RETABLOS I (1)
RETABLO DE SANTA CLARA EN BRIVIESCA

Con información de María Concepción García Gaínza


 

Con este escrito inauguramos el primero de una serie de especiales sobre el arte
de la retablística que iremos ofreciéndoles periódicamente en el portal

 

 

El origen del retablo romanista es castellano y arranca de dos grandes retablos cuya ejecución corre paralela: el de la Catedral de Astorga (León) y el de la Iglesia de Santa Clara de Briviesca (Burgos).

El primero fue contratado en 1558 con Gaspar Becerra, quien lo concluiría dos años más tarde. El segundo sería comenzado en 1551 por el burgalés Diego Guillén, quien aparece en las cuentas hasta 1559 y al que se atribuye el pedestal de piedra sobre el que va montado. En 1566, entraría el también burgalés Pedro López de Gámiz, imprimiéndole a la obra un giro hacia el romanismo.

El retablo de Briviesca, labrado en madera de nogal sin estofar ni policromar, evidencia la influencia del de Astorga por partida doble: desde el punto de vista de la traza y la escultura. Se caracteriza, además de por la superposición de sus cuatro cuerpos y por su remate en recto, deudores de Astorga, por el desbordamiento del llamado follamen o rameado, motivo ornamental compuesto por amplios tallos que se entrecruzan.

La escultura de Briviesca, por su parte, también ha sido puesta en relación con el retablo de Astorga por el punto de vista de las composiciones y por el estilo miguelangelesco de las figuras, en las que la participación de Juan de Anchieta se cree más que probable. Un rasgo innovador del retablo, concluido en el año 1571, supone la introducción de Adán y Eva como figuras agachadas que funcionan como atlantes en el banco retablo.

En la calle central del retablo figuran el Árbol de Jessé (símbolo de la genealogía de Jesús, dispuesto sobre el sagrario), la Virgen con el Niño y San Juanito, una Asunción similar a la tallada por Becerra para Astorga y la escena de la Coronación de María. En las dos calles laterales que la flanquean, figuran escenas relacionadas con la Institución de la Eucaristía, Abraham e Isaac. Por último, en las dos laterales de los extremos hay todo un repertorio mariológico (con escenas como la Anunciación, la Dormición o la Visitación a Isabel), ya que el propósito de la fábrica, siguiendo los postulados del Concilio de Trento, fue resaltar el papel de María en el cristianismo, negado por los protestantes. Corona el conjunto la Crucifixión de Cristo en el Monte Calvario.

 

FUENTES: GARCÍA GAÍNZA, María Concepción. "El retablo romanista",
publicado en la revista Imafronte, nº 3-5, Murcia, pp. 85-98.

 

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