III CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE FRANCISCO SALZILLO (XVI)
LOS SALZILLOS DE LORQUÍ (I) - JESÚS NAZARENO

José Cuesta Mañas


 

 

 

Este año en que se conmemora el tricentenario del nacimiento de Francisco Salzillo, pensamos que puede ser un buen momento para hacer una profunda revisión de su catálogo, en lo referente a obras no probadas documentalmente y sólo atribuidas estilísticamente.

Por tradición se le vienen adjudicando esculturas, que bajo nuestro punto de vista y nuestra experiencia en el estudio y en el contacto directo con obras indiscutibles del artista, poco tienen que ver con su producción. Por otra parte existen un importante número de piezas que sin duda están dentro del espectro estilístico más claro de su obra y que han sido, prácticamente, ignoradas hasta ahora, por la crítica e historiografía especializada. Dentro de este último apartado cabría englobar tres magníficas esculturas conservadas en la Parroquia de Santiago Apóstol de Lorquí (Murcia). Se trata en concreto de un Nazareno y una Dolorosa de los llamados de vestir y un San José con el Niño, éste último en talla completa. La impresión general que se observa, a primera vista, y a falta de elementos documentales, es que las tres poseen la impronta y los grafismos característicos del Salzillo más conocido. Pero a falta de datos documentales y aparte de un análisis artístico y estilístico pormenorizado de cada una de las obras, que haremos más abajo, existe otro tipo de información subsidiaria y un buen número de indicios que en conjunto llegan, a nuestro juicio, a probar la paternidad artística de nuestro más preclaro escultor sobre estas tres obras.

En la Villa de Lorquí existe evidencia documental de que ya en 1724, se realizan procesiones penitenciales, ya que el visitador general del obispado manda hacer unas andas a modo de sepulcro para el entierro de Cristo (1). Sabemos que desde 1665 consta en dicha parroquia la existencia de un "Santo Cristo grande" (2) que se utilizaba, como veremos más adelante para el ritual del desenclavamiento y el santo Entierro. También se tienen noticias sobre una imagen de la Soledad y de su existencia desde antiguo, confundiéndose en los documentos con la Virgen de los Remedios (3), lo que nos lleva a pensar que se trataba de la misma imagen que según el periodo litúrgico y un adecuado cambio de vestuario adaptado al mismo, representaría indistintamente a ambas iconografías, hecho este muy frecuente en todo el territorio español durante los siglos XVI y XVII (4). Esta imagen aparece regularmente en inventarios posteriores y hasta la época anterior a la Guerra Civil del año 1936, se recuerda su ubicación a los pies del Crucificado, aunque no se tienen datos de cuando dejó de tener tratamiento procesional. Ante la pérdida de la documentación del archivo parroquial correspondiente a casi todo el siglo XVIII, no podemos precisar, pero debemos suponer, por lo conservado de ese periodo y el legado artístico, cultural y etnográfico que ha llegado hasta nuestros días, que siguiendo la corriente general de la historia y la religiosidad popular de la época, las celebraciones pasionales de esos años no solo continuarían si no que crecerían.

El acto del desenclavamiento y entierro de Cristo, es uno de las muestras del teatro sacro más antiguas e importantes y de las más difundidas por toda la geografía nacional, en otros tiempos. Llega a tener una consideración casi litúrgica y se enmarcan dentro de las ceremonias del ciclo de pasión. Es, quizás, su acto más solemne junto con la procesión del Santo Entierro (5). Este tipo de ceremonias fueron desapareciendo paulatinamente con las ideas ilustradas, quedando vestigios hasta la primera mitad del XX. En Lorquí se conserva la representación del desenclavamiento previa al entierro de Cristo, por lo que podría considerarse esta, como una rara pervivencia, casi arqueológica, de una importante faceta de nuestro pasado religioso, cultural y etnológico, joya del patrimonio intangible de los murcianos. 

