FRANCIS BACON


 

 
 

Estudio para autorretrato

1981
Óleo, pastel y letraset sobre lienzo
198 x 147,5 cm
Colección particular

 

Francis Bacon nació en Dublín el 28 de octubre de 1909. Fue el segundo de cinco hermanos de padres ingleses afincados en Irlanda pero sin ascendencia irlandesa. Proveniente de una acomodada familia afincada en la Irlanda rural y turbulenta de principios del siglo XX, Bacon se enfrenta, con apenas 16 años de edad, a su primera experiencia cultural impactante: seguramente allí vería El acorazado Potemkin (1925), de Eisenstein; su obra revelaría varias décadas después la honda impresión que este filme causó en el joven Bacon.

Posteriormente, se estableció en Francia. Francis Bacon era un ferviente francófilo. Ávido consumidor de literatura francesa de autores como Racine, Balzac, Baudelaire y Proust y apasionado del arte de Picasso y Van Gogh, afincados en Francia, y de pintores que les precedieron como Degas, Manet, Gauguin, Seurat y Matisse, Bacon vivió y visitó en numerosas ocasiones Francia y el principado de Mónaco.

La contemplación de La masacre de los inocentes de Poussin, en el Musée Condé (Château de Chantilly) tuvo una gran importancia para Bacon: la madre que grita tratando de proteger a su bebé quedó para siempre grabada en su memoria. Solo después de visitar la exposición de dibujos de Picasso que albergaba la Galerie Paul Rosenberg de París, en el verano de 1927, pensó en dedicarse al arte. Este hecho, como el propio Bacon reconocía, marcó el comienzo de su dedicación artística y queda patente en algunos de sus primeros trabajos como Composición (Figura) (1933), que hace clara referencia a la obra de los años 20 del artista malagueño, y en especial Las casetas, serie en la que aparecen unas bañistas deformes sosteniendo una llave, un objeto que interesó a Picasso y sedujo también a Bacon.

Fue entonces cuando Bacon comenzó a dibujar y a pintar acuarelas de manera autodidacta. Se había mudado a un hotel en Montparnasse y le resultaba fácil visitar las exposiciones de Picabia, De Chirico y Soutine y asistir a los últimos estrenos de cine. Partiendo de un absoluto desconocimiento de la técnica pictórica, Bacon se adentra en el mundo del arte y asimila con celeridad lo que otros creadores cercanos a él, como el australiano poscubista Roy de Maistre, podían aportarle. En Londres realizó sus primeros trabajos al óleo.

Los escasos lienzos de esta época que han sobrevivido -la mayoría no satisficieron a Bacon, quien los rectificaba destruyéndolos, como hizo durante gran parte de su carrera- demuestran la temprana influencia del cubismo analítico y sintético, y del surrealismo biomórfico de Picasso, que desembocaría en el desarrollo de un lenguaje propio por parte de Bacon. Este vocabulario fue reconocido por primera vez en 1933, cuando el crítico Herbert Read reprodujo en un lugar privilegiado la obra Crucifixión (1933) de Bacon, enfrentándola a Bañista (1929) de Picasso en la publicación "Art Now: An Introduction to the Theory of Modern Painting and Sculpture".

Aunque Bacon recibió esta muestra de consideración en los inicios de su carrera y siendo muy joven, no gozó de la misma suerte durante los años siguientes; en el verano de 1936, por ejemplo, su obra fue rechazada en la Exposición Internacional Surrealista de Londres por no ser "suficientemente surrealista".

 

 
 

Tres estudios para una Crucifixión

1962
Óleo sobre lienzo, tríptico
198,1 x 144,8 cm, cada uno
Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York

 

Tras la Segunda Guerra Mundial, en la que Francis Bacon participó a través del servicio civil debido a su asma crónica, su obra fue de nuevo reconocida por crítica y público y suscitó la atención de la galerista Erica Brausen, quien expuso su trabajo en varios países europeos. Así, el MoMA de Nueva York compró a Brausen su primera obra de Bacon en 1948. Durante este período, el artista crea un universo nuevo de imágenes, concebido a partir de la literatura, el cine, el arte y su propia vida, a través de un lenguaje absolutamente singular y reflejando la vulnerabilidad humana con gran crudeza. Los personajes, cuyo aspecto se encuentra entre lo humano y lo animal como en algunas fotografías de Eadweard Muybridge, comienzan a mostrarse encerrados y atrapados en jaulas o cubos. Bacon utiliza este recurso para centrar la mirada del observador en las figuras, emborronadas y desfiguradas, reducidas a trazos de colores grisáceos y azulados que recuerdan al Greco y a los dibujos de Giacometti, que Bacon elogiaba por encima de sus esculturas.

