MERSAD BERBER
Mersad Berber (Bosanski Petrovac, Bosnia-Herzegovina, 1940) es una rara avis en el actual panorama del arte europeo. Residente en Zagreb, capital de Croacia, desde el año 1992 -lejos de los centros consagrados del arte contemporáneo-, ha superado la periferia de su origen gracias a una obra personalísima, de exquisita técnica, que le ha permitido alcanzar un reconocido prestigio internacional. La obra del bosnio Mersad Berber posee una gran riqueza y poder de fascinación, que une distintas tradiciones culturales en una invitación al diálogo y reflexiona sobre los hombres y mujeres actuales y su reacción ante situaciones tan trágicas como la guerra, que el autor vivió en su propia piel. Todo ello, con un lenguaje posmoderno que, al mismo tiempo, rinde homenaje a los grandes clásicos. Berber se declara, en el terreno práctico y teórico, defensor del arte figurativo y del lenguaje pictórico. Uno de los aspectos que sorprende cuando se descubre su obra es el elevado dominio del dibujo -fluido y seguro-, que le lleva también a expresarse mediante el grabado y a concebir libros de artista e, incluso, filmes de animación. El caso de Berber es paradójico. Procede de una región a menudo considerada marginal en la evolución general del arte europeo, pero si uno se detiene en los temas que trata y en su dominio técnico, se dará cuenta de que el artista bosnio no puede ser considerado marginal en modo alguno, lo que no impide que siga siendo un desconocido para el gran público. Berber utiliza un lenguaje simbólico posmoderno de gran riqueza y poder de fascinación. |
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Berber es un virtuoso del dibujo, que ha asimilado directamente de los clásicos. Sus obras remiten tanto a la estatuaria griega y romana como a los dibujos de maestros como Velázquez, Goya, Ingres o Géricault. La influencia bizantina -fruto de la herencia cultural de los Balcanes- se observa en los colores cálidos y aterciopelados y en la sofisticación de los ambientes que presentan sus creaciones. Al mismo tiempo, Berber introduce en sus pinturas el collage, el fragmento, el gesto y la textura del arte del siglo XX. El contraste entre la perfección de los detalles y el carácter incompleto de la obra, el aislamiento de los personajes y la multiplicidad de escenas que retrata en una misma obra transmiten a los espectadores la idea del paso del tiempo y de la fugacidad de las cosas. Otro elemento recurrente en su obra es la reflexión y preocupación por la humanidad actual. Su lugar de origen -cruce de culturas, lugar de encuentro y también de conflicto- resulta decisivo para entender su producción artística, ya que su experiencia personal se fusiona con el destino trágico de su procedencia. El conjunto de la obra de Berber representa una invitación al diálogo entre culturas. En 1992, poco después de estallar la Guerra de los Balcanes, se ve obligado a abandonar su residencia de Sarajevo e instalarse en Zagreb. Los acontecimientos de aquella época dejaron una huella indeleble en su arte, como puede comprobarse en las series Crónica de Sarajevo y Expatriados bosnios. Berber asume sus orígenes étnicos pero a su vez se distancia de los mismos y, aunque su creación viene marcada por esta complejidad arraigada en su trasfondo étnico y geográfico, también destaca por muchos otros intereses, habilidades y características que hacen de él un artista único. Berber se inició como artista gráfico, un hecho que caracterizó especialmente su primera etapa en la antigua Yugoslavia. Un temprano interés por las habilidades artesanales impregnó su forma de enfocar los proyectos artísticos más sofisticados y ambiciosos y constituyó el origen de su fuerza como dibujante. El arte de Mersad Berber tiene carácter polifónico. En una misma obra conviven a la vez muchas cosas. Esta característica puede contemplarse en las pinturas que crea a partir de varios paneles o en aquellas en las que superpone imágenes procedentes de distintos mundos culturales. Lleva hasta el extremo esta superposición en la serie de impresiones digitales de gran formato que constituye su producción más reciente. En Archivo I-IV, se apropia de este nuevo método de creación de imágenes porque le permite ampliar las posibilidades de la técnica del collage. La serie, en la que aún está trabajando, es un cenotafio para las más de 8.000 personas muertas en la masacre de Srebrenica de 1995. Una elegía a los muertos que también quiere recordar la desaparecida pluralidad cultural existente en los Balcanes durante cientos de años, pese a las tensiones étnicas y religiosas. |
No obstante su carácter posmoderno, estas impresiones digitales de gran formato contienen también referencias a la pintura de los antiguos maestros y a la del siglo XIX, una constante en la obra de Berber que se pone de manifiesto también en series como Homenaje a Velázquez. En ella reinterpreta el arte del sevillano con una nueva sensibilidad, integrando nuevos elementos como la ornamentación dorada y los dibujos herederos de la tradición islámica más clásica. También rinde homenaje a otro de los pintores que más le han influido, Géricault. Recrea la obra maestra La balsa de la Medusa interpretándola como una imagen sobre la capacidad humana de traicionar los propios códigos morales, asociándola directamente a los horrores de la Guerra Civil de Bosnia. Además de homenajear a los grandes artistas de la historia del arte, Mersad Berber también incorpora a menudo referencias a mitos y obras literarias. Las series Tempo Second -en la que combina elementos de las culturas cristiana y musulmana- y La era de Dédalo e Ícaro ejemplifican su preocupación por la reflexión sobre determinados mitos que hablan de las aspiraciones humanas y de sus límites. A destacar también otro rasgo característico de la pintura de Berber: su interés por pintar caballos fuertes y pacientes, que no son sino los vehículos de que se sirve el artista para expresar las emociones más trágicas y terribles. |
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