LA OBRA DE LUIS SALVADOR CARMONA (XIV)
INMACULADA Y SAN MARTÍN - LESAKA (NAVARRA)

Con información de la Universidad de Navarra


 

 

Tomás de Jáuregui, arquitecto vecino de Villareal (Guipúzcoa) queriendo emular los grandes retablos guipuzcoanos, encargó las esculturas de la Inmaculada Concepción y de San Martín del retablo mayor de la Parroquia de San Martín de Lesaca a Luis Salvador Carmona, el mejor escultor de la Corte. Consta que ambas vinieron de Madrid. La Inmaculada costó 160 pesos y San Martín 336 pesos, 6 reales, 1 maravedí. Llegaron juntas en el mismo envío y costó su transporte de Madrid a Pamplona 138 pesos, y de Pamplona a Lesaca 31 pesos. Su fecha de llegada a Lesaca coincidiría lógicamente con la terminacion del retablo, hacia 1754.

La Inmaculada Concepción se encuentra firmada en la peana por su autor. Esta escultura de carácter rococó se encuentra recogida en un templete que permite su entera contemplación. Su tamaño es menor que el natural. Representa a La Virgen en pie sobre una base de nubes plateadas y cabezas de ángeles que pisa con un pie una luna creciente, con el otro la serpiente que porta una manzana en su boca. Cruza el brazo derecho apoyando su mano sobre el pecho mientras extiende el izquierdo queda extendido sosteniendo el manto (de color azul y envés verdoso) con la mano abierta de forma dispensadora.

La Virgen viste túnica blanca con rameados que imitan la seda, sujeta con un ceñidor carmín a la cintura. También es carmín el envés de la túnica que contrasta con el jubón blanco interior del que se ven el cuello y los puños abotonados. Todo el tratamiento del cuerpo posee un brillo muy rococó. La cabeza se ladea dejando el cabello, largo y oscuro, suelto, cubierto parcialmente por un velo blanco y coronada por doce estrellas. El rostro despejado es de gran belleza, con cejas arqueadas, ojos de cristal con párpados bajos, nariz correcta, boca menuda y, otros elementos modelados con blandura.

Respecto a la escultura rococó de San Martín, ocupa una hornacina a gran altura en el retablo en el lugar principal por ser el patrono de la iglesia. Es un grupo de gran monumentalidad que representa la glorificación del santo obispo de Tours. Todo reposa sobre peana de nubes y siete cabecitas de ángeles de actitud dinámica.

San Martín de Tours aparece en pie con los brazos en diagonal y la cabeza ladeada cubierta por la mitra mirando hacia el cielo. Lleva un alba blanca plateada quebrada en pliegues menudos, los bordes inferiores se despliegan sobre las nubes. Se cubre con una pesada capa pluvial roja que se abre por el gesto de los brazos. La expresión del rostro es muy viva: la mirada se dirige a la gloria a donde se eleva, con la boca entreabierta y las barbas movidas en diagonal por la fuerza de la ascensión. Hay rasgos característicos de Luis Salvador Carmona, como unas arrugas en la frente, pómulos salientes y el rehundimiento de las mejillas.

 

 

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