MITOS GRECORROMANOS EN EL ARTE (IX)
ORFEO Y EURÍDICE

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

 

El Mito

El mito de Orfeo pertenece a las leyendas de Tracia, que lo representan como un bello adolescente, hijo de Apolo y Clío, la musa de la historia. Tocaba tan bien la lira, que sus armonías hacían salir de sus cubiles a las fieras, que iban a agazaparse docilmente a sus pies; los árboles se movían; las rocas se desprendían de las montañas para oírlo; los ríos detenían su curso y los pájaros acudían en bandadas para deleitarse con su música.

Su esposa Eurídice murió el mismo día de la boda por la mordedura de una serpiente. Como no podía vivir sin ella, Orfeo descendió a las tenebrosas mansiones de las sombras, y, con los dulces sones de su lira enterneció a los muertos, aplacó al Cancerbero de las tres fauces, encantó a las serpientes que se erguían sobre las cabezas de las Erinías, y hasta Plutón y Proserpina quedaron embelesados por el canto en que Orfeo invocaba a su esposa.

Plutón, conmovido, concedió a Orfeo que se llevase a su mujer a la Tierra, pero con la condición de que no se volviese para verla antes de traspasar el umbral del Hades. Pero el anhelo de Orfeo era demasiado grande. Al oir los pasos de Eurídice, se volvió un instante a mirarla, y súbitamente ella desapareció como evanescente niebla.

El dolor de Orfeo fue inmenso. Se retiró a vivir solitario entre las rocas, cantando a las atónitas fieras y a las encinas del bosque su inmensa angustia. Esta inconsolable aflicción acabó irritando sumamente a las Bacantes, las cuales, después de burlarse de él, se arrojaron un día sobre el infeliz músico y le dieron muerte.

 

El Autor

Giuseppe Abramini, popularmente conocido en su Italia natal como Abram. Experto en una escultura expresionista en bronce, en la que también se dan cita tintes oníricos, dentro de la más pura tradición lombarda, sus obras se hallan repartidas por países como Alemania, Francia, Canadá, Estados Unidos o Australia.

El altorrelieve Orfeo y Eurídice, de 40 cm de altura y exquisito acabado, conjuga la tradición escultórica más clásica con la fértil imaginación de este maduro artista. En concreto, representa el momento en que Orfeo, lira en mano, incumple la condición dada por Plutón, lo que conlleva el fatal destino de la aterrada Eurídice.

 

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