LAS VARIANTES ICONOGRÁFICAS DEL NIÑO DIOS (X)
NIÑO DE LA ESPINA

31/12/2020


 

 

Premonitorio de la Pasión de Cristo es el Niño de la Espina del Convento de la Purísima Concepción de Úbeda (Jaén), regentado por carmelitas descalzas. La imagen, del siglo XVII, mide unos 34 cm de altura. Figura desnudo y sentado en una sillita dorada, dieciochesca, de patas en cabriolé.

Es una talla en madera policromada de escuela granadina. Cinco regueros de lágrimas brotan de sus ojos pintados. Su rostro contrae los labios entreabiertos, dejando ver los dientes, y enarca las cejas en un puchero, acompañado de los brazos extendidos, mostrando el izquierdo el dedo en el que ha sufrido el pinchazo.

Son habituales los Niños que, de una forma u otra, muestran al espectador la herida producida por una de las espinas de su corona de Pasión, dando ocasión al enternecimiento del fiel por el contraste entre la ternura del Niño y la dureza del martirio que presiente.

Un detalle de gran dulzura en la composición del Niño de la Espina es la pequeña almohada con corona de espinas de plata a la que dirige su mirada y gesto. Aquélla, primorosamente entrelazada, parece más de hiedra que de espino, pero son sobre todo los detalles pasionistas dibujados en la tela de la almohada que la sostiene (una corona de espinas con clavos en su interior, una diminuta paloma que porta en su pico un martillo, todo ello entre flores y motivos vegetales), los que dan un verdadero toque de candor a los elementos del martirio, más próximos al mundo del juguete infantil que al de la muerte.

La iconografía del Niño de la Espina parece que tiene un origen sevillano, al menos en la pintura, puesto que se considera que el primero que la plasmó fue Zurbarán hacia 1644-1645, en sus tres pinturas de la Casa de Nazaret y en sus dos versiones simplificadas del Museo de Bellas Artes de Sevilla, en las que solo aparece Jesús.

No obstante, en escultura su referente lo tenemos en los llamados "spinarios", muy habituales en la escultura helenística, cuyo simbolismo, carente de negatividad, fue transformado en la Edad Media, adquiriendo entonces un significado completamente diferente; pues el personaje, con la excusa de quitarse la espina de la planta del pie, muestra desvergonzadamente su sexo, transformándose en imagen de la lujuria.

 

FUENTES

SÁNCHEZ LATORRE, Margarita. "Imágenes infantiles en el convento de la Purísima Concepción, de carmelitas descalzas de Úbeda (Jaén)", en La clausura femenina en el Mundo Hispánico. Una fidelidad secular (simposio), vol. 1, San Lorenzo de El Escorial (Madrid), Instituto Escurialense de Investigaciones Históricas y Artísticas, 2011, pp. 202-203.

HERNANDO GARRIDO, José Luis. "Mala espina: de la estatuaria antigua a la escultura medieval y otros afeites", en Studia Zamorensia, vol. XIV, UNED Zamora, 2015, p. 57.

PÉREZ LÓPEZ, Nerea Virginia. "La iconografía del Buen Pastor Niño y su vinculación con la pintura barroca sevillana", en Laboratorio de Arte, nº 29, Universidad de Sevilla, 2017, p. 320.

 

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