JOSÉ DE MEDINA (V)
ESCULTURAS DEL RETABLO DEL CARMEN (ANTEQUERA)

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 
 

 

El retablo mayor de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Antequera (Málaga) es uno de los más bellos ejemplos de la retablística andaluza del siglo XVIII. Al igual que el retablo mayor de la Iglesia de los Remedios de Estepa (Sevilla), descrito en el primer capítulo del especial, su ejecución se debe a un miembro de la familia de retablistas Primo (Antonio en el retablo antequerano y Francisco en el estepeño), corriendo la decoración escultórica a cargo de José de Medina, nacido en Alhaurín el Grande (Málaga).

El retablo fue iniciado seguramente en 1745, sin que se pueda determinar con exactitud su fecha de conclusión; en todo caso, se sabe con certeza que en 1747 ya estaba terminado (1). Labrado en madera de pino, con las partes de apoyo talladas en olivo, no llegó a dorarse, siendo teñido con anilina y una capa final de protección que le otorga su característico color rojizo oscuro (2). De este modo, las esculturas de Medina, que incluyen obras exentas y relieves, todos vivamentes policromados, quedan más resaltadas dentro del conjunto.

Caracterizado por un movimiento de masas y líneas que linda en el delirio, cercano en su estilo a los diseños de Duque Cornejo (3), muestra figuras de santos carmelitanos vestidos con el hábito de la orden, otros santos cuya devoción se halla relacionada con la misma, arcángeles y multitud de querubines, todo de notable factura.

Algunas figuras presentan detalles, especialmente los pliegues de algunos hábitos, que se escapan un tanto al sello de Medina, si bien vemos la mayoría de los rostros integrados plenamente en su producción, de ahí que no haya que descartar en absoluto la reciente hipótesis que apunta una colaboración de Diego Márquez, artista, como señalamos en la segunda entrega, muy influido por el arte de Medina; de hecho, su hijo, el también escultor Miguel Márquez García (1767-1826), es el autor del púlpito del convento, firmado en 1799.

La monumental figura de San Miguel Arcángel es, quizás, la mejor de todo el grupo. Se halla en el remate del retablo, el cual llega casi al centro de la cúpula del crucero y se inspira en el incorporado por Jerónimo Balbás en el retablo mayor de la Iglesia del Sagrario de la Catedral de Sevilla (1707). También se observan influencias del retablo de Santiago de la Catedral de Granada, obra de Francisco Hurtado Izquierdo (1669-1725) (4).

Entre los años 1990 y 1992, el retablo fue restaurado por Arte y Ciencia. Las tallas presentaban pérdidas de elementos y serios problemas de asentado de color. Su sujeción estaba realizada con tablones clavados en las mismas, dado que sus bases y asentamientos estaban inclinados y descolgados de la estructura general, por lo que existía un gran riesgo de caída. Todas ellas fueron desinsectadas, se les asentaron los dorados y las policromías, y ancladas por piezas de acero inoxidable, salvo los angelitos, cuyo sistema de sujeción con alcayatas y hembrillas fue respetado (5).

 


 

BIBLIOGRAFÍA

(1) TAYLOR, Rene. "La familia Primo; retablistas del siglo XVIII en Andalucía", en Imafronte, números 3-4-5, 1987-1988-1989, Universidad de Murcia, p. 329.

(2) A.A.V.V. Patrimonio Histórico Restaurado en Andalucía. 1987-1997. Retablos, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, p. 91.

(3) TAYLOR, Rene. "La familia Primo; retablistas del siglo XVIII en Andalucía", publicado en la revista Imafronte, op. cit., p. 327.

(4) Ídem, p. 330.

(5) A.A.V.V. Patrimonio Histórico Restaurado en Andalucía. 1987-1997. Retablos, op. cit., pp. 92 y 93.

 

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