EL BELENISMO Y SAN FRANCISCO DE ASÍS (I)

12/12/2022


 

San Francisco de Asís está considerado el creador del Belenismo y a él se le atribuye la puesta en escena del primer pesebre en la misa de vigilia de Navidad de 1223, celebrada en la ermita-gruta de localidad italiana de Greccio, con la intención de reproducir lo más fielmente posible el humilde escenario en el que nació Cristo. Según dicha hipótesis, para ello contó con la colaboración del noble local Giovanni Velita o Giovanni de Greccio, quien tuvo durante la celebración una visión según la cual el Niño Jesús dormido en el establo despertaba al contacto de los brazos del santo. Desde entonces el mundo del arte ha recreado la escena e incluso ha integrado a San Francisco de Asís en la misma, homenajeando con dicha anacronía su condición de fundador de una tradición muy arraigada en el tiempo.

 

 

Tras un proceso iniciado en enero, implicando ya un reconocimiento y salvaguarda de la práctica, el Consejo de Ministros aprobó el pasado mes de junio, a propuesta del Ministerio de Cultura y Deporte, la declaración del Belenismo como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial, contribuyendo así, a revalorizar estos oficios artesanales y potenciar los usos de la tradición.

El Belenismo trasciende lo estrictamente religioso para encuadrarse en una dimensión cultural, convirtiéndose así en un hecho sociológico. Es muestra de una identidad colectiva, presente prácticamente en toda España. Entre sus valores culturales, destaca su contribución a la transmisión de conocimiento de la cultura popular, mostrando oficios tradicionales y modos de vida a veces ya desaparecidos, así como la preservación de oficios artesanales especializados y su dimensión económica y productiva.

Fuera o no el propio San Francisco de Asís, las órdenes de franciscanos y clarisas, fundadas según el ideario del santo, son las que contribuyeron a la instauración de los nacimientos en la tradición católica, ya que la devoción a los misterios de la infancia de Jesús de Nazaret, a la humillación de su encarnación y su desvalida niñez, fue un rasgo común a toda la espiritualidad monástica de los siglos XII y XIII.

Como primer belén, ya sí con figuras, se tiene al realizado en 1291 por Arnolfo di Cambio para la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, en el que sus monumentales esculturas en alabastro se situaban en un espacio físico con ciertos aspectos teatrales. En el caso de España, se considera al "Belén de Jesús" de la Iglesia de la Anunciación de Palma (Mallorca), procedente del convento franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles, fechado a finales del siglo XV, como el belén más antiguo aún en uso. Esto no implica que sea el más antiguo, puesto que en el Museu-Monestir de Pedralbes de Barcelona se conserva un misterio, de bulto redondo y tallado en alabastro, datado en la segunda mitad del siglo XIV y atribuido al escultor y maestro de obras barcelonés Bernat Roca. Sin embargo, no está claro si su función respondía a la de componer con ellas un belén. Sí que consta documentalmente que en 1468 se renovaron las figuras del Misterio de la Catedral de Valencia para exponerlas en la fiesta de Navidad y en 1502 ya aparece la expresión "poner el Belén".

En el Kunsthistorisches Museum de Viena se conserva un lienzo del pintor barroco flamenco Jacob van Oost I (imagen superior) fechado hacia 1645 que representa la Adoración de los Pastores y en el que San Francisco, confundido a veces con San Antonio de Padua, aparece orando en un discreto segundo plano. Van Oost, influenciado inicialmente por Rubens, se familiarizó con el arte de Caravaggio durante su viaje a Italia en la década de 1620. El carácter realista de esta representación y los fuertes contrastes de luz y oscuridad beben del caravaggismo y dan como resultado una fuerte plasticidad de las figuras, aunque el tono básico encantador e idílico de la escena difiere significativamente del dramatismo que domina la obra de Caravaggio.

Otra versión posterior fechada en 1648 (imagen inferior) apareció recientemente en el mercado del arte asignada a Van Oost (1601-1671), llamado también Jacob van Oost el Viejo para diferenciarlo de su hijo, también pintor. En ella el santo, a diferencia de la versión de Viena, comparte protagonismo con la Virgen María y el recién nacido, al que adora de rodillas con la humildad y el amor a Dios que le caracterizan.

 

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com