Como el ya analizado grupo escultórico de Talará, nos encontramos con una obra relacionada con el escultor e imaginero granadino cuyo modelo deriva del simulacro de las Angustias de la ciudad de Granada.

Al iniciarse el siglo XVIII se configuró definitivamente dicho prototipo en el que la Virgen de las Angustias aparecía en pie ante el cuerpo de Cristo yacente, dispuesto en perfecta línea horizontal sobre una camilla o bloque a modo de altar. El interés simbólico, más que narrativo, de esta configuración resulta claro: la Virgen oferente y corredentora muestra el sacrificio de Cristo por la humanidad. Así queda codificado en numerosas versiones tanto pictóricas, como escultóricas y, sobre todo, grabadas.

El sensible aumento de estas representaciones llegado el siglo XVIII obedece a varios factores, destacando la creciente devoción a las Angustias de Granada y su difusión a través de estampas, muchas de ellas con concesión de indulgencias, que incentivaban las limosnas de los devotos. De ahí que la Virgen de las Angustias sea patrona de distintas localidades del territorio como Guadix, Albuñuelas o Pinos Puente, entre otras.

Precisamente, Ruiz del Peral realizó una de sus mejores creaciones para el convento de la Presentación de Guadix, que también representa a la Virgen de las Angustias pero sin seguir en este caso el famoso modelo de la patrona de Granada. La particularidad de este grupo -destruido en los disturbios de la Guerra Civil, aunque por fortuna se conservan el rostro y las manos de la dolorosa (hoy acoplados a una imagen moderna), así como casi toda la mitad inferior de la mascarilla del Cristo-, era la posición de la figura de Jesús -según Gallego Burín, obra de uno de los discípulos de Peral-, que yace en sentido contrario al habitual, además de su actitud semicaída que lo hace desmembrarse del seno de la Mater Dolorosa.

En cambio, la deuda iconográfica con la patrona de Granada es evidente en la Virgen de las Angustias de Pinos Puente; mayor incluso que en la pieza de Talará, de la que se distancia sobre todo por la posición quebrada del yacente, claramente apoyado en las rodillas de María y de un modo que invita a pensar en que su modelo fue el grupo pétreo de la portada de la iglesia granadina de las Angustias, obra de Bernardo y José de Mora.

El grupo de Pinos Puente, además, se muestra deudor de otro grupo pétreo de Granada capital: el labrado por José Risueño para la fachada trasera del Palacio Arzobispal en 1716. Ello se acentúa por la presencia de los dos ángeles llorosos en su delantera que portan atributos de la Pasión del Señor.

Al igual que el de la parroquial de Talará, el conjunto que nos ocupa se halla parcialmente sobrevestido con telas y se considera del círculo de Peral. Si bien son dos obras alejadas de la maestría de las Angustias de Guadix y, sobre todo, de Santa María de la Alhambra, no cabe duda la huella del maestro -en cuyo taller se pudieron llevar a cabo bajo su supervisión por discípulos y colaboradores-, tanto en los rasgos como en la anatomía, así como en el modo de dorar y decorar los ropajes.

La obra de Pinos Puente se distancia también de la de Talará en cuanto a morfología, acercándose su rostro a piezas como la también estudiada Dolorosa de busto de Huéscar (Granada) o la Dolorosa de cuerpo completo que se conserva en Osuna (Sevilla). Esta última, como saben, ha sido relacionada por Moreno de Soto con Cecilio Trujillo Ruiz, uno de los discípulos más directos de Peral junto a otros como Felipe González.