En Murcia será especialmente en el siglo XVIII cuando se generalicen y se enriquezcan de manera singular los desfiles penitenciales de la semana Santa. Otro fenómeno a tener en cuenta para comprender esta proliferación de procesiones y hermandades pasionistas en dicha centuria es la aparición en el año de 1600 de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Murcia y la enorme repercusión religiosa, cultural, social e iconográfica que ella tendrá va a provocar que a partir de ésta surjan, en otras poblaciones de la diócesis, otras instituciones religiosas que resultarán ser eco de la referida cofradía matriz. La dicha cofradía se vio notablemente impulsada y enriquecida en el XVIII con la sustitución de buena parte de sus insignias (antigua denominación de los pasos) y la incorporación de otros nuevos debidos al irrepetible escultor Francisco Salzillo. Pero, para esos años la devoción a la imagen del Nazareno, obra del siglo XVI adaptada a la entonces nueva iconografía de Jesús con la Cruz a cuestas (el Nazareno) en los años de la fundación de la Cofradía (6), se encuentra fuertemente enraizada en el pueblo murciano. Buena parte de la devoción mantenida a través de los siglos por tan vetusta imagen, la cual pervive con igual fuerza en la actualidad entre sus numerosísimos cofrades, haya que relacionarla con el papel dramático que desempeñaba, con absoluto protagonismo, en la procesión del Viernes Santo en la mañana. En ella se escenificaba el camino del Calvario, así, en determinados puntos del recorrido, la figura del Nazareno confluía con las de la Verónica y con la Virgen su Madre representando el “paso” del encuentro doloroso en la calle de la amargura, en ese momento la imagen de Jesús, por medio de un mecanismo oculto movía el brazo derecho, accionado por un cofrade igualmente oculto, realizando el rito de la bendición. Esta escenificación, sin duda caló de forma muy intensa en la religiosidad de la época, por resultar especialmente conmovedora para el pueblo creyente, de forma que se harán en adelante, en otras cofradías y en otras poblaciones imágenes con un cometido similar y será muy frecuente la incorporación del mecanismo de accionamiento del brazo derecho en las imágenes de Jesús Nazareno.

 

 

 

Nicolás Salzillo ya realiza en época cercana a la realización de su original una imagen de Jesús cargado con la Cruz, para la iglesia de la Merced de Murcia, que resultará una versión personal del Titular de los Nazarenos, imitando no solo la iconografía si no también la postura, la fisonomía y como no, el mecanismo de movimiento del brazo, que aún conserva aunque anulado su movimiento. Igualmente su hijo Francisco Salzillo hará algo similar en la configuración del Nazareno almeriense de Huercal-Overa, en el cual hará su particular versión de aquella imagen murciana, por la cual él mismo debió sentir profunda devoción. En el Nazareno de Lorquí se ha podido constatar, por las fotografías anteriores a la restauración de 1994, la presencia del mecanismo que permitía el movimiento del brazo derecho. Este consistía en un artilugio metálico y unos goznes que maniobrado a través de un largo vástago que llegaría hasta la peana de la imagen permitía realizar la ceremonia de impartir la bendición. Un sistema similar poseía el Nazareno Murciano y que también poseyó, como dijimos, el de Huercal-Overa. Este mecanismo ha desaparecido desgraciadamente en los tres, en el de Huercal-Overa y Murcia en fecha indeterminada pero suponemos que en el segundo en la primera mitad del siglo XX (aún existen personas vivas que lo recuerdan) y el de Lorquí en la última restauración a mediados de los noventa.

Por todo ello no nos debe de extrañar la aparición en Lorquí de una imagen que represente a Jesús con la cruz a cuestas (F1) y que vendría a completar en el siglo XVIII, la ya entonces antigua ceremonia del desenclavamiento y santo entierro, con otro desfile procesional que conmemorara el camino del calvario. Es muy probable que llegara a esta parroquia junto a la imagen de la Dolorosa, de la que hablaremos más adelante, posibilitando la ceremonia del encuentro en la vía dolorosa y el acto de la bendición. Con ambas celebraciones quedaría un completo conjunto de rituales religioso-dramáticos, muy afines a la sensibilidad popular de la época, que narrarían los momentos álgidos de la pasión y muerte de Jesucristo.

De esta imagen pocos datos documentales se conservan y ninguno del momento de su ejecución y llegada a la iglesia, pero aun así, por las razones que contaremos más abajo, nosotros la sumariamos, sin reservas, al catálogo de obras de Francisco Salzillo. Los rasgos estilísticos de esta escultura poseen un aura que inmediatamente nos remiten al ámbito artístico salzillesco del siglo XVIII y más en concreto a otras esculturas de Salzillo con las que no nos es difícil de relacionar. Los grafismos del rostro nos lo acercan a obras suyas muy conocidas y bien documentadas como el "Amarrado" de Jumilla o al Cristo de los Azotes de la cofradía de los Nazarenos de Murcia. Pero también nos atrevemos a vincularla a algunas otras que quizás por su carácter, también, de vestideras son tan poco reconocidas como ésta pero muy cercanas al que suscribe por una cuestión espacial y sentimental. Son las imágenes de San Blas y la Virgen de la Candelaria de la parroquia de Santa Eulalia de Murcia, de la que soy parroquiano y camarero de la referida imagen mariana y vestidor de la otra. Con el santo obispo, imagen que tradicionalmente se ha venido adjudicando al quehacer de Salzillo, atribución que apoyamos completamente, existe un muy notable parecido fisonómico: tipo de nariz de finas aletas y tracto elegantemente largo, el óvalo del rostro, la boca pequeña y entreabierta con dientes y lengua tallados y el tratamiento del bello facial muy semejante a pesar de que el Cristo de Lorquí, lógicamente, lleva barba completa y el santo solo perilla y bigote (F2)

