LA OBRA DE LUIS SALVADOR CARMONA (XI)
SAN ANTONIO DE PADUA - NAVA DEL REY (VALLADOLID)

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

 

Forma parte del grupo de obras realizadas por Luis Salvador Carmona para el Convento de Capuchinas de su localidad natal. El cenobio, fundado en 1741 por religiosas toledanas, se trasladó en 1806 desde la hoy llamada Casa de los Maestros hasta la antigua Ermita de San Sebastián, donde actualmente permanece.

El conjunto, de gran valor artístico, comprende las tallas del Cristo del Perdón, similar a las de La Granja de San Ildefonso (Segovia) y Sigüenza (Guadalajara); la Divina Pastora, inspirada en los modelos de Pedro de Mena; San Rafael Arcángel; San Antonio de Padua con el Niño; y un pequeño Crucifijo.

La efigie de San Antonio viene siendo últimamente identificada como San Francisco de Asís, opinión que no comparte el historiador Juan José Martín González, quien además aporta un testimonio contundente: en la crónica del traslado del convento de 1806, la religiosa que hace tan puntual descripción habla de un San Antonio, en el mismo párrafo en que menciona la Pastora, el Cristo del Perdón y San Rafael, obras todas, como ya hemos dicho, de Salvador Carmona. 

Tallado en madera policromada hacia el año 1750, aparece de pie sobre un trono de nubes y querubines. Responde a la recreación clásica de joven bello y esbelto, lo que se debe a su juventud durante el apostolado y su función de santo casamentero, cuyo atractivo incita a encomendarse a él para pedirle pareja a su semejanza. Viste el hábito franciscano y mira amorosamente al Niño, al cual sostiene entre ambas manos. No suele representarse barbado, de ahí quizás la confusión con la iconografía de San Francisco.

Los atributos de San Antonio son los lirios y un libro, símbolos de pureza y elocuencia, respectivamente. Las flores no aparecen en este simulacro, pero sí un grueso volumen sostenido por uno de los angelitos que, en complicado escorzo, emergen de la nube sobre la que se asienta la figura. Dicha estatuilla aparece en actitud de llamar la atención al espectador, aunque a veces parece juguetear con el extremo de un cíngulo que se coloca, superpuesto, en la cintura del santo, junto a un rosario.

La encantadora estatuilla del Niño, tallada separadamente del Taumaturgo de Padua, extiende los brazos y muestra una expresión feliz y alborozada. Su rostro presenta analogías con el del Niño de la Visión de San Antonio de Padua, de la iglesia gaditana de San Agustín, pieza estudiada en una anterior entrega y atribuida recientemente a Luis Salvador Carmona por Lorenzo Alonso de la Sierra y Francisco Espinosa de los Monteros.

 

FUENTES: MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: "Luis Salvador Carmona
y el Convento de Capuchinas de Nava del Rey", en Boletín de la Real Academia
de Bellas Artes de San Fernando
, primer semestre de 1991, nº 72, pp. 50-70.

 

Fotografía de Enrique García Fernández-Abascal

 

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