equilibrio para el espectador o para el creador parecen haberle interesado nunca. Freud no intentó transmitir la imagen externa, fija y estática y acabada de un humano en un momento determinado y contribuir a la hermosa mentira de su eternidad, sino su presencia viva y pensante y, para ello, no puede evitar ser sensible a su dimensión cambiante y palpitante, y a la perturbación que esto conlleva. |
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Desnudo Femenino Óleo sobre lienzo. 22 x 27 cm |
Como en la de otro gran pintor inglés amigo suyo, Francis Bacon, el cuerpo humano es el protagonista de su obra. Con un abuelo ilustre, Sigmund Freud, Lucian nace en una familia berlinesa, judía, culta y acomodada, en 1922. Cuando tiene tan sólo 12 años, sus padres se trasladan a Londres, huyendo de Hitler, recién ascendido al poder en Alemania, y allí se inicia como artista, asistiendo a varias escuelas de dibujo y pintura. En sus primeras obras se detectan curiosas coincidencias con el expresionismo alemán, que conocía sólo ligeramente, y también se percibe alguna huella surrealista, aunque siempre desmentida por él. El dibujo es ya, y lo será siempre, una de sus preocupaciones fundamentales, y su admiración por Ingres es evidente en los retratos de su primera mujer, Kathleen Garman, y en el de Christian Bérard, de 1948. |
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Interior con una Planta, Escuchando sus Reflexiones Óleo sobre lienzo. 121,8 x 121,8 cm |
Pero es a partir de finales de los años 50 cuando los protagonistas de sus cuadros comienzan a ser retratados con esa mezcla de vivo asombro y contenido horror, que puede llegar a provocar una determinada visión de la naturaleza humana. Una visión que no acepta la desarmonía de la envoltura corporal y que intenta trascenderla, precisamente a través de su representación impúdica y perturbadora. Mientras Francis Bacon presenta en bandeja su carnaza inhumana y anónima, los personajes de las creaciones de Lucian Freud, fallecido en Londres el 20 de julio de 2011, tienen todos un rostro individual, con el que el autor ha mantenido un intenso diálogo, heredero al fin y al cabo de una tradición pictórica muy europea que lleva años rebelándose contra la belleza ideal, pero que la conocía bien y añoraba su pérdida. |
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Hombre Desnudo sobre una Cama Óleo sobre lienzo. 56,5 x 61 cm |
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