Al ser despojado de la peluca de pelo natural que cubre su cabeza nos evoca a otra obra, para nosotros igualmente cierta del arte de Salzillo pero ignorada por la historiografía, como es la Virgen venerada en la parroquia murciana de Santa Eulalia bajo la advocación de la Candelaria. En ésta, además de grafismos faciales muy similares, encontramos la utilización de un mismo recurso, que llega a resultar casi un grafismo recurrente en sus obras pensadas para ser adornadas con cabellos postizos, en ambos aparece tallado el nacimiento del pelo sobre una amplia frente y mechones tallados echados hacia atrás principalmente sobre las orejas, éstas perfectamente talladas con un detallismo que solo me cabe calificar de salzillesco, siendo completamente lisas las cabezas en la parte posterior. Idéntica resolución, en lo que correspondería al cuero cabelludo, presenta el venerado Nazareno de la población almeriense de Huercal-Overa (F3) y la emblemática imagen del Cristo del paso de la Caída de la tantas veces citada cofradía murciana, imágenes igualmente ideadas para llevar cabellos postizos. 

Esta última imagen, presenta una característica muy peculiar que lo relaciona con nuestro Nazareno ilorcitano: el pie derecho del Cristo es de idéntico modelado y tamaño al mismo pie de la imagen del titular de la Cofradía de Jesús. Hasta tal punto es el parecido que cabe pensar que estén sacados de puntos del mismo modelo, lo que evidenciaría, entre otras razones que ahora no vienen al caso, que fue Salzillo el que realizó las manos y pies de tan carismática y devota imagen. La misma disposición y modelado de manos y pies del Nazareno por excelencia, la encontramos en el ya citado Nazareno de Huercal-Overa (aunque en este caso las manos poseen un modelado, quizás, más pormenorizado y se tallan y policroman no solo los pies sino las piernas al completo). El Nazareno de Lorquí presenta unos pies que resultan prácticamente idénticos a los del Nazareno y las manos de un enorme parecido con la salvedad que el dedo meñique que aparece levemente levantado en la mano izquierda del Nazareno murciano aparece de este modo en la derecha del de Lorquí (F4). En la conformación del candelero o devanadera, los tres presentan una estructura muy curiosa y similar consistente en un tronco cuadrangular que aparece en el centro de las devanaderas y que va desde el maniquí, correspondiente al tronco del cuerpo, hasta la base y un listonaje perimetral mas o menos convencional (7). En el de Murcia el listón central es bastante más grueso y cuenta también con unas zapatas asegurando el tronco central que en el almeriense y en el de Lorquí, al depurar la estructura, ya no fue necesario incluir. En cambio, la solución de las piernas es distinta en los tres: El Cristo murciano posee unas piernas apenas esbozadas, resueltas simplemente con la intención de crear el volumen que sugiera el paso adelantado de la pierna izquierda, en el almeriense las piernas están completamente anatomizadas y policromadas hasta las caderas pero sin doblar la rodilla adelantada, así una vez vestido el Cristo no se marca al exterior pierna alguna quedando cabeza y cuerpo como más adelantados, en el de Lorquí, una obra de fecha más tardía, el recurso evoluciona y esas piernas que solo se intuyen bajo las ropas, simplemente se suprimen.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

(1) Archivo parroquial de Lorquí. Visitador general del obispado de Cartagena. "se agan (sic) unas andas a modo de sepulcro de color negro para el entierro de Cristo".

(2) APL. Libro de fábrica de mes de septiembre de 1669, correspondiente a los años 1664- 1669. "Quatro Cientos reales quepago a Diego dees Pinosa de los Monteros escultor Por laes cultura deun santo Christo Crucificado que se hico Para ladicha Iglesia". Cuentas de los Herederos de Jiusepe Carrillo entregan en Murcia. 

(3) APL. Visita del obispado del año 1718. se la cita textualmente como "Virgen de los Dolores, digo de los Remedios".

(4) Para mas información ver los artículos José Cuesta Mañas sobre "Las imágenes vestideras en la Semana Santa: tratamiento especial de la Dolorosa" en la Revista Oficial del Ayuntamiento de Alicante. Semana Santa 2005 y en las Actas del Encuentro Provincial de Hermandades y Cofradías de Alicante, Cox, 2005. 

(5) Ver LUNA, Luis. Artículo publicado en Murcia Semana Santa. 2006.

(6) Ver CUESTA MAÑAS, José. "catalogación de Nª Padre Jesús Nazareno (nuevas hipótesis)" publicado en la revista Nazarenos 2005.

(7) Ibídem.

 

Nota de La Hornacina: José Cuesta Mañas es Técnico de Museos, Delegado por Murcia del Comité Internacional de Museos y exdirector del Museo Salzillo y de la Iglesia-Museo de San Juan de Dios de Murcia.

 

Fotografías de José Cuesta Mañas y Santiago Rodríguez López

 

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