MICHELANGELO NACCHERINO ENTRE ESPAÑA E ITALIA (II)
NIÑO JESÚS

06/02/2022


 

 
 
Foto: Museo de Burgos

 

En esta estatua en mármol blanco del Museo de Burgos vemos la figura de un niño, casi un adolescente, semidesnuda (imagen superior). Tan solo un paño terciado por encima de las piernas cubre su desnudez. Dicho paño está plegado con soltura y caen sus extremos en línea con el muslo izquierdo, uniéndose con el tronco de la peana, en cuya base podemos encontrar la firma de nuestro artista:

 

"MICHAEL ANGs / NACHERINVS / FACIEBAT"

 

Entre los dedos de la mano izquierda, la única que conserva, sostiene graciosamente una bola. La cabeza, delicadamente inclinada hacia la derecha, está llena de expresión y de vida, parece como si dirigiera sus ojos a algo situado no muy lejos del mismo. La figura del niño tiene un suave movimiento en forma de "S", con las piernas ligeramente separadas, apoyando el peso en la izquierda.

La anatomía del niño está perfectamente trabajada, con un rostro calmado y paciente, coronado por un cabello rizado de gran calidad técnica. El pelo se dispone en bucles rizosos valorados con labor de trépano, y, a pesar de las mutilaciones que presenta, fluye de ella un especial encanto y ofrece una expresión tan llena de delicada gracia que ante ella no puede dejarse de pensar en las mejores obras de la época alejandrina.

A la escultura le falta el brazo derecho a la altura del hombro. En algún tiempo, debió ser bárbaramente tratada a juzgar por las mutilaciones que padece y que dieron lugar hasta a la separación de la cabeza del tronco.

En cuanto a su significación no creemos se pueda dudar de que se trata de un putto, de una escultura de género, a pesar de que Bertaux la interprete como un Niño Jesús. En opinión del Museo de Burgos, la bola que sostiene en la mano izquierda no es una fruta, sino una representación del orbe terrestre que podría poner la figura en relación con la iconografía del Niño de la Bola.

En la iglesia de Santa Águeda del municipio burgalés de Sotillo de la Ribera se conserva otra escultura infantil de Naccherino (imagen inferior). En este caso aparece completamente desnuda y es más pequeña que la del Museo de Burgos (54 cm). También tiene su pierna derecha apoyada en un punto de apoyo bajo, lo que permitió al artista moverlas con especial gracia y delicadeza en ambas obras dándolas un ritmo muy elegante.

La figura de Sotillo tenía el brazo izquierdo perdido por debajo del hombro y el derecho conservado hasta el antebrazo. Lo que vemos ahora son reconstrucciones. Por lo demás, su conservación es perfecta y nos permite admirar la finura con que está modelado su cuerpo y lo bien interpretada que está la morbidez de las carnes. Sin embargo, existe una evidente desproporción entre la cabeza y el cuerpo, lejos de la proporción perfecta, clásica, que la escultura del putto o Niño Jesús del Museo de Burgos nos ofrece.

El niño de Sotillo de la Ribera, aparte de la gracia de su línea, tiene un cuerpo modelado con finura y suavidad, la cabeza erguida, una mirada un tanto inexpresiva que se pierde en una lejanía invisible, y un rictus en su boca que acusa la nota sentimental que tiene casi toda la obra de Naccherino. Como el del Museo de Burgos lleva abundante cabellera rizosa y sus bucles muestran también labor de trépano; sin embargo, su peana es de mármol negro veteado. En el bloque de mármol que se incrusta en la peana, entre los dos pies, se lee:

 

MICHEL Alo NACHERINUS / FLORENTIE FACIEBAT

 

Hay entre estas dos esculturas diferencias de factura apreciables, tan acusadas que de no ser porque ambas están firmadas podría vacilarse en atribuirlas al mismo autor. La del Museo de Burgos se cataloga hacia 1570 y la de Sotillo de la Ribera hacia 1600. La alusión a Florencia en la firma de esta última nos hace pensar que la puso así el artista como recuerdo nostálgico del lugar de su nacimiento, en el que ya no vivía y bien pudo acontecer esto cuando Naccherino estuvo establecido en Nápoles.

El Niño Jesús de Sotillo acusa formas rechonchas y redondeadas, pero aparte de la desproporción de su cabeza, ya apuntada, su modelado es perfecto. Es posible que todo esto sea una consecuencia del detenido estudio del natural, tan característico en la escuela toscana. Y es posible también que se deba a un lejano reflejo del influjo de Bandinelli con cuyo módulo de proporciones, mesurado y recio, están de acuerdo las obras de Naccherino, según Venturi. La presencia del pictoricismo napolitano no aparece hasta en las obras de la última época del artista, caso de los ya estudiados simulacros de Cristo Atado a la Columna.

 

 
 
Foto: Elena Rodríguez

 

FUENTES

Con información del Museo de Burgos.

NIETO GALLO, Gratiniano. "Miguel Angel Nacherino y sus obras en la provincia de Burgos", en Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, tomo 16, Universidad de Valladolid, 1949-1950, p. 119-127.

 

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