MITOS GRECORROMANOS EN EL ARTE (XIV)
DÉDALO E ÍCARO

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

 

El Mito

Dédalo fue el primer hombre de ciencia y el primer arquitecto y escultor de Grecia. Nació en Atenas, enseñó a los marineros -que, hasta entonces, sólo conocían los remos- el uso de las velas, inventó el tornillo y la teoría de la plomada, y labró estatuas tan extraordinarias que parecían animadas.

Entre sus discípulos, sobresalía su sobrino Talo, quien inventó la sierra gracias a sus experimentos previos con una mandíbula de reptil. Dédalo, por envidia, le dio muerte; finalmente, el delito fue descubierto y el sabio ateniense fue desterrado a Creta, reino de Minos, para el que Dédalo realizó numerosas obras escultóricas.

Como ya sabemos, el rey Minos confió a Dédalo la construcción del Laberinto del Minotauro. Cuando Teseo mató a la bestia y logró salir del intrincado recinto con la ayuda del hilo de la princesa Ariadna, hija de Minos, el monarca culpó a Dédalo de todo lo sucedido, y lo encerró junto a su hijo Ícaro en el mencionado laberinto. Pero Dédalo, hombre sumamente ingenioso, construyó para sí mismo y para su hijo sendos pares de alas tejidas con ligeras plumas, con las que ambos lograron huir volando de la inhospitalaria isla.

Dédalo advirtió a Ícaro que, mientras volara, no se mantuviera demasiado bajo, pues la humedad del aire haría más pesadas las alas, ni demasiado alto, pues el calor del sol derretiría la cera con la que estaban pegadas. Sin embargo, Ícaro, una vez que se adentró con su padre en alta mar, a salvo ya de las naves de Minos, sintió la tentación de elevarse hacia la luminosa morada de los astros. Como Dédalo había previsto, los rayos del sol derritieron la cera de sus alas y el imprudente Ícaro se precipitó vertiginosamente en el mar.

Pese a la caída de su hijo, Dédalo se vio obligado, con el corazón lleno de angustia, a proseguir solo el viaje. Finalmente, aterrizó en Cumas -ciudad situada en la actual Italia, en la costa de Campania-, donde construyó, en honor del dios Apolo, un magnífico templo después de haberle consagrado sus propias alas.

 

El Autor

Charles Le Brun (1619-1690), discípulo del ya comentado Simon Vouet. Fue el artista principal del reinado absolutista del monarca Luis XIV, fundador de la Real Academia de Pintura y Escultura de Francia, Director de la Manufactura Real de los Gobelinos y uno de los máximos exponentes de la pintura francesa del siglo XVII.

Esta pieza resulta muy original en su composición, no sólo por alejarse del momento habitualmente representado -la caída de Ícaro; recreando, en cambio, el momento en que Dédalo le unta la espalda con cera para pegar sus alas-, sino también por la postura que obliga a adoptar a Ícaro, cuyo brazo izquierdo oculta casi todo su rostro al espectador. Dédalo, como es habitual en la pintura de la época, viste ropas que se corresponden con la fecha de ejecución del lienzo: el año 1642.

 

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