También rinde en esta etapa su particular homenaje a Van Gogh, al que evoca a través de la pincelada suelta y de una encendida paleta que contrasta con las figuras oscuras de otros lienzos. A Bacon le fascinaba la manera en que Van Gogh se alejaba de la norma y de la realidad literal en favor de la expresión.

A finales de 1943, Bacon se trasladó a una casa a pie de calle en el nº 7 de Cromwell Place, en South Kensington, que antaño había pertenecido al pintor prerrafaelita John Everett Millais. Allí terminó una pintura con la que alcanzaría reconocimiento internacional, Tres estudios para figuras al pie de una crucifixión (1944). Mostrada en una exposición colectiva de la Lefevre Gallery de New Bond Street en abril de 1945, dicha obra captó la atención del público y de la crítica. Al año siguiente, Bacon realizó Pintura (1946), obra extraordinariamente ambiciosa, que primero adquirió la marchante de arte Erica Brausen y, más tarde, en 1948, el MoMA de Nueva York. Durante 12 años, la Hanover Gallery (de Brausen) representaría a Bacon.

Cabeza I (1948), pintada con paleta restringida a grises y negros, estableció un precedente ideal para un artista que comenzaba a trabajar con premura. Su obras posteriores derivan de esta: pintó en el lado "equivocado" del lienzo, carente de imprimación, y descubrió que la aplicación del óleo en la tela sin tratar generaba un efecto más punzante, realzaba la textura y permitía que la superficie absorbiera capas más finas de pintura. Encontró una técnica que se amoldaba perfectamente a su temperamento y siguió utilizándola siempre.

A mediados de los años 40 Bacon descubre a través de reproducciones la imagen del Papa Inocencio X, una obra realizada por Velázquez en 1650 que obsesionaría no solo a Bacon, sino también a otros pintores y escritores ingleses. Su predilección por este lienzo se reflejó durante más de dos décadas en decenas de obras en las que la imagen del pontífice se ve transformada de diferentes maneras. En unas, se entremezcla con el sufrimiento que expresa el rostro descompuesto de la nodriza herida que aparece gritando en El acorazado Potemkin; en otras, la figura se ve rodeada de pedazos de ganado sacrificado en clara alusión al artista francés de origen bielorruso Chaïm Soutine; y hay algunas en las que a la imagen de Inocencio X se superpone la de Pío XII, papa durante la Segunda Guerra Mundial cuya relación diplomática con la Alemania nazi aún genera controversia.

Velázquez representa a Inocencio X sin un contexto que ayude a identificar su jerarquía, en soledad, del mismo modo que Cristo sacrificado en la cruz. La crucifixión es un tema al que Bacon acude una y otra vez desde el principio de su trayectoria, si bien dejando al margen las connotaciones religiosas y siempre con la intención de evidenciar lo más oscuro de la condición humana. Al igual que los Papas, las Crucifixiones van sufriendo transformaciones, mutaciones de color, formato o composición, y se intercalan con otras referencias que apasionan al artista, como la obra de Picasso o la Orestíada de Esquilo.

 

 
 

Retrato de Michel Leiris

1976
Óleo sobre lienzo
34 x 29 cm
Centre Pompidou, París

 

El primer desnudo realizado por Francis Bacon que ha sobrevivido data de 1949. El lienzo muestra a un hombre de espaldas, que deja tras de sí unas veladuras que pudieran ser cortinas. En su cuerpo resalta la espina dorsal, semejante al costillar de un animal, que recuerda a la espalda de la figura que aparece en Tras el baño, mujer secándose (hacia 1890-1895), una obra de Degas muy admirada por Bacon.

Cuatro años más tarde el artista pintó por primera vez una pareja de hombres desnudos, una imagen que no podía mostrarse en público en una Inglaterra que aún penalizaba la homosexualidad. En los desnudos de Bacon, especialmente en los realizados después de Tres estudios para una crucifixión (1962), que supuso un punto de inflexión en su carrera, predominan los personajes aislados en posturas cotidianas que el pintor transforma retorciendo sus cuerpos de una forma casi animal, hasta hacerlos parecer inverosímiles, reinventando el retrato. En algunos casos el sexo es ambiguo, mientras que en otros resulta muy evidente.

Unos lienzos de Bacon están basados en las fotografías de Muybridge y también, en algunos casos, en las instantáneas que John Deakin realizó por encargo del pintor, en las que representa a sus amigos, y también a personajes desconocidos cuyo origen no ha sido identificado. En estos desnudos, caracterizados por su gran intensidad, Bacon suele representar a la figura protagonista de manera aislada. Casi nunca trabajaba en presencia del retratado, sino a partir de las fotografías que encomendaba a Deakin, a quien daba indicaciones muy precisas sobre las poses de los personajes que reflejaban las de algunas obras de la historia del arte o de las imágenes de Muybridge.

