LAS VARIANTES ICONOGRÁFICAS DEL NIÑO DIOS (VIII)
NIÑO PEREGRINO

27/12/2020


 

 

Aunque se ha especulado con que el origen de la iconografía del Niño Jesús Peregrino esté en el Divino Infante que acompañó a Santa Teresa de Jesús en sus viajes fundacionales, pues a dicha iconografía responden algunas de las imágenes que la santa iba dejando en los palomarcitos como regalo de despedida, se puede encontrar su explicación histórica en el empleo de la metáfora de la peregrinación aplicada a la vida espiritual, clara alusión al viaje de la vida, concepto bastante común en la antigüedad.

Imágenes del Niño Peregrino encontraremos también en numerosos conventos e iglesias ligadas al Camino de Santiago, junto a imágenes de la Virgen María Peregrina y de la Sagrada Familia también peregrina.

En cuanto a su aspecto formal, el atuendo de las imágenes del Niño Peregrino es bastante dispar, siguiendo las mismas características que ofrecía la propia indumentaria de los peregrinos, atendiendo a una gran variedad dentro de unas características generales. Si bien es cierto que había unos componentes propios del peregrino que la imagen del Niño Jesús siempre debía portar, como son el bordón, la calabaza y el morral o limosnera, a los que en numerosas ocasiones se sumaba también el sombrero.

Por lo general, los atributos iconográficos del Niño Jesús son tan móviles, como en gran parte de las imágenes vestideras, que muchas de las imágenes que hoy aparecen como Niños Peregrinos en origen no fueron concebidas como tales, sino que son fruto de la adaptación de otras imágenes del Divino Infante de distinta iconografía. Así, encontramos imágenes del Niño Jesús Salvador, en actitud bendicente con el orbe en la mano izquierda, ataviadas como peregrinos.

A esos Niños debe sumarse el Niño Peregrino del siglo XVII (imagen superior) que se conserva en el Museo y Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana en Valladolid (Madres Cistercienses), seguramente una de las imágenes más bellas sobre la referida iconografía, que porta en su mano izquierda el orbe terráqueo, mientras que la derecha está en actitud bendicente y a cuya muñeca se ata el bordón con la calabaza. Se trata de una talla anónima en madera policromada cuyas dimensiones son 75 x 25 x 18 cm.

En las clausuras femeninas era habitual que las imágenes del Niño Jesús se colocasen en los oficios u oficinas del convento, estancias donde se realizan las diversas labores, recibiendo el nombre del lugar donde se encontraban, haciendo referencia al oficio de la hermana a la que acompañan en su jornada. Así, encontramos niños cocineros, sacristanitos, torneritos, porteros... entre los que se halla el Niño Portero o Peregrino del Monasterio del Corpus Christi de Murcia (detalle en la imagen inferior), talla del XVIII situada a la entrada del convento, que estaba a cargo de la hermana tornera, llamado peregrino por su sombrero de caminante.

 

 

FUENTES

PEÑA MARTÍN, Ángel. "El Peregrino del Cielo. La devoción al Niño Jesús peregrino en las clausuras femeninas", en La clausura femenina en el Mundo Hispánico. Una fidelidad secular, vol. 1, San Lorenzo de El Escorial (Madrid), Real Centro Universitario Escorial-María Cristina, 2011, pp. 34 y 42-43.

 

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