EL BELENISMO Y SAN FRANCISCO DE ASÍS (X)

31/12/2022


 

 

Esta escena muestra al Nińo de pie sobre el regazo de la Virgen María, que aparece sentada. Jesús es adorado por unos extasiados San Juanito y San Francisco de Asís, cuyo curioso gesto cruzado de las manos tenga seguramente la intención de mostrar las heridas de los estigmas como muestra de su devoción a Cristo. Detrás de la Virgen aparecen San José y una figura femenina que se identifica, según los expertos, con Santa Ana o Santa Isabel, en este último caso por la presencia del juguetón Bautista infante a sus pies.

Esta pintura, titulada "La Sagrada Familia con San Francisco", se conserva en el castillo de Windsor y pertenece a las colecciones reales del Reino Unido. Existen dos versiones similares en el Museo Metropolitano de Nueva York (imagen inferior) y en el Museo de Varsovia, esta última de calidad inferior a las anteriores por lo que cabe hablar de una ejecución del taller. "La Sagrada Familia" del Museo del Prado (Madrid) muestra también una composición semejante, sobre todo en el conjunto formado por la Virgen y el Niño.

Además de ser un excelente autógrafo de su autor, Pedro Pablo Rubens (1577-1640), la obra británica conserva en excelentes condiciones el color y la iluminación sutiles que caracterizan el arte del maestro flamenco, especialmente en las últimas décadas de su trayectoria (hacia 1620-1630). Los colores de las ropas casi se mezclan con los del paisaje, a excepción del rojo del vestido de la Virgen, que parece una intensificación de los marrones que la rodean. Este espectro de colores, que incluye también el azul, evoca el atardecer que aparece al fondo, como si las figuras estuvieran ataviadas de una atmósfera oscura de colores intensos.

Rubens admiraba a Rafael y esta obra se inspira en la dulce ternura que el pintor italiano imprimió a sus interpretaciones de la Sagrada Familia, en particular a la del Louvre, que Rubens pudo haber visto en las colecciones reales de Francia. A esa dulzura le añadió sensualidad, emoción exuberante y realismo vívido y palpitante, rasgos propios de su estilo que tanto inspiraron luego a pintores como Watteau o Delacroix.

 

 

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