En grandes trípticos como Tres estudios para figuras en la cama (1972) los tres paneles presentan un fondo común y representan una misma escena, cuyos elementos han sufrido ligeras modificaciones en cada caso. Este formato tripartito, al que se calcula que Bacon recurrió en treinta y tres ocasiones a lo largo de tres décadas, permitía al artista mostrar imágenes intencionalmente fragmentadas, dispuestas en marcos separados. Además de recurrir al tríptico, Bacon introdujo esta idea de la composición en tres escenas en obras de un solo lienzo, como Estudios del cuerpo humano (1975).

Bacon admiraba asimismo la obra de Rodin, de cuyas esculturas poseía imágenes, y realizaba anotaciones de sus figuras. Sus creaciones fascinaban a Bacon casi tanto como las de Velázquez, no solo por la maestría con que trabajaba, sino por el misterio que emanaba de sus obras. En ambos casos Bacon hace una reinterpretación de Velázquez y Rodin a través de su propia mirada, alterando nuestra percepción de sus obras.

 

 
 

Tres estudios de figuras sobre camas

1972
Óleo y pastel sobre lienzo
Tres paneles, 198 x 147,5 cm cada uno
Esther Grether Family Collection

 

En 1951 y de nuevo en 1952, Bacon viajó en barco hacia Sudáfrica, país en el que residía su madre desde la muerte de su padre. Los animales salvajes que vio moviéndose entre las altas hierbas dejaron una gran impronta en el artista, que evocaría esas impresiones en varios lienzos de 1952. En 1951, de regreso a Inglaterra, pasó por El Cairo, donde se quedó unos días; Bacon admiraba profundamente el arte egipcio y llegó a afirmar que nada lo había superado. Entre 1953 y 1954 pintó cuatro obras basadas en la gran esfinge, así como varios hombres vestidos de traje en entornos oscuros, apenas esbozados.

En 1951 Bacon realizó su primer retrato de un personaje conocido, el del pintor británico Lucian Freud, a quien representó de pie, apoyado en un umbral. Durante años retrató a amigos y a personas a las que admiraba, como el propio Freud, Michel Leiris, Henrietta Moraes, Jacques Dupin, George Dyer, John Edwards, Reinhard Hassert, Eddy Batache... Solo algunos de sus retratos fueron encargos pues Bacon casi siempre elegía a los sujetos de sus cuadros, a los que pintaba basándose principalmente en fotografías que ellos le enviaban.

En muchas ocasiones estos cuadros tienen un fondo azulado, que podría corresponderse con el color de su estudio, donde se tomaron algunas de esas fotografías; otras veces el fondo es negro y evoca el arte de los grandes maestros españoles, mientras que algunas obras presentan otros tonos, como el naranja cadmio, destinado a creaciones de mayor formato. Bacon no solo intenta reflejar la apariencia física de los retratados sino que pretende transmitir la relación que él mismo mantiene con ellos y cómo este vínculo le ha afectado; no se trata de un retrato psicológico, sino de una representación de las relaciones humanas.

Transgresor con su vida y con su obra, Bacon cruzó algunas fronteras hasta entonces difíciles de vulnerar, situando al ser humano ante un espejo en el que pudiera contemplarse de forma cruda y violenta. En sus pinturas, Bacon deforma a las personas con la intención de hacerlas más reales que si las representara de manera más naturalista. De los dos retratos que hizo de Leiris, Bacon considera como el más realista el que se halla más alejado de la literalidad.

Durante gran parte de los años 50, el pintor estuvo sometido al sadismo neurótico de Peter Lacy, antiguo piloto de la RAF con el que mantuvo una turbulenta relación. Cuando Lacy se mudó a Tánger a mediados de esa década, Bacon lo siguió y, en 1956, camino de Marruecos, visitó por primera vez el Museo del Prado.

En 1957, Bacon había cambiado su técnica pictórica y su empleo del color. En las pinturas que hizo bajo la influencia de Van Gogh, se inspiró también en las obras de Céret de Chaim Soutine y en la luz resplandeciente de Marruecos. Estas creaciones suponen una ruptura decisiva y permanente con las formas fantasmales y los fondos sombríos característicos de su obra de la primera mitad de los años 50.

 

 
 

Estudio según Velázquez

1950
Óleo sobre lienzo
198 x 137 cm
Colección particular

 

En 1961, se trasladó a 7 Reece Mews (South Kensington), una antigua cochera convertida en casa -muy próxima a su antiguo estudio de la calle Cromwell- que se convertiría en el espacio más importante de su vida. Hacia finales de 1963, George Dyer entró en la vida de Bacon, y se convirtió en un tema de sus pinturas de los 60.

