JOSÉ DE ARCE

José Manuel Arana


 

Nacido en torno a los años 1603 y 1607, se trata de una figura trascendental en la escuela sevillana debido a su gran influencia escultórica. Con todo, ha sido quizás el gran olvidado entre nuestros imagineros barrocos, aunque hoy, tras nuevas investigaciones, se le está empezando a hacer justicia. En este sentido, José Luis Romero Torres y Álvaro Recio Mir han dado una nueva visión de este interesante artista de origen flamenco y formación italiana.

Siempre se ha destacado que él fue el introductor en Sevilla del barroco europeo de Bernini y Rubens, basado en el dinamismo, la expresividad y el abocetamiento de factura. Con ello, rompió con el estilo montañesino imperante, de clara tradición manierista. Precisamente, tras la muerte de Montañés en 1649 se convierte en el principal escultor de la ciudad, siendo muy destacada su influencia en los artistas sevillanos coetáneos. Esto es palpable, muy especialmente, en Pedro Roldán, y a partir de él en toda su familia, donde brillaron con luz propia La Roldana y Duque Cornejo. Pero también tenemos constancia de su estrecha relación con imagineros como Alonso Martínez, al que influyó también en su actividad como escultor pétreo, y su hijo Felipe Martínez, al que apadrinó el propio Arce; con Alonso Cano, que también debió de sufrir su influjo; o con los Ribas, en especial con Felipe de Ribas, con el que debió de colaborar en obras tempranas, como el retablo del Bautista de Santa Paula (Sevilla) o el mayor de La Oliva de Lebrija, lo cual ha supuesto que sus obras se lleguen a confundir. No debemos olvidar tampoco que entre sus discípulos se encontró Andrés Cansino, el supuesto autor del cristo de la Salud de San Bernardo, maestro a su vez de Ruíz Gijón, quien de esta manera heredó igualmente el estilo del flamenco.

Su vida se desarrolló entre dos ciudades, Sevilla y Jerez, dividiendo su actividad Romero Torres en cinco etapas:"la primera etapa sevillana" (1635-7), "la primera etapa jerezana" (1637-9), "la segunda etapa sevillana" (1639-41), "la segunda etapa jerezana" (1641-8) y "su definitiva residencia en Sevilla" (1648-66). Su actividad en Jerez, donde se casó en dos ocasiones, está centrada por su intervención en dos importantes retablos mayores, los de la Cartuja, en el que trabajó con Zurbarán, y el de san Miguel, en el que concluyó la obra iniciada por Montañés. También trabajó para ciudades como Cádiz o Zafra. Falleció en el año 1666.

De su actividad como imaginero, podemos decir que se centraría especialmente en sus dos últimas etapas. Así, en 1645 hizo la imagen jerezana del Santo Crucifijo de la Salud y en 1655 la de Nuestro Padre Jesús de las Penas de la trianera Cofradía de la Estrella, dos obras de espléndida factura que lo colocan en primerísimo lugar dentro de la escuela sevillana. Existen también atribuciones. Así, por ejemplo, el magnífico cristo de la Buena Muerte de Cádiz, obra que más bien parece salida de las gubías de su amigo Alonso Martínez; el titular de la sevillana hermandad de Montesión, por el parecido con el cristo trianero, o el Nazareno de la parroquia de San Isidoro del Campo de Santiponce, por la misma razón. También se le puede relacionar directamente con el Crucificado del retablo de La Oliva de Lebrija, debido a su gran similitud con el Santo Crucifijo jerezano.

En definitiva, un gran imaginero poco conocido a nivel popular pero que mereció el reconocimiento de sus contemporáneos, que le llegaron a calificar como el Phidias de nuestro tiempo.

 

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