Estamos ante una obra indudable de Peral que ha pasado casi desapercibida para la historiografía artística. Su propio emplazamiento sin duda ha contribuido a favorecer el desconocimiento de esta obra: en 1895 fue solicitada en depósito al Ministerio de Fomento por el canónigo y catedrático Andrés Manjón a la Universidad de Granada -en cuya biblioteca se conservaba- para presidir el altar mayor de las escuelas granadinas del Ave María, de las que Manjón fue fundador; de hecho, sus restos mortales reposan a los pies de dicho altar.

En las proporciones generales de este conjunto de la Encarnación o la Anunciación, prevalece el canon horizontal sobre el vertical, resultando una impresión de achatamiento general, más manifiesto en el caso de la figura del arcángel Gabriel, aspecto este que nos habla de un posible original emplazamiento limitado espacialmente y por tanto condicionador a priori de la obra.

El grupo de compone de la imagen de la Virgen arrodillada y orante, San Gabriel, el Espíritu Santo y el atril en el que descansa un libro de rezos al que María dirige su mirada. Se trata, en suma, de una composición que por sus elementos es de una naturaleza ciertamente pictórica, en la que la presencia de la paloma -según López-Muñoz, quizá no original-, y del propio atril, confieren a la misma un carácter casi teatral.

Es tan excepcional esta escultura que llegó a ser atribuida por Gómez-Moreno a Francisco Salzillo. En la figura de María, la policromía, los galones dorados, las corlas del manto, los "pliegues-masa" de las telas, y la ejecución del rostro y las manos, manifiestan explícitamente el arte de Ruiz del Peral. La de Gabriel es de calidad algo menor y en ella se delata una más que notable intervención del taller; no tanto en la policromía, en todo muy similar a la de la Virgen, sino más bien en la talla que se torna demasiado pesada y ancha.

En el Museo de la Abadía del Sacromonte se conserva otro simulacro dieciochesco de la Encarnación (imagen inferior), en este caso atribuido con dudas a Torcuato Ruiz del Peral. Solo ha llegado a nuestros días, además, la imagen mariana, cuyos dorados, rostro y cabellos nos recuerdan el arte del maestro escultor de Exfiliana; sin embargo, la policromía, la estilización de las facciones, y la blandura de manos y pliegues la alejan de su estilo y apuntan la posibilidad de que se trate de una obra perteneciente a las gubias de José Risueño.