En los años 70, fruto de la carencia de modelos para sus obras, comienza a realizar un gran número de autorretratos; entre 1971 y 1979 pintó un total de 29, 15 de ellos individuales y de pequeño formato. En esta etapa, Bacon alcanza gran reconocimiento internacional. En 1971 se convierte en el primer artista vivo, después de Picasso, al que el Grand Palais de París le dedica una retrospectiva y, en 1988, será el primer artista occidental al que se consagre una exposición en la extinta Unión Soviética.

En 1971, dos noches antes de la inauguración de la gran retrospectiva de Bacon en el Grand Palais de París -un honor excepcional para un pintor vivo-, George Dyer murió a consecuencia de una sobredosis de alcohol y barbitúricos. La intensidad del duelo que padeció Bacon quedó reflejada en una serie de pinturas. Durante esta década, Bacon pasó largos períodos de tiempo en París, donde tuvo un estudio a partir de 1975. A mediados de los años 70 conoció a John Edwards, atractivo joven londinense del East End con quien Bacon estableció una relación esencialmente paternal.

Bacon expresó en numerosas entrevistas su interés por las corridas de toros y su admiración hacia Goya. De hecho, llegó a seleccionar la obra del maestro español Andrés del Peral para una exposición que comisarió con fondos de la National Gallery de Londres en 1985. Goya ejecutó 50 dibujos preparatorios en tiza roja para su Tauromaquia, en la que empleó el grabado al aguafuerte, a la aguatinta, a la punta seca y al buril. Si bien el tema principal de esta serie es la evolución de las corridas de toros, el posicionamiento de Goya con respecto a esta cuestión ha suscitado recientemente un interesante debate entre los historiadores del arte.

A finales de los 70 y principios de los 80, Francis Bacon, ya septuagenario, reintroduce en su obra motivos como el toro y géneros como el paisaje, que hasta entonces habían sido secundarios en su producción. Son escasos los paisajes anteriores a 1978, la mayoría realizados en las décadas de 1940 y 1950, y en ellos a menudo subsiste la presencia humana o animal. En la última etapa de su carrera, su obra se simplifica; los elementos del paisaje son aislados de su contexto y quedan confinados a los límites que el artista define. De este modo, Bacon aborda el paisajismo de una manera similar a la que emplea para tratar la figura humana; así, "apresa" la ola que aparece en Pintura de marzo (1985) o la carretera de Escena callejera (con coche a lo lejos) (1984).

Los retratos de esta última etapa son cada vez más escuetos. El pintor llega a eliminar elementos que ya había introducido con la intención de reducir las referencias visuales de la composición y dirigir la atención hacia la figura principal. Algunas de estas obras fueron realizadas con pintura en aerosol, lo que permitió a Bacon crear texturas hasta entonces inéditas en su trabajo. Estos lienzos se dividen entre los realizados con colores enérgicos y aquellos que presentan fundamentalmente tonalidades grises y apagadas. El toro aparece de nuevo en estos últimos años. Su iconografía remite a artistas como Goya y Picasso, pero también al poeta Federico García Lorca y al escritor Michel Leiris, y hace alusión, de manera concreta, a las corridas de toros.

En sus últimos años, a pesar del deterioro de su salud, Bacon disfrutó de una apasionada relación con un cultivado joven español, al que había conocido en 1987. En 1990, visitó la retrospectiva de Velázquez en el Museo del Prado. En 1992, volvió a Madrid, desoyendo las advertencias de su médico; a los pocos días de su llegada, enfermó gravemente y fue hospitalizado. Allí falleció de un ataque al corazón el 28 de abril. Bacon murió a escasa distancia del Museo del Prado, pinacoteca en la que se encontraban muchos de los grandes maestros que había admirado y a la que había acudido por última vez en 1991 para contemplar la obra de Velázquez.

 

 
 

Estudio de un toro

1991
Óleo, pintura en aerosol y polvo sobre lienzo
198 x 147,5 cm
Colección particular

 

El Museo Guggenheim Bilbao (Avenida Abandoibarra 2, Bilbao) presenta hasta el 8 de enero del próximo año 2017 Francis Bacon: de Picasso a Velázquez, una exposición compuesta por cerca de 80 obras que incluye algunas de las pinturas más relevantes y menos exhibidas del artista británico nacido en Irlanda, junto con las creaciones de maestros clásicos de las culturas francesa y española que tuvieron gran ascendente en su carrera. Horario: martes a domingo, de 10:00 a 20:00 horas.

 

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