LA ICONOGRAFÍA DE SAN JOSÉ - PINTURA Y ESCULTURA (XXIV)
FRANCESCO SOLIMENA Y FRANCESC PLA DURAN

25/03/2021


 

 

En 1371, Gregorio IX promueve la festividad del 19 de marzo (muerte de San José), que en 1480 será ratificada como fiesta de rito simple por parte de Sixto IV. Esta fecha supondrá un punto de inflexión en la devoción a San José y en su difusión iconográfica, que irá aumentando progresivamente. Durante todo este tiempo, la iconografía josefina seguirá desarrollándose tanto en el arte románico como en el arte gótico, extendiéndose por todo el occidente medieval. Paralelamente, ciertas órdenes religiosas habían empezado ya a incorporar la fiesta de San José en sus propios calendarios. Los servitas serán los primeros, en 1324, siguiéndolos después los franciscanos en 1399 y más tarde los carmelitas ya en el siglo XV.

La Edad Moderna será testigo del auge del culto, materializado en la aparición de pinturas, esculturas y hasta retablos enteros íntegramente dedicados a San José, la creación de nuevas devociones, origen a su vez de nuevas iconografías (Muerte de San José, Sagrada Familia), o la adquisición de un total protagonismo en escenas donde nunca lo tuvo. El culmen llegará en 1870 cuando Pío IX lo proclame Patrono de la Iglesia Universal.

Los textos griegos de los evangelios utilizan la voz "tekton" para referirse al oficio de José, un término impreciso que llegó a suscitar confusiones entre la idea de un San José carpintero o un San José herrero. Sin embargo, la tradición siempre prefirió -y divulgó- el tipo iconográfico del "carpentarius", asignándole como atributos herramientas propias de su oficio, originando cofradías de artesanos en su honor (la primera, de origen medieval, en Malta) y dando lugar al tema del taller. A partir del siglo XV, el taller de José podrá acompañar a la escena de la Anunciación o bien constituir un tema en sí mismo.

Según sus contemporáneos, Francesco Solimena (Canale di Serino, 1657 - Nápoles, 1747) fue un niño prodigio. Su primer maestro fue su padre Angelo, respetado artista, a pesar de que inicialmente se opuso al deseo de su hijo de seguir sus pasos. Con el apoyo del cardenal Vincenzo Orsini, el joven Francesco pudo iniciar una carrera como pintor y establecerse en Nápoles en 1674. Solimena tomó elementos de otros artistas: el naturalismo de su padre, la luminosa grandeza de Luca Giordano, el poderoso drama de Mattia Preti y el clasicismo de Carlo Maratta, entre otros. Solimena se hizo famoso no solo por sus pinturas de caballete, sino también por sus ambiciosos frescos para iglesias y monasterios, un par de veces realizados con la colaboración de su padre. Tras la muerte de Giordano en 1705, Solimena se convirtió en el maestro indiscutible del arte napolitano.

En el cuadro "La muerte de San José" (imagen superior), Solimena ilumina la figura de San José, dispuesta en diagonal, de un modo casi sobrenatural. Una luz que también ilumina a Cristo, sobre cuyo brazo derecho reposa la cabeza del moribundo. Las silenciosas y expectantes figuras que rodean a José transmiten una sensación de calma. Parece que Cristo no solo consuela a José, sino que también realiza los últimos ritos absolviéndolo de sus pecados. Los ángeles rodean el lecho de muerte: seis querubines flotan en el cielo encima de María, un ángel se arrodilla a los pies de la cama de José sosteniendo un quemador de incienso humeante, y dos están de pie al lado de la Virgen. Uno de ellos es San Miguel, pesador de almas, identificable por su armadura y espada.

Solimena ofrece al espectador una lectura detallada de la muerte de San José, tal y como se describe en el apócrifo titulado "Historia de José el carpintero", que menciona a San José muriendo a la edad de 111 años, rodeado de la Virgen María, Cristo y los ángeles. En el siglo XVII, el fallecimiento de José fue un ejemplo de la muerte pacífica o "buena muerte" que les sobreviene a los que viven de acuerdo con la doctrina cristiana. Hablamos de un óleo sobre lienzo (219,7 x 169,5 cm) pintado hacia 1698-1700 y conservado actualmente en el Museo de Bellas Artes de Utah. Versiones de artistas contemporáneos a Solimena son bastante similares a esta obra, desde la presencia de los ángeles hasta la bendición de Cristo. El propio Solimena creó una muy similar a la pintura de dicho museo estadounidense, ubicada en la iglesia napolitana de Santa Maria di Caravaggio.

Respecto al pintor catalán Francesc Pla Duran (Vic, 1743 - Barcelona, 1805), aprendió también al principio con su padre, el tornero Onofre Pla, de quien adquirió conocimientos en dibujo y pintura. Fue su padre también, con el fin de adquirir una formación superior, quien le llevó al taller de los hermanos pintores Francesc y Manuel Tramulles, discípulos del célebre Antonio Viladomat, con quienes estuvo aprendiendo durante seis años.

Pla Duran se convirtió en el pintor más importante de la pintura catalana de la etapa tardobarroca, a caballo entre el barroco y el clasicismo, y se especializó en la decoración pictórica, murales y cuadros, de gran parte de los palacios y las mansiones de la Barcelona del último cuarto del siglo XVIII.

Una de dichas casas nobles estaba decorada por una serie pictórica dedicada a la vida de la Virgen. La serie completa, pintaba por Pla Duran hacia 1780, estaba compuesta por dieciséis lienzos, doce de los cuales se conservan en el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) y el resto en colecciones particulares. Su estilo es rupturista con respecto a los criterios del academicismo de la época, ya que ofrece una pincelada suelta, rápida y enérgica, y una pintura de gusto amable próxima al rococó.

Uno de esos lienzos, pintado al temple (167,3 x 109,5 cm), es "La casa de Nazaret" (imagen inferior), también conocido como "El taller de Nazaret" o "El taller de José", y explica una jornada cotidiana en la vida de la Sagrada Familia: San José y el Niño Jesús trabajando en la carpintería, y María ocupada en las tareas domésticas, todos en medio de una armonía simbolizada por cinco ángeles: dos de ellos flotan sobre la estancia, otros dos tocan instrumentos musicales y el quinto, el más pequeño, ayuda a Jesús a serrar una tabla.

 

 

FUENTES

DE ARRIBA CANTERO, Sandra. "San José", en Revista digital de iconografía medieval, vol. V, nº 10, Servicio de Publicaciones de la Universidad Complutense de Madrid, 2013, pp. 63-64 y 67-68.

BRINKMANN PIMENTEL, Ursula M. Italian Art at the Utah Museum of Fine Arts. A guide to the collection, Salt Lake City, Museo de Bellas Artes de Utah y Universidad de Utah, 2000, pp. 133-134.

Con información del Museu Nacional d'Art de Catalunya.

 

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