JEAN SIMEÓN CHARDIN
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La Raya (1725-1726) |
Jean-Baptiste-Simeón Chardin (1699-1779) nació y murió en París, ciudad en la que vivió toda su vida y que apenas abandonó. De origen humilde, en sus inicios tuvo una formación como artesano que le marcó en su pintura y que se manifiesta en esa mezcla de laboriosidad y libertad a la hora de ejecutar sus obras. Chardin pintaba despacio, buscando la perfección, y por ello su producción artística es bastante escasa. Fue alumno de Pierre-Jacques Cazes y Nöel-Nicolas Coypel, y en 1728 la Academia Real de Pintura y Escultura se percata de su talento y le acepta cómo miembro dentro de una categoría menor como era la de "pintor de animales y frutas", con las obras La Raya y El Buffet. Es entonces cuando amplía su campo de intereses e introduce animales vivos en sus obras, caso de Gato con Trozo de Salmón y Gato con Raya. Chardin se dedicará a la naturaleza de manera constante en toda su carrera, abordando a partir de los años 30 las escenas de género, influido por la pintura holandesa del siglo anterior, y también el retrato en pastel. Chardin no abandona jamás un género para dedicarse exclusivamente a otro, sabe renovarse, pero le gusta volver atrás a menudo y trabajar continuamente a varias bandas. Capta el recogimiento de sus personajes y demuestra una grandísima habilidad para otorgar una serena dignidad a las simples tareas domésticas. |
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La Niña con el Volante (1737) |
Es evidente la evolución estilística de Chardin en los años 30 con obras como Un Pato de Cuello Verde Atado al Muro y Una Naranja Amarga o Naturaleza Muerta con Una Jarra de Porcelana y Dos Arenques Colgados con Hilos de Paja a un Clavo delante de una Hornacina. Su pincelada se vuelve más vaporosa y las tonalidades suaves anuncian las de los pasteles del final de su carrera. Así mismo, deja de escoger a sus modelos entre el pueblo para centrarse en el entorno burgués de su segunda esposa. Con obras como La Joven Maestra de Escuela, El Niño de la Peonza, o La Niña con el Volante, Chardin alcanzaría auténtica popularidad en la segunda mitad del siglo XIX. El célebre crítico Denis Diderot le dedicó muchos elogios en sus reseñas del Salon, las exposiciones oficiales donde Chardin presentaba sus obras, destacando como su pintura evoca la calma y la tranquilidad. En sus escenas de género, Chardin capta el recogimiento de sus personajes que rara vez miran al espectador, evitando cuidadosamente lo anecdótico y el detalle para que sus obras logren una concentración silenciosa e inocente y den una sensación de instantaneidad, de un momento a punto de desaparecer. En los años 50 y 60 regresa a las naturalezas muertas, un género que había abandonado casi totalmente. Éstas se distinguen claramente de las de los años 20 por la multiplicación de las especies de animales de caza, variedad de frutas y de objetos (porcelanas valiosas o cristalería sofisticada) que utiliza. De esta época datan Cesta de Fresas Salvajes, Vaso de Agua y Cafetera, y Ramo de Claveles, Tuberosas y Guisantes de Olor en un Jarrón de Porcelana Blanca con Motivos Azules. En estas obras la ejecución es más ágil, más lisa, y demuestran el interés de Chardin por los reflejos y las transparencias, la luz y las sombras. Su trayectoria finalizó con retratos en pastel, medio al que se ve obligado a optar por motivos de salud, abandonando la pintura al óleo, y con el que sorprende a todos en el Salón del año 1771. Con estos pasteles queda patente su seguridad como artista y ponen punto final a su carrera. |
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La Joven Maestra de Escuela (1735-1736) |
Chardin define su forma de hacer pintura como "uno se sirve de colores, pero se pinta con el sentimiento". Crea obras muy distintas de las de los grandes pintores franceses de su siglo como Jean-Antoine Watteau, François Boucher, Jean-Honoré Fragonard o Jacques-Louis David. El propio artista recuerda así su manera de concentrarse delante de los objetos que pintaba en sus bodegones: "es necesario que me olvide de todo lo que he visto e incluso de la forma en la que otros han tratado estos motivos". Según Pierre Rosenberg, director honorario del Museo del Louvre y máximo especialista en Jean-Baptiste Simeon Chardin: "si tuviera que definir en una sola palabra sus naturalezas muertas, lo haría con "silencio". Y es precisamente ese silencio que emana de sus naturalezas muertas lo que le diferencia de la mayoría de los especialistas en un género considerado hasta entonces menor y cuyo reconocimiento en la centuria que vivió el pintor benefició el auge de su personalísimo estilo. La clientela de Chardin se dividía en dos: por un lado la aristocracia parisina conocedora de su arte y sus amigos artistas, y por otra una clientela real y principesca, representada por grandes soberanos como Luis XV de Francia, Catalina II de Rusia, o Luisa Ulrica de Prusia, reina de Suecia. Disfrutó de éxito y reconocimiento en vida y posteriormente Cézanne, Matisse, Picasso, Morandi y Lucien Freud lo consideraron su maestro. |
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Joven Haciendo Pompas de Jabón (1733-1734) |