LOS ARTISTAS VINCULADOS AL TEMPLO DEL SANTO ÁNGEL DE SEVILLA
CRISTÓBAL RAMOS

Juan Dobado (08/01/2021)


 

 

No pasa desapercibida, la Coronación de la Virgen es una de las piezas más buscadas en el Santo Ángel. Este pequeño grupo realizado en terracota y telas encoladas pone de relieve el quehacer minucioso de su autor, Cristóbal Ramos, a quien atribuimos esta obra en torno a 1770. Su origen estaba en el banco del retablo de San Antonio, trasladándose a un lugar más espacioso en esta hornacina en los años 90. La Virgen arrodillada recibe la corona de manos del Padre y del Hijo, situándose detrás el Espíritu Santo en un resplandor de talla. Recientemente restaurada, presenta una calidad exquisita en la ejecución de cabezas y manos, como vemos en la Virgen, ataviada de Inmaculada, o en el Padre eterno. Conserva la platería original del setecientos.

 

 

En los laterales del retablo de Santa Teresa de Jesús se han colocado sendas repisas antiguas para las imágenes de San José y San Francisco de Paula. La segunda es una obra atribuida a Cristóbal Ramos, realizada en terracota y telas encoladas en el último tercio del siglo XVIII. Ambas imágenes llevan detrás resplandores decimonónicos de madera tallada y dorada y se asientan sobre peanas de la misma época, una con atributos josefinos y otra con el escudo de la Orden Carmelita.

 

 

Hay varias piezas de Cristóbal Ramos en el Museo del Santo Ángel. El llamado Niño de la Espina pone de relieve el aprecio que sus contemporáneos hicieron de su obra. Representa al Niño Jesús como Buen Pastor, sentado en un risco, rodeado de algunas ovejas recostadas, todo ello realizado en terracota policromada, salvo la túnica en tela encolada. El Niño Jesús porta el báculo con calabaza de cristal de roca y con la mano derecha señala en su pie derecho cómo se le ha clavado una espina. Dirige su mirada dolorida hacia una de las ovejas, símbolo del alma cristiana, que contempla el suceso. La limpieza de la obra ha revelado la túnica del Niño, antes en tonos tierras, con una tonalidad azulada de gran viveza y que aporta luminosidad a la obra.

 

 

El Sagrado Corazón del Niño Jesús muestra al Divino Infante sentado, abriendo sus vestiduras para que podamos observar su corazón. Al igual que el Niño de la Espina, sus rasgos, junto al primor en su ejecución, delatan la mano de Cristóbal Ramos (1725-1799), como vemos en otros Niños Jesús que conserva la Orden en los conventos de Las Teresas de Sevilla, Córdoba o de Sanlúcar la Mayor, especialmente con el Niño Nazareno de la urna de la Divina Pastora del convento sevillano de Las Teresas.

 

 

Pero si hay una obra maestra de Cristóbal Ramos en el Santo Ángel es la Virgen del Carmen que preside la grandiosa máquina neoclásica del retablo mayor. Se trata de una pieza de gran empaque, calidad y enormes dimensiones (246 x 148 cm). Aparece la Madre del Carmelo sentada en un trono de nubes con el Niño Jesús en su regazo. Esta composición tiene sus precedentes en el barroco hispalense de la mano de Duque Cornejo o Hita y Castillo. Aquí se percibe el gusto preciosista, aporcelanado e intimista que gusta el escultor en sus obras, la mayoría de pequeño tamaño. La imagen está realizada en terracota y telas encoladas sobre un alma de madera que parte de un gran prisma asentado en la peana. En la imagen se observa un alto grado de clasicismo que la sitúa hacia 1780. A partir de esta escultura, se impondrá este modelo carmelitano para numerosas imágenes del Carmen. Es Cristóbal Ramos el imaginero del Carmen que difunde su iconografía en el siglo XVIII, el de mayor expansión de la devoción a la Madre del Escapulario en el mundo católico y hasta el día de hoy.

 

Fotografías de Luis Romero

 

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