RODIN. OBRA PROFANA (III)
EL BESO

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

La obra El beso (1881-1882), que originalmente iba a encontrarse en la parte inferior de la hoja izquierda de La puerta del Infierno, está directamente inspirada en la historia de Paolo Malatesta y Francesca da Rimini, tal como ella se la cuenta a Dante en uno de los pasajes más célebres de la Divina Comedia.

En su obra, Dante escucha emocionado el relato que le hace Francesca da Rimini de su amor prohibido por su cuñado Paolo Malatesta. Ambos enamorados, apuñalados hasta la muerte por el condotiero Gianciotto Malatesta, marido de Francesca, que les sorprendió intercambiándose su primer beso de amor, fueron condenados a errar en el segundo círculo del infierno por su adulterio.

Este amor prohibido y su consecuencia, la condena eterna, es uno de los temas predilectos de los artistas del siglo XIX, de Ingres y Delacroix a Ary Scheffer, Cabanel y Henri Martin. Rodin, sin embargo, huye de lo pintoresco, y crea una imagen ideal de una pareja que intercambia el primer beso de amor.

El formato de la obra original, modelada en arcilla, es de 86 cm. Al igual que El pensador y Ugolino y sus hijos, el grupo de El beso saldrá de la composición de La puerta del Infierno y acabará siendo una de las obras más conocidas del artista. Como ningún detalle anecdótico hacía recordar la identidad de ambos amantes, el público lo bautizó Le baiser (El beso), título abstracto que traduce bien su carácter universal.

El escultor renunció a incluir este conjunto escultórico en su Puerta del Infierno, seguramente porque era demasiado grande e idílico, pero no pasó desapercibido para el Estado francés, que le encargó un gran mármol de esta composición en 1888. El beso fue sustituido en la Puerta por la obra Paolo y Francesca, más cercana al texto de Dante, en la que los dos amantes aparecen atormentados por la lujuria.

El modelado flexible y liso de las figuras desnudas abrazadas con sus bocas unidas por un beso, la dinámica composición y el tema que, finalmente, resultó encantador, hicieron que El beso tuviera un éxito inmediato. Fue pasado también al bronce como era deseo de Rodin, quien siempre lo consideró demasiado convencional.

 

FUENTES

Con información del Musée Rodin.

AA.VV. Rodin en Buenos Aires: una exposición de su obra en el Museo Nacional de Bellas Artes y un libro sobre su relación y la de otros escultores franceses con la Argentina, Antorchas, Buenos Aires, 2001, p. 11.

 

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