SOMBRAS (VII)
LA MAÑANA ANGUSTIOSA

Sergio Cabaco y Jesús Abades. Con información de Victor I. Stoichita


 

 

A comienzos del siglo XX, las sombras fueron prácticamente desechadas por el cubismo y los movimientos abstractos subsiguientes, fieles a la bidimensionalidad del cuadro. Hubo que esperar a Giorgio de Chirico y al "retorno al orden" de los años 20 para que la sombra alcanzase un nuevo protagonismo.

En De Chirico (1888-1978), pintor italiano nacido en Grecia, al tiempo que denotan una verosimilitud ficticia, las sombras confieren a la escena un aire de pesadilla. Tal antinomia es propia de buena parte de los realismos del siglo XX, en los que lo siniestro convive con la falsa apariencia de un orden estable. Así ocurre también, con diferentes matices, en la obra de otros artistas como Edward Hopper, Rockwell Kent, Christian Schad, Felix Nussbaum, Dick Ket, Carel Willink, Pyke Koch, Alfonso Ponce de León, Gregorio Prieto y Pablo Picasso.

El óleo sobre lienzo La Mañana Angustiosa (1912, 81 x 65 cm) es uno de los ejemplos más representativos de la pintura metafísica del autor, que da lugar a piezas solitarias, melancólicas, en las que memoria y realidad confieren un carácter de sorpresa e incongruencia. La perspectiva y la aplicación pictórica, a la manera de los antiguos maestros, revelan una revalorización del pasado. Las figuras, ausentes en este caso, se representan similares a maniquíes, detalle que algunos autores atribuyen a Alberto Savinio.

 

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