LAS GLORIAS DE MURILLO (VI)
CUATRO FIGURAS EN UN ESCALÓN

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

 

Murillo fue el principal pintor de asuntos religiosos en su Sevilla natal y uno de los grandes maestros del Siglo de Oro español. Además, fue uno de los artistas europeos más célebres hasta que su reputación fue eclipsada por sus compañeros españoles Diego Velázquez y El Greco a finales del siglo XIX.

Las inusuales escenas de género de Murillo siempre han gozado de gran popularidad y no tienen precedentes reales en España. Sus escenas de la vida callejera contemporánea desafían la simple interpretación. Quizás la más desconocida para el público sea Cuatro figuras en un escalón, joya del Kimbell Art Museum de Fort Worth (Texas), en la que tres de sus inquietantes personajes, más que mirar, acosan al espectador.

La composición se halla formada por una joven de rasgos toscos, que viste una blusa blanca bordada con flores negras alrededor del escote, una chaqueta abierta y una falda roja. Ésta apoya su mano en el hombro de un joven engreído y burlesco, vestido de forma ostentosa y con las uñas sucias, que sonríe descaradamente y parece llamar en voz alta al espectador. En contraste, vemos una mujer mayor de aspecto más digno que protege con sus manos la cabeza de un muchacho con los pantalones rotos y que reposa en el regazo de la vieja.

La joven moza, con una mirada que mezcla la altanería y la provocación, tuerce su cara en un guiño mientras levanta una toca sobre su cabeza. Este último gesto alude a la fidelidad matrimonial desde la época clásica, si bien en este contexto puede indicar su disponibilidad. Ello, unido a otros detalles como la visión del trasero del muchacho vuelto de espaldas o la anciana identificada como la Celestina de la picaresca española, ha llevado a expertos como Brown a deducir un ambiente de prostitución en la obra, si bien otros como Valdivieso rechazan dicha interpretación y consideran que el cuadro representa simplemente un grupo familiar compuesto por una madre y sus tres hijos que contemplan desde el zaguán lo que ocurre en la calle.

Otros eruditos interpretan esta estampa costumbrista como una escena de compras, en la que la mujer mayor sería una vendedora, la citada Celestina que a menudo se representa como una vieja con gafas y un pañuelo. Esta mujer madura también se asemeja a los personajes con gafas de las pinturas de género holandesas y flamencas, entre ellas las mujeres virtuosas que inspeccionan las cabezas de los niños por si tienen piojos.

La mencionada acción de despiojar a veces es simbólica y no representa solo la limpieza del cuerpo, sino también metafóricamente la del alma. Por tanto, si no se trata simplemente del retrato de un ambiente modesto de la Sevilla del siglo XVII, la presente obra de Murillo puede llevar un mensaje admonitorio y moralizador, instando al espectador a evitar las tentaciones de los placeres mundanos.

Este óleo sobre lienzo, pintado hacia 1655-1660, mide 109,9 x 143,5 cm. La restauración de 1984 eliminó una tira de lona de 10 cm, añadida en el lado izquierdo para que el conjunto pareciera más simétrico, y un repinte en el agujero de los pantalones del niño que tapaba su fondo desnudo, lo que devolvió la obra a su estado original.

 

FUENTES

Con información del Kimbell Art Museum de Fort Worth.

PENALBA, Aida. "Bartolomé Esteban Murillo y su obra desconocida Grupo de Figuras", artículo publicado en Atlas Cultural, 08/08/2013.

 

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